Misión Euskadi

Cualquiera que pase de vez en cuando por este blog sabe que yo soy la representante de un grupo de espionaje especializado en misiones absurdas cuyas siglas son L.A.S. P.R.I.M.A.S. Hemos intervenido en importantes misiones exteriores como una en la que lo pasamos fatal en Estambul y otra muy complicada en París.

Para este puente tenían preparada una muy buena: había que visitar Cuba para ver cómo reaccionaba la población después de la muerte de Fidel. El problema es que escogieron a los agentes destacados, María y Rosa- especialistas en gestión de viajes y observación de gente, respectivamente- y añadieron uno nuevo, Jorge, con increíble manejo en palo selphie así que pasaron a llamar al grupo L.O.S.P.R.I.M.O.S y el resto nos quedamos aquí en misiones menores. No había mucho presupuesto así que nos ofrecieron Valladolid, Palencia y la costa vasca. Yo me quedé con la última y me llevé a Andrés.

Ya estoy de vuelta y no tengo muy clara cuál era mi misión pero me lo he pasado genial, que es de lo que se trata al fin y al cabo. Os puede comentar, eso si, algunas de las anomalías que he detectado en mi viaje por si pueden ayudaros en futuras misiones por la zona.

Llegamos el sábado a Bilbao y nos encontramos un perro gigante, enorme, inconmensurable, pero a nadie le llamaba la atención así que debe ser normal que en Bilbao todo tire mas a grande que a pequeño.Después empezamos a explorar y acabamos en el Mercado de la Ribera, con una tele enorme viendo el clásico Madrid-Barça y con una variedad de pintxos -también enormes- para decidir qué probábamos y que no de la gastronomía vasca. Ahí fue donde percibí uno de los hechos mas extraños de toda la jornada: mientras esperaba para pedir con mi platito de pintxos en la barra se acercó un hombre en silla de ruedas, acompañado de su mujer, y cuando fue a escoger la comida SE LEVANTÓ y estuvo escogiendo DE PIE lo que quería comer. Luego volvió a sentarse le puso el automático a la silla y tan ricamente se marchó rodando hasta la mesa.

Conclusión: en Bilbao todo es grande, bueno y su comida puede hacer milagros.

El Domingo nos enviaron a explorar un Bosque y era raro raro raro porque al llegar, después de caminar unos cinco kilómetros, descubrimos que tenía los árboles pintados. ¿Por qué? Pues mira, no siempre hay que buscarle sentido al arte, la gente andaba como loca localizando en un mapa las figuras sugeridas o las formas que quería evocar cada conjunto escultórico de Ibarrola…. Nosotros elegimos las que mas nos gustaban, nos hicimos unas fotos, respiramos aire puro y verde y no vimos al dragón de Comodo ni a los Niños de las Sorgiñes pero a la vez lo vimos todo, solo que no hay que ponerle nombre. No hay que ponerle nombre a todo, leñe.

Conclusión: nos gustó el binomio arte- naturaleza. Enhorabuena, Ibarrola.

El Lunes decidieron que teníamos que volver al espacio urbano asi que acabamos en Donosti o Donostia o San Sebastían. Muy bonito. La playa, el Casco Viejo, el Mercado donde nos compramos un queso Idiazabal. Ahi fue donde descubrimos que nuestra misión como tal tenía el sentido que le quisieramos dar nosotros. Y que a lo mejor nuestra misión era perdernos unos días, sin más. porque es que en los tiempos que corren ya no nos dejan ni pedernos, tanto GPS y recomendaciones de Google, tanto Whatsapp y tanta mierda que no te puedes perder ni un rato ni comer en un restaurante que no sea de los mejor valorado ni visitar un parque que no venga marcado. Asi que nos perdimos. Hasta el día siguiente al menos.

Conclusión: de vez en cuando estar perdido es la mejor de las opciones.

Y el Martes ya hicimos lo que nos dio la gana. Visitar Mundaka, un pueblo pequeñito y precioso de la Reserva de Urdaibai. Llegar hasta la ermita de San Juan de Gaztelugatxe después de subir tropecientos escalones. Disfrutar de las vistas. Bajar a comerse un chuletón al Cannon Etxea. Volver con todo lleno, la barriga, la mirada, la cabeza,…

Conclusión: no hay conclusión que valga.

Misión suspendida. O superada