Espero que ustedes perdonen las limitaciones que pueda tener esta reseña, ya que reconozco que estoy bastante pez en el universo misiónimposiblero. De hecho, que recuerde, de la saga tan sólo he visto la pimera (y la tengo totalmente olvidada) y la tercera parte (la de J.J. Abrams). Así que poco puedo hablar de la continuidad dentro de esta franquicia, de modo que me centraré en analizar la película unitariamente.
Con Misión Imposible: Nación secreta tenemos una cinta de acción y espionaje con un claro espíritu televisivo (los magníficos títulos de crédito ya parecen de una serie) y que posee una estructura muy deudora de las películas de James Bond. Por fortuna parece que poco a poco el cine de acción actual empieza a olvidarse de los montajes frenéticos y videocliperos en los que las imágenes van más rápidas que el ojo del espectador, y "Misión imposible: Nación secreta" es un buen ejemplo de ello. Da gusto ver unas secuencias de acción tan bien planificadas y rodadas como las que podemos disfrutar aquí. El guión también está perfectamente estructurado y le otorga un ritmo magnífico a la película, alternando las numerosas escenas de acción con una trama enrevesada y llena de giros pero que se sigue fácilmente. Técnicamente no es revolucionaria, pero una vez más hay que destacar los planos de acción que consiguen innovar dada su originalidad.
Como punto negativo, los 131 minutos de metraje se me antojan demasiados. Es cierto que justo antes del desenlace la película pega un pequeño bajón de ritmo que creo se podría haber evitado reduciendo la duración del filme.
Tom Cruise, al que se le empieza a notar la edad haciendo que tenga "algo raro" en la cara, da toda una lección al volver a interpretar personalmente las secuencias de más riesgo. Rizando el rizo, aquí Cruise lo da todo en unas antológicas secuencias en las que queda agarrado de un avión mientras éste despega o protagonizando una magnífica persecución en moto. Realmente espectacular. Sin embargo, creo que lo más destacable del reparto es la actriz sueca Rebecca Ferguson, que se come la pantalla cada vez que aparece y que compone un personaje femenino para recordar, huyendo de la típica femme fatale que apenas sirve de adorno para revelarse en la auténtica protagonista de la película.
El villano, interpretado por el británico Sean Harris, también se aleja de lo habitual, y por momentos consigue dar bastante mal rollo aunque en mi opinión le falta algo de carisma para que hubiera sido perfecto. Pese a ello, cumple bastante bien.
El reparto restante está formado por un gracioso Simon Pegg que tiene bastante protagonismo, y unos Alec Baldwin, Jeremy Renner y Ving Rhames que aportan su granito de arena pese a tener una presencia casi testimonial sin demasiada relevancia.
El director/guionista Christopher McQuarrie repite con Tom Cruise tras Jack Reacher (2012) y logra una película con un gran acabado que deja un gran sabor de boca. Además, estamos ante una saga en la que no es necesario haber visto los capítulos anteriores para disfrutar las nuevas entregas. Yo me lo he pasado como un enano.
Mi nota: 8