MISIONEROS JESUITAS EN CARABAYLLO Y DISTRITO
Me da mucho gusto compartirles la información encontrada en la Biblioteca Virtual Cervantes en la Carta Anua de 1576, al P. Everardo Mercuriano, Prepósito General de la Compañía de Jesús (Lima, 15 de febrero de 1577)
Misiones hechas desde el Colegio de Lima: N. 6 Repartimiento de Caravaillo.
De una del Padre Diego Ortún para el P. Provincial.–
En el Pueblo de Caravaillo estuvimos dos semanas, confesamos a algunos y entre ellos dos o tres curacas, con algún provecho a lo que parece. Las fiestas después de misa les predicaba yo; los demás días el hermano Domingo, por la tarde, los instruía en el catecismo y en cómo se habían de confesar, oían con atención y provecho; los niños hacía juntar el hermano y les enseñaba las oraciones en su lengua cantando, de lo cual gustaban mucho y venían de buena gana. El padre cura deste pueblo nos trató con mucho regalo, aunque, como no entiende la lengua, no gustaba mucho destos cantares.
El sábado, al fin destas dos semanas, fuimos a Guaral, donde fuimos recibidos con alegría de los indios; quejáronse mucho que no estaban confesados, porque el cura que los tiene a cargo no sabe la lengua y reside en el pueblo de los españoles de ordinario, que está de aquí dos leguas.
El domingo siguiente les hice una plática después de misa; mostraron tener afición y gusto, porque nos aman. El Padre Agustín Sánchez vino aquel día aquí, el cual había confesado como cuarenta a la ida, que había ido a la sierra; mostraban mucha afición y voluntad a la confesión, y casi todos me respondían bien a las principales preguntas del catecismo, y así confesaron doscientos y cincuenta en veinte días que aquí estuvimos; hartas destas confesiones han sido generales; dicen que son cristianos desde el año pasado, que aquí estuvimos, porque no habían conocido a Dios hasta entonces. En las pláticas que el hermano les hacía todos los días muy de mañana, porque fuesen a sus labranzas, se sentía mucho provecho en las confesiones, porque, como digo, eran muchas dellas generales, encareciéndoles el hermano cuán gran pecado era encubrir algún pecado en la confesión. Entre otros acudió un pobre indio enfermo, que había siete años que por miedo de los cura, tenía encubierto un pecado, y era que, rogándole otro indio hechicero que le enterrase vivo, por miedo que tuvo del Padre, porque otros le habían acusado, lo hizo así, y así quiso más el otro desventurado ser enterrado vivo que no castigado por el cura; quedó esotro después de la confesión muy consolado.
Cierto, el año pasado me aficioné a estos indios, por parecerme gente blanda y de buena masa, y agora me he confirmado más en ello, porque veo ser verdad. A las tardes acuden los niños y viejos, y el hermano se maravilla de ver cuán a propósito responden de lo que les preguntaba, que era cosa de ver su agudeza; a los niños y niñas no podemos echar de casa con el gusto del tono de la doctrina y de un cantarcillo que el hermano les decía. Los alcaldes y regidores y los principales trataron entre sí venir a pedir a V.ª R.ª un Padre, que decían que en estos pocos días que agora y el año pasado estuvimos allí, habían tenido noticia de Dios. Con no haber tenido Padre, de ordinario tienen pocas borracheras y pocos amancebamientos; ellos dicen que desde que el hermano Santiago estuvo allí el año pasado, se han enmendado; entiendo que si tuviesen Padre serían fáciles para ser instruídos en la cristiandad. Tentación me parece muy manifiesta decir que los indios son poco capaces, que cierto, habiendo algún trabajo y cuidado en el Padre, habrá mucho fruto; de mí sé decir a V.ª R.ª que nunca tanto he confesado, ni tan sin pesadumbre, aunque en la oración y penitencia he sido corto, con achaque de un poco de enfermedad que tuve unos días. Cinco o seis bauticé y algunos otros casé, y es, cierto, contento ver cuán bien van tomando la costumbre cristiana de no amancebarse primero con la que se han de casar, como antes solían hacer, que entre ellos era costumbre general. Pienso que San Juan, patrón deste pueblo, nos debe haber ayudado a todos.
Escritos menoresJosé de Acosta ; estudio preliminar y edición del P. Francisco Mateos
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