Miss Bala, de Gerardo Naranjo
Laura (Stephanie Sigman),una joven mexicana de veintitrés años, sueña con alejarse de sus orígenes humildes en Tijuana, y salir adelante gracias a su atractivo: ella y su amiga, deciden presentarse al concurso de belleza Miss Baja California. Superada la primera fase de selección, las jóvenes acuden a una sala de fiesta donde, para su mala suerte, acaban involucradas en un tiroteo de bandas rivales vinculadas al narcotráfico. Su amiga desaparece y ella se ve obligada a ayudar a una de las bandas para poder salvaguardar su vida y la seguridad de sus seres queridos.
Todo ello, tras los escenarios de un festival que se desarrolla mientras Laura, irremedibablemente, se ve cada más inmersa en las actividades delictivas de Lino (Noé Hernandez) y sus secuaces. Como recompensa, Laura acabará siendo Miss Baja California, pero la condecoración no será gratuita, y tendrá que lidiar sexualmente con un viejo general también envuelto en las redes del narcotráfico.
Producida por Diego Luna y Gael García Bernal (Canana Films), “Miss Bala” es un crudo retrato del clima violento que vive la sociedad de la ciudad fronteriza donde se desarrolla el film. Tal como plasmaría Luis Mandoki un año más adelante en “La vida precoz y breve de Sabina Rivas”, el director Gerardo Naranjo consigue mostrar el fuerte contraste entre las ilusiones de la juventud humilde y los sueños rotos y corrompidos por las circunstancias donde se enmarca su protagonista.
Stephanie Sigman se convierte en ese rostro del papetismo humano, de cómo una vida envuelta en las redes del narcotráfico es aterradoramente imprescindible y sólo una herramienta más de usa y tirar, para los fines de quienes se lucran mediante el delito, ante los ojos impasibles de las autoridades mejicanas. Algo que, en la vida diaria del país centroamericano, es mucho más real durante el día a día que en la ficción de los 113 minutos del largo.
Stephanie Sigman interpretando a Laura, durante el largo
Aunque la película comienza con una explosión emocional de fuerza en realización, y aun dejando durante el largo escenas cargadas de talento, lo cierto es que la película declina en un final tibio, quizás en exceso, que resta al film la destreza entre violencia y contención que muestra durante buena parte del trabajo de Gerardo Naranjo.
A pesar de la poca verosimilitud de algunas de las escenas que conforman del guion el realizador escribiera conjuntamente con Mauricio Katz, la película se despliega casi a modo de documental. Un documental potente, de denuncia, que no consigue un resultado redondo, pero que regala momentos de genialidad fílmica.
Dafne Calvo
Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.
Blog - Más publicaciones