Revista En Femenino

Misterios sin resolver

Por Karusa @karusa

Hace unas semanas, un domingo cualquiera, me quedé de Rodríguez. Con los dos. Mi primera vez con el punki y el sonrisas sin su padre. R y C para mí solita. ¡Qué ilusión! ¡Qué alegría! ¡Qué emoción! ¡Qué subidón!

La mañana transcurre tranquila. Voy con los 2 a comprar al mercado y se  portan fenomenal. Encima, la abuela P llama para ver si necesito refuerzos y acepto. ¡Lo estamos pasando genial! A las 13.30 se va la abuela P y todo sigue en orden. Como y hasta hago una siesta…¡de lujo! Esto de estar con los dos yo sola es pan comido.

Por eso, cuando me llama mi amigo W para proponerme una trampa mortal enmascarada de tarde en la ludoteca le digo…Yes, I Can! A las 5.30 estoy allí!

Abrigo a las criaturas y después de poner a R en el cochecito me cargo a C en el canguro. ¡Un plan perfecto! Además, tenía muchas ganas de conocer Peek-a-Boo, me habían  hablado fenomenal de este sitio:  salas para pintar, para dibujar, una sala de lectura, otra de juegos…¡y tobogán! No era el típico centro con jaulas y piscinas de bolas, que dígase de paso odio con toda mi alma.

Cuando llevo un rato caminando y empieza la cuesta arriba sospecho que quizás no he tenido la idea más brillante de mi vida. Me coincide con la subida de la leche y aunque estemos en plena ola de frío empiezo a sudar como lo hacen los pollos al ast. Literal. Pero entonces veo un cartel luminoso a lo lejos. Me encantan los letreros luminosos…Me obnubilo: “¡Qué sitio tan cuco!”

Entro. Pago y me encuentro con una serie de preguntas sin respuesta…¿soy yo o hace calor aquí dentro? ¿dónde dejo al pingo si me saco el abrigo?  ¿Cómo me voy a agachar para sacarle el abrigo a R con el otro encima?  ¿cómo vigilo a R entre esta vorágine si le tengo que dar el biberón a C? ¿Dónde dejo todos mis trastos? ¿Y si me entra pis? ¡Por favor que no me entre el pis! Y la pregunta más importante ¿Cómo narices se me ha ocurrido venir a este sitio? ¿Me he vuelto loca? ¿Será cierta la teoría de El Enigma?

Feliz saliendo de casa, sin saber muy bien dónde me metía...

Feliz saliendo de casa, sin saber muy bien dónde me metía…

No sé cómo consigo aparcar el carrito, descalzar al mayor y encontrar a mi amigo W, a quien le enchufo al pequeñajo mientras me saco el abrigo, el jersey, la bufanda y la madre que los parió. Me seco el sudor con un Kleenex que me encuentro tirado por ahí, le preparo el biberón a C y se lo doy, disfrutando de 5 minutos de milagrosa tranquilidad de R. Pero como dice la señu de mi primogénito, “R es un explorador” así que el nene tarda ni más ni menos minutos en dejar la sala de pintura para ir de un lado a otro con su madre desquiciada persiguiéndole con otro mico en brazos.

Entonces me llaman al móvil y como ya soy una autómata incapaz de pensar con dos dedos de frente lo cojo. En ese momento el niño se mete en una sala donde yo no puedo entrar con zapatos, pero los llevo puestos. En vez de salir tras el niño no sé cómo se me ocurre ni tampoco sé cómo consigo sacarme los zapatos, de cordones, con el otro en brazos. Para cuando he conseguido atrapar a R ya está con las manos dentro del wáter, de esos pequeñitos para niños. Y luego me quejo. La llamada no tiene importancia, es de Jazztel.

Por si fuera poco, el pequeñito va regurgitando a todo meter dejando un rastro en mi pelo, en mi camiseta y también en el suelo. Y en ese mar de leche saco mi carnet de mala madre y hago como si no me doy cuenta ante la inquisidora mirada de las otras madres…pero me salva una niña de unos 4 o 5 años que saca el desayuno, la comida y la cena por el tobogán, provocando una reacción en cadena de las e inspiraron a William Friedkin en El Exorcista. Justo a tiempo.

Después de 45 minutos de desesperación consigo parar y mirar a mi alrededor. Entonces flipo de verdad. ¿Es que soy la única madre aquí? Porque yo he venido prácticamente en chándal, con un agujero en el calcetín izquierdo, con una camiseta que apesta a leche agria y con la coleta mal puesta. Por supuesto ni pintada ni peinada. ¡Ah! Y pegando la gran sudada. Afortunadamente el desodorante no me ha abandonado. Aún. Entonces llega mi última pregunta sin respuesta: ¿de dónde han salido las otras mujeres? ¡Qué monas van! ¡Y qué arregladas! ¡Con manicura y todo! Hay una con una camiseta negra “efecto purpurina” que me iría de miedo para el día de Navidad… ¿Cómo se lo montan? En un momento dado hasta me pregunto si en realidad estoy en un club de divorciados con hijos que vienen a ligar…

En fin, tendré que volver otro día, eso sí, sin niños, para resolver el misterio.


Volver a la Portada de Logo Paperblog