Mientras tuve empleo creo que fui una buena trabajadora. Responsable y serie. Siempre llegaba antes para adelantar trabajo y no dejar nunca nada atras y nunca me importaba quedarme hasta mas tarde. Lo hacia todo lo mejor posible y de buena gana. Pero a la vista está que no me fue bien. Durante un tiempo me valoraron pero despues me trataron como una mierda.
La verdad es que no he tennido suerte con los trabajos y la verdad no se en que me he equivocado a la vista de los resultados y de mis esperanzas.
He encontrado un articulo bastante interesante, es un poco largo pero merece la pena. Lo he encontrado en la web de El Pais
Lo comparto
La maldición bíblica del “ganarás el pan con el sudor de tu frente” no ha hecho sino empeorar con la crisis. A esta época de vacas flacas en el mercado laboral, que hace que muchas empresas abusen de sus empleados, se suma el gran cambio que sufre el modelo de trabajo tradicional, que empieza a tener los días contados, y en el que el presentismo o los horarios muy estructurados -entre otras cosas- irán desapareciendo poco a poco.
Malas noticias para los trepas, pelotas, los diestros en el difícil arte de no hacer nada, simulando estar muy ocupados, o los que pasan la jornada laboral subiendo cosas a Facebook. Buenas perspectivas, sin embargo, para los trabajadores, las mentes creativas y los que saben ver el otro lado de las cosas. Pero este futuro próximo llegará, con retraso, a España, que siempre ha suspendido la asignatura de buenas prácticas laborales y que se sitúa entre los países de Europa que más horas trabajan y menos producen.
¿Qué tal si para empezar vamos desterrando antiguas ideas e ingresamos, laboralmente hablando, de lleno en el siglo XXI?
1. No hay que desperdiciar ninguna oportunidad laboral.
Siempre es mejor trabajar que estar parado. Aceptar una oferta laboral que no nos seduce de antemano es como empezar una relación con alguien que no nos convence del todo. Una mala idea, porque lo que es casi seguro es que en cuestión de pareja y trabajo, es donde las leyes de Murphy –por si no lo saben hay más de una– tienden a cumplirse con más exactitud. Y si partimos de una situación no demasiado afortunada, el infeliz final llegará mucho antes de lo previsto. Claro que no todo el mundo está en la situación de elegir y las cuestiones económicas pueden pesar más que las aspiraciones laborales.
Por supuesto que muchas personas pueden verse obligadas a aceptar cosas que no entran dentro de sus objetivos, pero el límite estaría en tratar de conservar siempre nuestros principios y dignidad, porque ceder en nuestros valores no acarrea nada bueno a la larga.
Perdemos a nivel personal, nos sentimos frustrados y la frustración continuada puede derivar en depresión. Hay por tanto que buscar otras alternativas, porque siempre las hay.
2. Las empresas buscan personal sumiso, dócil y que no cree problemas.
Cuando la mano de obra sobra y los puestos de trabajo escasean es muy normal que la gente adopte una actitud de sumisión, dispuestos a todo con el fin de que sus nombres no acaben en la lista del próximo ERE. Uno de los mayores fallos de los trabajadores en España es un exceso de miedo, y cuando se entra en esa dinámica no se pregunta, se evita plantear cuestiones y, por lo tanto, se sobreentiende o se hace una valoración personal de la situación o la tarea, que no siempre es correcta, lo que acarrea más problemas, miedos y tensiones.
La actitud ideal que debe mantener una persona en una entrevista de trabajo, dista mucho de la de alguien sumiso, por lo menos para puestos de trabajos algo cualificados. Lo que se busca es alguien que muestre seguridad en sí mismo, pero sin ser arrogante. Con la crisis, la edad de contratación ha subido, porque se busca gente que produzca, que tenga iniciativas, que sepa salir de los problemas inesperados y que, incluso, pueda apagar fuegos en otras áreas que no son de su competencia. Y para todo eso se necesita cualificación y experiencia. .
3. Todos somos reemplazables.
Frase que cualquiera con un mínimo de pasado laboral habrá oído más de una vez en boca del jefe, a modo de amenaza, y que dibuja un panorama de personas idénticas, con las mismas cualidades. Robots que cuando se estropean son sustituidos por otros nuevos con la misma programación. ¿Eran reemplazables Picasso, Einstein o Gauguin? Según muchos empresarios, sí; pero esos directivos habrían perdido fortunas si considerasen a estos genios como gente corriente y reemplazable.
En todas las empresas hay personas claves, cuya pérdida sería lamentable, aunque también es verdad que el conocimiento debe estar en la organización y no en los individuos. Esta es la única forma de que la empresa siga funcionando y tenga futuro, aunque los trabajadores mejor formados se vayan, tan solo hace falta un elemento muy simple, la comunicación. Un bien fácil, gratuito y asequible a todo el mundo, pero que, sin embargo, escasea a menudo en el ámbito laboral. La comunicación es esencial en una empresa. Si no hay buena comunicación, si no hay una estrategia clara de lo que se pretende, la gente tira cada uno por su lado y así no se llega nunca a la meta.
4. Nunca hay que cuestionarse las reglas básicas de la empresa.
Avanzar, innovar y modernizarse, significa cuestionarse las normas anteriores. Mientras muchas empresas en el mundo están cambiando su modelo de productividad, sus horarios o su forma de organizarse, en España seguimos anclados en el tradicional modelo de trabajo, en parte por la gran proporción de Pimes que hay en nuestro país.
En muchos casos son empresas familiares, en las que el dueño es el que las gobierna, generalmente con ideas bastante poco innovadoras. Las multinacionales son más flexibles y asumen antes los cambios que los empresas pequeñas. Otro de los problemas de España, a nivel laboral, es la falta de confianza entre el empresario y el trabajador, porque se tiene la idea de que el primero es un cabrón y el segundo una víctima. En otros países son más conscientes de que uno no puede vivir sin el otro y, por lo tanto, deben tener unas relaciones amistosas para el bien de los dos.
5. Hay que evitar hablar de dinero, ya que nos hará parecer unos materialistas.
Algunos manuales antiguos sobre cómo preparar una entrevista de trabajo aconsejaban no preguntar sobre el sueldo del puesto al que estábamos aspirando. Como si el trabajador fuera un espíritu puro que no necesitara de ningún bien material para existir. Hoy en día, nadie en sus cabales aconseja semejante cosa y en muchos países, como el Reino Unido, las ofertas de trabajo que se anuncian en los periódicos o webs, incluyen ya un salario aproximado para el cargo.
En la entrevista de trabajo hay que hablar también del salario, de la misma forma que se habla de las condiciones laborales, horarios o requisitos y aptitudes para el cargo. No se trata de que sea la primera pregunta a formular por el potencial trabajador, pero sí que debe quedar claro al final de la entrevista. El temor a hablar de dinero en el trabajo es otro de los miedos que hay que superar. De la misma manera que si uno cree que se merece un aumento de sueldo debería pedirlo de una forma delicada y respetuosa -nunca arrogante- porque el no ya lo tiene.
Yo lo he encontrado interesante, aunque haya perdido toda la esperaza de encontrar un trabajo. Espero que a ti si te sirva de ayuda.
https://www.facebook.com/El-rincón-de-Mayriel-29821251353809