Bueno, pues lo que llevan sufriendo muchas madres durante mucho tiempo en el mundo laboral, ya tiene nombre: Mobbing maternal laboral. No sé si esto es bueno o malo.
Según un estudio de la Fundación Madrina, más de 200 mujeres sufren algún tipo de exclusión social o laboral por haber decidido ser madres.
Algunos ejemplos: problemas para pedir días libres para hacerse cargo de sus hijos, negarles un horario más flexible, relegarlas a cargos inferiores respecto a su preparación y capacidades profesionales, hasta llegar al despido improcedente.
Debido a que en muchos casos, los problemas son difícilmente demostrables, la mujer termina por abandonar el puesto de trabajo.
En el otro lado están muchas otras mujeres que renuncian a la maternidad o prefieren quedarse con un sólo hijo para poder seguir trabajando. En concreto son un 85% de las españolas que trabajan, según otro estudio, esta vez de la Fundación Acción Familiar.
Más datos: Más de la mitad de las mujeres que trabajan no tienen hijos, la mayoría para evitar todos esos problemas que hemos englobado antes bajo el nombre de Mobbing Maternal Laboral. Comparándonos con la Unión Europea, estamos a la cola en protección a la maternidad.
Detrás de todos estos datos, para nada alagüeños, están muchas realidades personales de madres que sufren ansiedad, estrés, angustia porque quieren llegar a todo. Y no es para menos. Después de años estudiando para conseguir un buen trabajo, no es fácil tener que renunciar a ello. Pero de repente un día te das cuenta de que también quieres ser madre, algo de lo que por cierto, durante tu juventud poco te hablaron. ¿Qué haces entonces? La respuesta correcta, ojalá la tuviera.
Por otro lado, puestos a dar nombres, además del Mobbing maternal laboral, creo que existe uno maternal social. Me explico. Las mujeres que deciden trabajar, además de sufrir lo que nos dicen los estudios arriba citados, son mal vistas y catalogadas de "malas madres". Las mujeres que deciden quedarse en casa, son tildadas de "mantenidas". Y lo peor, me atrevería a decir que buena parte de las críticas vienen de otras mujeres y no del sector masculino de la sociedad.
Lo que sí que tengo claro es que de una vez por todas deberíamos desterrar el eterno sentimiento de culpabilidad provocado por nosotras mismas o por la crítica social, la cual, y esto es lo que me parece más grave, como ya he dicho antes, viene de otras voces femeninas. Parece ser que para justificar nuestra propia decisión hemos de demoler la opción contraria; cuando todas debieran ser igualmente válidas, respetadas por la sociedad y protegidas por la ley. O al menos eso creo yo, en mi humilde opinión.