[Moda en Serie] El estilo de los chicos del MacLaren’s

[Moda en Serie] El estilo de los chicos del MacLaren’s

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Adriana Tejada Cuadrado 7 abril, 2014 0

El estilo de los protagonistas de How I met your mother. Vale, hablemos de Cómo conocí a vuestra madre. Y no, no me voy a recrear en el final del episodio, mi terapeuta y yo hemos acordado que no volveremos a sacar ese tema. Hoy vamos a hablar de cómo visten, perdón, vestían, los chicos de la serie, de cómo perfilar los personajes a través de la ropa.

Marshall Erikesen, ese abogado tan bonachón y gracioso es, probablemente, quien menos evoluciona (en materia estilística estamos hablando) de la serie. Kilos arriba, kilos abajo, ha cambiado poco en estos nueve años. Tal vez en el pelo sea donde se haya notado un poco más el paso del tiempo, pero lo cierto es que siempre se ha mantenido igual: vaqueros, jerséis y camisetas debajo. Con el paso del tiempo, lo hemos visto con trajes, siempre correspondientes a su faceta laboral. El estilo de Marshall es, como su personaje, un hombre normal, que pasa de ser un chico al Judge Fudge de la serie. En la última temporada le hemos visto con mucha camisa de cuadros. Mucha, en singular.

Después de Marshall, evidentemente tendremos que pasar a Lily. La joven pelirroja que vestía más al rollo Sunnydale que Nueva York, evolucionó en una mujer que casi siempre lleva pantalones y chaquetas. Parece ser que las telas mezcladas y los colores ocre han derivado en tonos más fríos, como el azul o el malva, siempre combinados con algo blanco o plata. Las veces que ha tenido un punto más excéntrico, ya se han encargado sus amigos de recordarle que las capas son ridículas. El pelo, que comenzó siendo corto, acabó como la melena de la serie, justo al contrario que su némesis (en el buen sentido, claro) Robin.

Mosby, Ted Mosby, ese chico con el que muchos empezaron a cogerle cariño a las historias del abuelo Cebolleta. Pobre chico, la verdad es que da un poco de pena en la vida sin saber qué hacer… y sin usar traje, que añadiría Barney.  Él necesita darle una segunda oportunidad a todo, incluyendo a las camisas feas que puede haber lucido en más de una ocasión. En su etapa como profesor universitario, abandona las camisetas o jerséis, para usar chalecos y corbatas combinadas con vaqueros. Puede que siga sin saber qué hacer con su vida, pero oye, lleva ropa más molona, porque anda que los 4 tonos de marrón y 3 de negro de la primera temporada… Y no, no me pronunciaré sobre esas botas… porque yo tengo unas iguales.

Robin, la eterna reportera puteada. Ignorando su faceta de ‘Ir al centro comercial’, la serie comienza con un jersey verde que le hace resaltar el cabello negro y los ojos azules. Esa imagen es la que se nos quedará a todos de ella, aunque nunca en la serie la hayamos vuelto a ver así vestida. La serie comienza con muchos pantalones y se va dirigiendo cada vez más a las faldas y los vestidos de coctel. Las blazer abiertas y en tonos fuertes suelen adornar su ropa, y acostumbra a llevar zapato plano, probablemente porque con su 1,73 de estatura, con poco que le pongan alcanza a sus chicos en la serie.  Para ella suelen reservar los colores fuertes, y grandes bolsos cuando estuvo en estado. Y es que, su embarazo y el de Lily son, probablemente, los dos peor disimulados de la televisión norteamericana.  Al contrario que el de Lily, el pelo de Robin ha ido decreciendo temporada tras temporada, aunque con mayor movimiento más corto.

Por último, el que, o ha sido mejor dicho, la gran estrella de la serie. Desde hace nueve años, no creo que haya ningún traje que haya visto en un hombre mínimamente atractivo que no me haya hecho pensar en él, en Barney Stinson. Este genial rubito ha protagonizado uno de los mejores momentos de la serie, llevándolo a su terreno por supuesto, con el Nothing suits me like a suit, prefiriendo a los trajes por encima de una mujer, y no de una cualquiera, de una por aquel entonces Stacy Keibler, antes de pasar por las portadas de medio mundo por ser la novia de George Clooney (se ve que le van los…

Bueeeeno y volviendo a Barney, ninguna corbata del mundo, ni cinturón ni pañuelo serán suficiente para suplir lo que le vamos a echar de menos. Siempre nos quedarán los patitos.

Y es que, queridos míos, la sombra del MacLaren’s es alargada.

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