El complicado transito de la City porteña ha dado lugar a un nuevo fenómeno. Acompañada de una fiebre vintage y de problemas de tránsito cada vez mayores, la motoneta volvió a ser una de las opciones preferidas a la hora de comprar un transporte motorizado. Económica, de tamaño reducido, fácil para maniobrar y estacionar, la motoneta es furor en Buenos Aires.
Cansado de las demoras cotidianas en el tránsito y la incomodidad general del servicio de transporte público, Santiago Giambruni, un abogado de 29 años, compró una motoneta de apariencia vintage, pero equipada con tecnología del siglo XXI. “Me cambió la vida. Antes tomaba el subte y tardaba 40 minutos desde mi casa en Palermo hasta el trabajo en el microcentro; ahora llego en 15 minutos“, dice este empleado de una sociedad de Bolsa, vestido con pantalón gris, camisa blanca, zapatos y casco.
Cuando el porteño sale de su casa e intenta tomar algún medio de transporte público que lo deje en el trabajo, los obstáculos suelen conspirar en su contra: en hora pico el subte va repleto, el colectivo siempre se demora y el tren muchas veces no llega hasta el lugar deseado. En este contexto, en el que ninguna alternativa parece ser la indicada, la motoneta, al parecer, va camino a recuperar la presencia que supo tener en los 50 y 60.
La Vespa italiana ya es casi un objeto de culto -no muy económica, por cierto- aunque hay imitaciones en versiones más accesibles -Zanella, Motomel y Kymco, entre otras-, que cuestan entre 12.000 y 22.000 pesos.
Hoy la motoneta tiene el 3% de la participación en el mercado y en 2013 se vendieron 20.000, el doble que en 2012, según datos de la Cámara de Fabricantes de Motovehículos (Cafam).
Las usan, en su mayoría, porteños de 25 a 50 años que realizan tramos cortos desde sus casas al trabajo, y el dato destacable es que cada vez más mujeres las adquieren porque son muy fáciles de usar.
Para Roberto Gariboti, un administrador de empresas de 26 años que trabaja en una sociedad de Bolsa de Puerto Madero, la inseguridad fue la principal razón que lo llevó a comprar una. “No sabía andar en moto, pero la quería igual porque estaba cansado de viajar con miedo a que me roben. Ahora manejo mis tiempos y la tranquilidad que tengo es impagable. Además, en los días de mucho calor, llego sin transpirar la camisa“, dijo.
Entrar impecable al trabajo también era una preocupación para Marcelo Brancos, un economista de 50 años que trabaja en un banco de Puerto Madero. Compró una motoneta y ahora, dice, viaja más fresco, y sin ensuciarse el traje. “Tengo una Kymco Like 125 desde hace dos años y fue lo mejor que me pasó para venir al centro. Llego rápido a todos lados y puedo estacionarla donde sea. Además de ser práctica, tiene moda y lujo“, cuenta el ejecutivo que ahora planea comprarse una de fabricación italiana.
“Lo que más se busca es la Vespa de los 90 porque viene con caja de cambios, rueda de auxilio y motor de dos tiempos. Ahora salió la LX de la misma marca italiana, que sale 72.000 pesos; Zanella y Motomel ofrecen un scooter muy parecido a esa por 12.000 y si bien la diferencia de precios hizo que aumente considerablemente la demanda, ninguna se compara con la clásica“, explicó Gustavo Cordones, dueño de un local de reparación de motos antiguas y modernas en Pilar.
La mayoría usa la motoneta para desplazarse de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. Pero Ariel Pascuali, un fotógrafo de 31 años que trabaja como despachante de aduana en el centro porteño, la eligió además como herramienta de trabajo: “Me compré una Piaggio modelo 1997. Si bien es de paseo, la uso para ir al puerto, a Ezeiza y a los depósitos fiscales. Al principio me daba miedo porque era la primera vez que manejaba una, pero de a poco me fui sintiendo cada vez más libre“, dijo.
Los scooters vienen ganando mercado. Mientras en 2011 representaban el 1%, a fines de 2013 llegaron a un 3% ya que se vendieron 20.000, casi el doble que el año anterior. Se cree que para lo que resta de 2014 podrían alcanzar el 5% o el 6% del mercado, según datos de Cafam. “Esto se debe, en parte, a que la demanda está creciendo y, además, no se vieron afectadas por el impuesto a los vehículos de alta gama porque son más baratas“, dijeron desde la presidencia de la Asociación Argentina de motovehículos.
Luego de que los fabricantes de motocicletas se quejaran al verse perjudicados por el impuesto a los bienes de lujo, votado por el Congreso a fines de 2013, el Gobierno lo reformuló. “Afortunadamente, el impuesto se cobra a partir de los 28.000 pesos y eso beneficia la compra de este tipo de vehículos que están por debajo de ese precio“, explicó Walter González, vendedor de motonetas en el microcentro. Viviana Lucero, empleada en otro local, coincidió: “Cada vez vendemos más porque no las alcanzó el impuesto y están de moda“.
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