Modalidades de juego

¿Qué hacer cuando tras acabar un videojuego no tenemos otra para saciar esa necesidad de experimentar nuevas aventuras? Hoy en día, debido a la fácil accesibilidad de todos los productos que ofrecen la era digital, parece complicado que la respuesta ni tan siquiera planteada. De hecho muchos somos los que uno tras otro vamos acumulando títulos en nuestro haber – y lo que es más triste – en nuestro debe. Pero anteriormente no era así, de hecho cuando uno acababa el juego debía reinventarse, para sacarle mayor partido a éste.

Los retos eran comunes y siempre se buscaba la forma de exprimir al máximo aquella compra cara y tan costosa de conseguir (yo a lo sumo conseguía un par de títulos al año) Esto hacia que muchas modalidades de juego surgieran de nuestras ingeniosas mentes, de hecho acto seguido se realizará un breve listado de aquellas que más me llamaron la atención en su día. Y con las que sin duda no sólo alargue la vida de aquellos títulos sino que además mejoré mis dotes como “gamer”.

Speed Run

Sonic The Hedgehod sin duda fue uno de esos títulos que venían junto a mi Master System II, creo que fue una maravillosa compra que mis padres siempre rentabilizaron, ya que tras tener Alex Kid in Miracle World y el mismo erizo azul, no había excusa para ir pidiendo videojuego nuevo. Eso generó en mi una curiosidad algo extrema en saber hasta que punto debería saber exprimir aquel título.

Durante tiempo, intenté superar las fases de aquel sencillo y sobre todo veloz título. Coger aquellas zapatillas y empezar a correr lo era todo, ya que mi único objetivo era saber en cuanto podía rebajar cada fase. Sin duda el poder pasarme el juego en menos de una hora era algo que debería estar en cualquier currículum “gamer”. Esta forma de jugar y sobre todo gracias a las nuevas tecnologías se ha extendido bajo el apelativo de “speed run” y muchos son los que han ido colgado esos magníficos videos sobre como pasarse cualquier fase dejando los objetivos atrás.

Hoy en día no sólo se puede aplicar este efecto a los juegos plataformeros, sino que mis últimas experiencias en Left 4 Dead o Call of Duty Mordern Warfare en los niveles de dificultad extremo o veterano respectivamente, hacen que uno se cuestione si este estilo de juego se aplica por placer o simplemente por necesidad.

A cuchillo

Haciendo referencia a los shooters, una de las grandes hazañas que éstos podían ofrecer era pasarse un título completo “a cuchillo” o en su defecto a “golpe de puñetazo”. Daba igual si era más complicado, daba igual si tenías que retroceder por los infinitos pasillos que el programador había desarrollado, ya que el objetivo estaba claro sólo vencer tras el uso de ese afilazo objeto.

Hoy en día parecerá una tontería pero utilizar el golpe de culata para vencer o aturdir a nuestros enemigos genera un placer inusual en mi. Una estupidez, sin duda, pero me arrepiento de las horas que jugando a Doom o a Duke Nukem utilizaba esta opción para alargar la experiencia. Aunque en el caso del Duke eran las patadas y no los puños.

Por lo que supongo que cuando hoy premian con logros ese gesto o simplemente conseguir X muertes seguidas utilizando tal técnica no puedo mas que sonreírme al comprobar que en mi infancia no necesitaba trofeos para sentir satisfacción por los actos “heróicos” de verdad. Aunque sin duda no deja de ser satisfactorio que algunos programadores recompensen este gesto como un guiño al pasado.

Perfect

Pocos juegos de lucha he tenido en mi casa, de hecho 3 serían los títulos: Killer Instinct, Tekken 3 y Kinnikuman 2nd Generations. En los dos primeros me dejé horas y muchos callos en los pulgares para realizar los combos y técnicas imposibles, el último simplemente es uno de esos juegos de los que un día hablaré sólo por expresar lo freak que uno se siente al llevar a “Musculman”.

Sí, pocos juegos, pero con retos importantes, pasarse el Killer Instinct con cada personaje en difícil no fue suficiente para un chaval de 13 años con todo el tiempo de su aburrida vida por delante. Así que había que buscar una fórmula que lo llevara al extremo. Fórmula que luego fue reproducida años más tarde – con menor porcentaje de éxito – con Tekken 3. Y no es otra que la de pasarse el juego en el máximo nivel, acumulando perfect.

Para hacer honor a la verdad cabe decir que lo que al principio fue una tortura luego fue posible tras elegir a Spinal – mi personaje favorito – y combinar ultra combos hasta la extenuación. Aunque la experiencia acabó en el esqueletico compañero que a sonido de “Co co combo breaker” rompió más de una vez mis sangrientas ampollas de mi maltrecha mano izquierda.

Goleada

Como en el anterior género, pocos fueron los títulos que cayeron en mis manos. Recuerdo ese Italia ’90 de la Megadrive de mi tío y los siguientes Super Soccer y International Super Star Soccer Deluxe de la Super Nintendo. Horas, digo semanas enteras fueron destinadas en perfeccionar nuestras técnicas más ocultas.

Mi hermano y yo compartimos muchas disputas, de hecho la cosa empezó a ponerse seria cuando el cabrón – digo el muy adorable – empezó a ser realmente competitivo. Para prepararnos recuedo que nos picábamos haciendo ligas, donde los puntos eran lo de menos, la cantidad de goles esa era nuestra meta. Conseguir 20 a 0 con Brasil era algo relativamente sencillo, conseguir 14 a 1 con Bélgica o Japón tenía su miga.

No, no eran juegos hiper realistas, de hecho los nombres de los jugadores ni existían y aunque le pusieramos mucha originalidad nuestro Romualdo no era Romario ni por asomo. Pero ahí quedan esos torneos, ligas e incluso competición de goles de corner directo que nos llenaron grandes tardes de mi alejada infancia donde poco importaba que tipo de jugabilidad se ofreciera, ya la buscabamos nosotros.

Only One Live

Mario Bros, o mejor dicho Super Mario All Stars, creo que fue junto a las anteriores adquisiones citadas en “Speed Run” más amortizadas por mis progenitores. De hecho, no solo me pasé todos los títulos que ofrecía aquel magnífico cartucho sino que me empecine durante un par de meses en pasarme el título con una sola vida. ¡Menos mal que se podía guardar partida!

No recuerdo exactamente que Mario fue pasado en esa modalidad, sin duda no fue el Lost Levels tremendamente complicado. Pero el objetivo era claro, memorizar hasta los saltos que se debían dar para no caer o para conseguir esos “trucos” que nos tubo – trasportaban a zonas más alejadas del juego. Creo recordar que hasta mi “pequeño e incasable hermano” contribuyó a tal causa.

El objetivo estaba claro, morías, Reset y a volverlo a intentar. Quizás no tenga nada que ver con la dificultad, pero hoy en día la dificultad de muchos títulos en irrisoria y cuando conceptos únicos como Demon’s Souls desespera al más paciente, me hace sonreir cuanto menos ya que gracias a la introducción del consumismo puro y duro en el sector nuestras habilidades como “gamer” se han visto mermadas considerablemente.

Ojos cerrados

Una locura, así definiría sin duda alguna esta proeza. ¿Si lo he intentando? Afirmativo, ¿si lo he conseguido? ¿Estáis de coña? Creo como mucho he pasado alguna tarde echandome unas risas cuando con Mario Bros Mundo 1-1 intentábamos avanzar sin sentir la musiquilla que anunciaba nuestro fin. ¿Se imaginan hoy en día pasarse Bayonetta así? !No hay cojones!

Y creo que así empezó todo, de hecho creo que en este periodo de mi vida donde el dinero empieza a destinarse a lo puramente esencial retomaré muchos de los títulos de mi extensa colección y los retomaré a ciegas. ¿Estáis locos o que? A no ser que un Notario certifique tal proeza y cobre cada mes por tener un record guiness en mi posesión no me busquéis por la red esperando a pasarme Borderlands entero con los ojos cerrados.

Muchas locuras, todas ellas llevadas a un extremo máximo para conseguir un mayor grado de diversión. Locuras que han ido quedando en el olvido y que han provocado un sensible aletardamiento en nuestra forma de jugar. Hoy en día nuestro estilo es más frágil a la dificultad, nuestra capacidad de sufriemiento o superación se ha visto mermada y sólo si alguien nos viene con un típico ¡No hay cojones! Sacamos algo de nuestro “punt d’honor” y nos lanzamos a la busqueda de tal reto.

No sé, a lo mejor me dejo millones de experiencias mágnificas pero las que se han enumerado son a las que mayor cariño le tengo y sin duda aquellas que hicieron de tediosas tardes experiencias inolvidables que le llevaron a uno a ser lo que es hoy. Un misero gamer empedernido nostalgico pasado que como suelen decir “siempre fue mejor”