En un artículo publicado por Rogelio Altisent, profesor de Bioética, en Diario Médico se analiza el modelo Zara y su posible aplicación a los Comités de Bioética.
Zara forma parte de un grupo español de cadenas de moda que es actualmente una de las empresas con mejores resultados del mundo. Lógicamente, su modelo ha sido analizado con detalle. Al parecer, una las claves de su éxito es el llamado "modaprontismo". Zara no pretende crear colecciones originales cada temporada diseñadas por gurús de la moda. Sus creativos diseñan prendas según las preferencias que detectan en sus clientes y en los ambientes jóvenes. Su truco está en captar las tendencias. No pretenden crear moda absolutamente original, sino conocer lo que a la gente le gusta vestir y fabricarlo a bajo coste para colocarlo en los escaparates de sus tiendas en pocas semanas. Aplicando esta estrategia parece que no les va nada mal.
He pensado que podríamos aplicar esta lógica a los comités de ética asistencial y a las comisiones de deontología de los colegios profesionales. Considero, y me parece que bastante gente comparte esta reflexión, que muchas comisiones de ética tienden a tener un funcionamiento muy pasivo. Además, a menudo se escuchan quejas de que reciben pocas consultas de casos. Considero que esto ocurre, en buena medida, porque no hemos captado que en ética, al igual que en medicina, la prevención puede ser tan importante como la curación o la paliación.
Las tres funciones clásicas de los comités de ética han sido: recibir consultas de casos con problemas éticos, emitir recomendaciones éticas y la formación en bioética. Pero además, los comités deberán realizar una tarea activa, que va más allá de las paredes de la sala de reuniones, con el objetivo de conocer y diagnosticar lo que realmente preocupa a los profesionales y a los pacientes desde la perspectiva ética.
La madurez de un comité de ética se alcanza cuando se convierte en una pieza necesaria en el organigrama de una institución, para lo cual hay que eliminar la etiqueta de que es un grupo de aficionados a la ética que son mirados con respeto pero con cierto escepticismo por una mayoría que no acaba de comprender su tarea.
Merece la pena que los directivos de las instituciones valoren la trascendencia que tiene impulsar las comisiones de ética, exigiendo a la vez eficiencia en el desarrollo de su actividad. Hay que abrir la etapa de la evaluación de los comités de ética, introduciendo indicadores de calidad. Un indicador necesario será la sintonía con las necesidades reales de los profesionales. El modelo Zara puede servir de inspiración.