Edición:Salto de Página, 2015Páginas:144
ISBN:9788416148172
Precio:14,90 €
Aún no ha cumplido los treinta, pero Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) ya lleva tiempo instalada en el circuito literario. Ha publicado cuatro libros: las novelas Cuando fuimos los mejores (2007), De música ligera (2009) —ambas finalistas del Premio Euskadi de Literatura— y La línea del frente (2017), y la compilación de relatos Modelos animales (2015), que comprende textos inéditos y algunos publicados previamente (uno de ellos, «Famous Blue Raincoat», recibió el Premio Cosecha Eñe 2014). Es, además, un nombre habitual en las antologías de autores jóvenes, y no son pocos los que la consideran una de las escritoras españolas con más potencial de su generación. También cuenta con una sólida formación universitaria: es licenciada en Filología Inglesa y doctora en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, con una tesis sobre «la representación de la tortura en la ficción televisiva tras el 11 de septiembre», tal como reza su biografía. Este bagaje académico se nota, y mucho, en su narrativa, como comentaré a continuación.
Este volumen reúne siete relatos, de épocas diferentes («True Milk», por ejemplo, vio la luz en 2011 en la antología Mi madre es un pez de Libros del Silencio), y por lo tanto de diferentes grados de madurez, aunque en conjunto mantienen el nivel y están en sintonía con respecto al contenido. El primero, «Modelos animales», aborda un juego de espejos entre una dramaturga y la actriz principal de su obra (y con un gato). El cuento, que transcurre en Canadá, donde la dramaturga pasa una temporada, plantea una obsesión enfermiza por parte de la primera («No puede ser buena toda esta energía que no libero. Soy una tetera a punto de silbar; un peligro radiactivo», p. 24). En «True Milk» (nótese el guiño a la serie de vampiros), una chica da a luz a un bebé que toma leche diluida en sangre; de nuevo, una representación macabra de la realidad, adulterada por el imaginario gótico. Otras historias poseen una naturaleza más realista, en el País Vasco del cambio de milenio, como «El cielo de Bilbao» o «Romperse», retratos generacionales de los adolescentes de principios del siglo XXI, que abarcan Internet y los trastornos alimenticios, todo con su dosis de crudeza. El resto, «Doble», «Famous Blue Raincoat» y «Abu Ghraib», exploran asimismo diversas formas de brutalidad.
Aixa de la Cruz escribe con voz de mujer cosmopolita y cultivada del siglo XXI, que ha estado en contacto con otras culturas (así lo demuestra en algunos relatos) y no solo se nutre de libros, sino que las series, el cine y la música ocupan un papel importante en su formación; un híbrido entre la erudición y la cultura popular. Todo esto, para lo bueno y para lo malo. Muchos escritores se identificarán con esta descripción, pero no a todos se les nota cuando escriben, o no tanto como a ella (por ponerla en relación con otra autora de su edad, Aixa de la Cruz sería lo opuesto a Jenn Díaz, más afín al costumbrismo del siglo XX). Los cuentos de Modelos animales tienen como tema de fondo la violencia, en manifestaciones variadas, y, en general, presentan una vocación experimental, una voluntad de tantear, de ensayar estructuras, siguiendo la corriente posmoderna (quizá el ejemplo más evidente sea «Doble», que no solo experimenta con el relato en sí sino con su disposición sobre el papel, en dos columnas, por las historias paralelas que narra). Combinan el localismo de su tierra natal con referentes globales, como la ya mencionada cultura audiovisual (anglosajona) y, por supuesto, Internet. Lo mismo ocurre en La línea del frente, que reseñaré pronto.
Aixa de la Cruz
Todo esto, como decía, para lo bueno y para lo malo. Lo bueno: es interesante experimentar, es interesante que una autora española incorpore influencias distintas a su narrativa, y los relatos, en fin, no están nada mal (no puedo decir que no funcionen, ni que estén mal escritos). Lo «malo»: en ocasiones, a esta literatura le falta vida, alma o como se quiera llamar. He encontrado aquí lo que tan a menudo se le reprocha a la narrativa española actual: un exceso de intelectualidad. Escritores muy inteligentes, muy cultos, con muchas ideas, pero poco inclinados a narrar una historia, narrar a secas, contar una historia que subyugue al lector, que mantenga su atención, que cautive por sus personajes, que conmueva. Cierta tendencia al exceso (estilo denso, cargado de referencias). En cuanto a lo experimental, el problema es que a veces el lector está tan pendiente del juego, de entender lo que se le propone, que se pierde el disfrute de leer por leer. Soy consciente de que todo esto es una observación muy personal; habrá lectores a los que les encante el imaginario de Aixa de la Cruz. Yo, sin embargo, pienso que le iría bien rebajar el tono intelectual y buscar la precisión. Veo en ella a una autora con proyección, que sabe lo que hace, pero, muy a mi pesar, no consigo conectar con su propuesta.