Gloto: lengua
Fobia: no hace falta explicarlo, pero ya saben, odio y miedos diversos.
Aprendí lo que era la palabra glotofobia gracias a Ramón Alemán, que en su libro "Un idioma sin manchas", le da un buen repaso a los que hablan de las formas "cultas" de hablar el castellano, cuando ese adjetivo "culto" se utiliza solo y exclusivamente cuando hablas como los castellanos.
Hace unos años me gustaba mucho un programa de radio que se llamaba "La vida moderna", donde al cómico Quequé se le alababa su pronunciación, su dicción y su manera de recitar. Es salmantino. A Ignatius -el mejor humorista que hay en este país, no es el profeta que merecemos, pero sí el que necesitamos- nunca le elogiaban su cadencia al hablar. Es canario. Y está puto loco. Pero ese es otro jardín.
Una vez, hablando entre ellos, Ignatius dijo algo así como que Shakespeare tenía tan buenas tragedias y tan universales, que eran interpretables en todas las partes del planeta. Que un Shakespeare con acento canario era maravilloso.
-Bueno, no sé si yo me creería mucho un Hamlet con acento de Granadilla -dijo Quequé.
-No, claro, es que Shakespeare era de Burgos, no te jode.
Sabina Arana tiene un artículo muy bueno, que es de pago de El País, así que se los cuento yo, en el que explica que la discriminación a causa del acento es un prejuicio que sigue instaurado hasta en las personas "más progresistas", porque es algo que está muy arraigado. "El acento murciano es feo" se llama la columna. A mí nunca me han dicho que mi acento es feo, pero me ha costado mucho tener conversaciones serias con algunos de mis amigos peninsulares porque tengo una forma de hablar "muy graciosa".
Cuando llegué a Madrid, con mis veintipocos y mi maleta llena de sueños (qué asco de frase, por dios) me dijeron que tendría que trabajar duro para ser periodista pero que, desde luego, con mi acento no iba a presentar ningún telediario. Modéralo. Modera tu laísmo, le dije a mi interlocutor. No le gustó mi respuesta.
Sigo discutiendo con amigos que aseveran que no existe xenofobia con los acentos, que todos tenemos el nuestro, que esta España es muy diversa. Claro, y por eso hay muchísimos comunicadores en este país (que no sean cómicos) con acentos andaluces, canarios o murcianos. Sin moderar.
He sufrido glotofobia toda mi vida. Cuando estaba en la península, con mi acento canario, había reproche: ¿por qué hablas así? Cuando volvía a Tenerife, después de dos meses de vacaciones con mis yayos, valencianoparlantes, mis amigos del colegio me afeaban que hablase godo. Cuando viví en Colombia, tenía mucho acento español. Cuando volví, después de ocho años en aquel país, no entendían por qué tenía dejes colombianos.
¿Me pueden ustedes dejar tranquilo de una puñetera vez con mi/s acento/s y meterse en sus vidas?
La identidad también está en el habla, en cómo se habla, incluso en las expresiones que se utilizan. Durante muchos años sentí que mi acento no encajaba, que era extraño, que no era lo suficientemente "culto". Malditos bastardos. Ahora estoy seguro de que tengo la forma de hablar más increíble del mundo. ¿Por qué? Pues porque es la mía.