Es incomprensible que los tribunales españoles no hayan condenado todavía un impuesto como el de Sucesiones y Donaciones, que es claramente anticonstitucional y abusivo. La vigencia por tanto tiempo de ese "impuesto a los muertos" es la más clara evidencia de que la democracia española ha sido tan deteriorada y degradada por la clase política que la ha alejado del bien común y convertido en un vertedero sin ética. Si siempre necesitan dinero porque son incapaces de ser austeros y de reducir el tamaño del Estado, pueden conseguirlo de otro modo, sin arruinar familias, sin burlar la voluntad de los fallecidos, sin tener que violar la Constitución y practicar la doble o la triple imposición. La peor ofensa a los muertos es la que realizan los insaciables y codiciosos políticos actuales cuando impiden con sus impuestos que los que fallecen cumplan su voluntad de transmitir a sus herederos los bienes que han acumulado en vida, gracias a su trabajo, esfuerzo y ahorro. Es difícil imaginar algo mas bajo que el Impuesto de Sucesiones y Donaciones, un tributo que, además de ser injusto, confiscatorio, inconstitucional y abusivo, doblega la voluntad de los muertos, los saquea impunemente y genera en sus herederos impotencia ante el saqueo, ruina, dolor e indignación. ---
Los modernos profanadores de tumbas no desentierran a los muertos para robarles lo que se llevan al más allá, que siempre es poco, como mucho un anillo o unos dientes de oro, sino que prefieren robar al muerto lo que han ahorrado en vida y desean trasmitir a sus herederos en el momento de morir. La moderna profanación es más cruel y miserable que la practicaban los salteadores de tumbas en el pasado.
Esos modernos profanadores de tumbas son aquellos políticos que aprovechan su poder para esquilmar a los difuntos, impidiéndoles cumplir con su última voluntad de transmitir a sus seres queridos lo que han ahorrado en vida.
Los que fallecen lo hacen creyendo que transmiten prosperidad a sus herederos, pero la codicia insaciable de los políticos impide con sus impuestos que eso ocurra, hasta el punto que muchas familias se arruinan al heredar porque el inicuo Impuesto de Sucesiones y Donaciones devora la herencia y, en ocasiones, causa endeudamiento y ruina a los herederos.
El pueblo, con su intuición y sabiduría, ha bautizado ya el Impuesto de Sucesiones como "Impuesto a los muertos" y sostiene la tesis de que como los políticos tienen ya esquilmados a los vivos, ahora van a por los muertos.
Pero esta vez, la Junta de Andalucía, que aplica ese impuesto con especial crueldad y que obliga a pagar a los herederos andaluces cien veces más que los que heredan en Madrid o Canarias, se ha topado de frente con la resistencia de un pueblo que, aunque está acostumbrado a someterse a la voluntad de los políticos, esta vez ha dicho basta. Ahora se enfrentan en Andalucía la fuerza de los políticos, costumbrados a utilizar la ley en beneficio propio y de doblegar al ciudadano, y la de un pueblo que se apoya en la democracia y la razón para rebelarse pacíficamente contra la injusticia.
Veremos quien vence. Si lo hace el gobierno, será una prueba más de que la democracia en España es una estafa y de que la política está en manos de gente sin grandeza que se sirve a si misma, antes que al pueblo. Si ganan los ciudadanos, seguirá viva la esperanza y sabremos que "un mundo mejor es posible".
Francisco Rubiales