Revista Literatura
Ha llegado el verano a pecho descubierto, en modo guerrero, vacilándonos como ese amigo del barrio que estrenaba su Motorettapara asombro y envidia colectiva. Aquellas bicicletas eran más épicas que las batallas de Juego de Tronos, que ya es decir, que entonces las calcomanías se consideraban efectos especiales. Hogueras de San Juan, que arda todo lo malo y que llegue lo bueno, aunque lo bueno no lo sea para todos. Esas cosas que pasan, grabaciones ministeriales, dimisionarios no dimitidos, ministros y menestras de hojas amargas, el rayo que no cesa. Y nosotros, a verlas venir, a aguantar verano desde el principio, enterito. Esperemos que no sea todo aguantar y que también haya quien meta un dedo, una mano, un brazo, y hasta los dos, para desatascar el embrollo político en el que andamos metidos desde ya hace demasiado tiempo. Pobre Rey sin Gobierno, que desde que lo nombraron conoce más el vacío que otra cosa, y eso no es bueno, se mire por donde se mire. Miremos siempre desde arriba, desde la altura, que tenemos mejor y mayor noción de las dimensiones. El problema es el vértigo, ya nos lo contó de maravilla el maestro Hitchcock, que contando esas cosas nuestras tan profundas y tan rebuscadas, tan metidas en el subsuelo de nuestras emociones, era el mejor. El más claro, cuando la claridad solo es un hilo de luz en un universo de oscuridad. Esperemos y deseemos que a partir de hoy abandonemos esta temporada en la oscuridad, necesitamos un Halcón Milenario que nos conduzca a una nueva galaxia, más ordenada y concreta, más cómoda, menos recortada. No busque la ventanita en la que señalar la opción modo verano, nadie le preguntará, llegará, le vendrá, sin más, es lo que toca y es lo que hay. Llegaron las vacaciones, pero no para todos. Aquellas afortunadas y cada vez más escasas parejas que trabajan o laboran sus dos miembros tienen que hacer más equilibrios que ese funambulista que se atreve con las cataratas de Niágara o el Gran Cañón del Colorado. No mire hacia abajo, que no hay red, tampoco se espera. A alguien molestará mi comentario, lo anticipo, pero es que no puedo entender que los niños estén fuera del sistema educativo casi tres meses, así de seguido –no contemos los otros periodos vacacionales-. Tengamos en cuenta que no todos los... sigue leyendo en El Día de Córdoba