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El Bisaura es el nombre que le dan los lugareños a la franja que separa las comarcas de Osona y el Ripollès, que también separa las provincias de Barcelona y de Girona. Ellos lo consideran una comarca propia. A pesar de ser un territorio muy visitado por turistas y excursionistas, al ser una zona muy agreste tiene un sinfín de tesoros, muchos de los cuales aún poco explorados como el que os voy a mostrar aquí, las ruinas del Molí del Mir, cerca de Santa Maria de Besora en pleno corazón del Bisaura, y asociado a un espectacular salto de agua de 25 metros, el Salt del Mir.
El circuito que propongo es un itinerario lineal de unos 5km en total contando la ida y la vuelta, y dependiendo de dónde empecemos a caminar. Es bastante fácil y se puede hacer con niños, aunque teniendo precaución en algunos sitios que pueden ser peligrosos. No hagas mucho caso al desnivel acumulado en el track de Wikiloc porque está editado a mano. A lo sumo será de 200 metros. Tampoco hace falta una equipación especial ya que casi todo es sobre pista, con llevar un calzado cómodo y con buen agarre es suficiente. Una buena época para ir es en primavera o en otoño, cuando las lluvias más abundantes aportan agua suficiente a la Riera de la Foradada para que el Salt del Molí se muestre más espectacular.
El camino al Molí del Mir empieza en la carretera BV-5227 que va de Santa Maria de Besora a Vidrà. Poco después de salir del pueblo de Santa Maria de Besora, a mano derecha sale una pista que va a El Mir. Es el punto de inicio del track de Wikiloc. No hay sitio donde dejar aparcado el coche, por lo que es mejor entrar en la pista y buscar algún lugar donde no moleste el coche. Hay quien aparca en el pueblo y coge un camino desde allí que baja directo al Mir. Es otra posibilidad, aunque entonces el itinerario es algo más largo pero tampoco mucho. Muchos visitantes aparacan en La Cabanya del Mir, un restaurante que hay a mitad de camino del molino, pero a mí no me parece ético ocupar el aparcamiento a los clientes a menos que decida comer allí, que también es una buena posibilidad (es mejor llamar antes para reservar).
Yo hice este itinerario a finales de noviembre del 2013. Aparqué un poco antes de llegar al restaurante, en un rincón del camino a la altura de Els Pous, a 1,1km de la carretera, donde el coche no molestaba para pasar. Frente allí hay una buena vista de Santa Maria de Besora y la colina con el castillo en la cima, y detrás los Pirineos que ya habían recibido las primeras nevadas.
Aquí una vista del camino del Mir y la cabaña de Els Pous, a nuestras espaldas mientras caminamos hacia la Cabanya del Mir.
Todas estas casas forman parte del vecindario del Mir. Después de doblar una curva llegamos a la Cabanya del Mir, hostal y restaurante que ocupan el antiguo pajar de la masía del Mir. El camino, el GR-151 marcado en rojo y blanco, sigue hacia abajo cruzando prados donde pastan caballos y vacas.
Si vamos con niños es mejor que no toquen los alambres del cercado, ya que posiblemente estén electrificadas. No son peligrosas pero les pueden dar algún molesto calambre.
Seguimos por este camino y dejamos atrás la Cabanya del Mir. Los caballos reposan tranquilamente cubiertos por unas mantas porque hace fresco.
Y más allá pastan tranquilas las vacas, éstas sin abrigo porque soportan mejor las bajas temperaturas.
Una vaca me observa detenidamente cuando paso por su lado. He de admitir que las vacas son unas buenas modelos, saben como mirar a la cámara.
Pasados estos prados el camino se adentra en el bosque del Clot dels Maians, y a unos 700 metros de la Cabanya del Mir nos aparece un desvío a la izquierda con una señal en rojo que indica al Molí del Mir. Es la continuación del GR-151, y nosotros seguimos por él. Después de tres curvas cerradas llegamos a la Riera de la Foradada. En ese punto el agua de la riera fluye sobre un lecho de roca, pero está parcialemente contenida por una presa de madera, la Resclosa del Molí del Mir, que antiguamente servía para desviar el agua de la riera hacia el molino. Un puente de reciente construcción permite cruzar la riera y ver de cerca la presa. La presa está a la sombra y las bajas temperaturas ayudan a conservar el hielo que se ha formado por la noche alrededor de las ramas que cuelgan por donde cae el agua.
Delante de la presa, en la roca del fondo de la riera, aún se pueden ver los agujeros donde se apoyaban las maderas que sostenían el viejo puente por el que se transportaba el trigo en un sentido para molerlo en el molino y la harina en el contrario.
Justo pasado el puente el camino se bifurca. El GR-151 se encarama por la izquierda en dirección al Santuario de Bellmunt, mientras que por la derecha sigue la pista con una señalización en rojo " als molins ".
Obviamente seguimos por la derecha en dirección a los molinos, y 100 metros más adelante nos encontramos con la antigua balsa del molino, actualmente sin agua porque ya no se desvía de la riera.
Al fondo de la balsa hay una compuerta abierta por la que el agua almacenada en la balsa caía hacia el molino cuando había que moler trigo.
Estas formas redondeadas de color verde que se ven en el centro de la compuerta son lo que muchos fotógrafos llamamos "", o destellos provocados por la luz del sol que se refleja en las diferentes lentes del objetivo. Normalmente aparecen cuando el sol está en una esquina del encuadre, o aunque no esté, su luz llegue a incidir lateralmente en la primera lente del objetivo. El parasol del objetivo ayuda a evitar esto último. Los buenos objetivos tienden a minimizar este efecto que muchos lo consideran un defecto. A mí particularmente me gusta a veces que salga un flare en una foto, como en este caso, que parece que invite a entrar por esa puerta.
Y hablando de entrar por la puerta, aquí hay que tener cuidado que no entren los niños, ya que al final de este pasillo hay una caída desde una altura considerable. Encima de la compuerta ya hay un cartel de peligro en rojo (se puede ver en la foto anterior de la balsa).
Tuve que aguantar la respiración para poder hacer esta foto a 1/8″ por la poca luz que había.
Poco antes de llegar a la balsa ya íbamos oyendo ruído de agua caer. Justo a la derecha de la balsa nos podemos asomar a la parte superior del Salt del Mir, con cuidado porque son 25 metros de caída libre hasta abajo (o 35 según la fuente).
Debido a la altura el agua se pulveriza al llegar abajo y descompone la luz con los colores del arcoiris.
Volvemos atrás a la pista, y nada más pasar la balsa baja un sendero por la derecha en dirección al primer molino. Este camino es bastante empinado, así que cuidado de no resbalar, y en nada nos pone frente a las ruinas del primer Molí del Mir. Este edificio es el que se encuentra en mejor estado aunque está bastante deteriorado para haber sido abandonado a mediados del siglo XX. Sólo se conservan las paredes, alguna viga, y parte del mecanismo en el interior, como las muelas de piedra.
Cuesta un poco hacer aquí fotos que describan el lugar por sus dimensiones reducidas y la dificultad de encontrar buenos encuadres. Además está bastante oscuro en general y la poca luz que entra es tan intensa que cuesta hacer una medición correcta. A continuación algunas fotos más del interior de esta parte del Molí del Mir.
Salimos de este edificio y volvemos al camino de entrada. Y tirada en el camino yace una turbina del molino (me ha salido con rima y todo).
Nos separamos un poco del camino para acercarnos al segundo edificio del Molí del Mir, un poco más abajo del primero, y del que sólo quedan las paredes.
Regresamos al camino, que desemboca en otro que viene desde la balsa, o al menos eso es lo que creo recordar. Nosotros seguimos hacia abajo. Esta parte del camino es oscura y fría. Yo creo que nunca le da el sol, al menos en esta época del año. Estamos en el Clot de les Maduixes.
El segundo edificio del Molí del Mir se nos presenta desde aquí, con esta poca luz, bajo un aspecto fantasmagórico. Pasamos por delante imaginando historias de misterio.
El frío no es exagerado, pero la tenue luz y la humedad que inundan el lugar hacen que éste atraviese la carne y cale los huesos. Creo que pude captar la sensación en esta foto, o al menos cuando la miro me estremezco.
Al final del camino hay unas escaleras de madera que con tanta humedad pueden llegar a resbalar. Y si hace frío hay que extremar la precaución, porque el agua puede estar helada, como ésta que quiso deslizar al lado de la escalera. Hasta la pobre ramita de hiedra queda incrustada dentro del hielo.
Hacia la derecha hay un mirador desde el cual se puede contemplar el Salt del Mir en toda su magnitud.
No baja mucha agua por la Riera de la Foradada, y ésta más que saltar se desliza por la roca. Aún así por la altura se pulveriza y forma un discreto arcoiris en el seno de la cascada.
Aprovecho para bajar al pie del mirador del salto y componer otra foto del mismo dando más protagonismo a la roca helada que estoy pisando. Al editar la foto he tenido que bajar mucho las luces altas y subir las sombras para compensar las diferencias de luz, ya que el sol ilumina el salto con intensidad mientras las rocas de abajo están sumidas en la oscuridad.
El agua está aquí a 0ºC justos. El hielo se funde mientras construye agujas en la superficie de un recodo de la riera.
He leído que en este lugar hay una fuente, pero yo no la encontré. De todos modos toda esta agua helada sobre la roca no parece venir de la riera. En este recodo de la riera parece que el hielo no consigue cubrir toda la superficie del agua porque igual por ahí está recibiendo un aporte de agua desde la roca. En esta foto se aprecia dónde hay hielo y dónde no, dónde parece llegar agua de alguna fuente.
Y ya que estoy aquí intento hacer otra foto del Salt del Mir encuadrando el discreto arcoiris dentro del reflejo del agua que no se ha helado.
Un poco más abajo en la orilla de la riera me llama la atención un árbol cuyo tronco se dobla en dos ángulos rectos. Desde aquí me recuerda a un animal, un gran hervíboro, que me está mirando.
El tronco está parcialmente empotrado en un viejo muro de piedra del que rezuma agua en la parte inferior. Parte de esta agua se ha helado formando carámbanos.
En el muro que hay al otro lado del tronco se abre un orificio bajo un rótulo de madera donde se lee " Molí 3". Deduzco que este muro corresponde a lo que queda del tercer edificio del Molí del Mir, y por el orificio salía el agua que había movido las muelas del molino, regresando a la riera de la que había sido desviada.
Bajo por la orilla de la riera todo lo que puedo y cruzo parte de ella por encima de las piedra para hacer una foto del lugar, mirando hacia el mirador, que queda semioculto por la frondosa vegetación, y con el salto a la izquierda tras la curva de la riera. De nuevo bastante trabajo de edición en la foto para compensar las luces y las sombras.
No del todo satisfecho con la foto en formato vertical, hago otra en horizontal dando más peso a la riera.
Remonto un poco la riera en dirección al mirador y hago una foto del lugar donde he hecho las dos fotos anteriores para dar testimonio de los preciosos colores de otoño.
De nuevo en el mirador del Salt del Mir observo más de cerca la vegetación que crece en un hueco de la roca por la que baja el agua del salto, y también el hielo acumulado de la helada de la noche anterior.
Visto ya todo lo que hay que ver en la zona del Salt del Mir (y la fuente que no vi), es la hora de regresar. Subimos las escaleras que llevan al camino del Mir. Aunque no lo parezca, este lugar es bastante sombrío. Basta comprobar que muchas de las fotos están a ISO1600 y con velocidades bastantes lentas, casi lo mínimo para disparar a pulso.
Volvemos a pasar por delante del segundo edificio del Molí del Mir, y al llegar al camino que lleva al primero, nosotros seguimos por el nuestro. Es posible que el track de Wikiloc de este circuito no coincida aquí con el camino. No te preocupes y sigue el camino, que va a parar a la balsa del molino. Pasamos por al lado de otras ruinas, quizás un edificio anexo al molino.
El que luzca el sol aquí puede dificultar hacer según qué fotos, como la anterior donde hay mucha luz y a la vez mucha sombra, pero ayuda para hacer otro tipo de fotos, como ésta de la vegetación que cubre las piedras de estas ruínas.
Y de nuevo pasamos de la luz a las sombras, antes de llegar a la balsa, en un rincón donde la escarcha de la noche anterior aún cubre el suelo con su manto de hielo.
Volvemos a pasar por la Resclosa del Molí del Mir y cruzamos la riera. Ahora que hay mejor luz aprovecho para hacer un par de fotos donde sale el puente que cruza la riera.
Y subiendo un poco por el GR-151, un plano picado desde más lejos.
Llegando a la Cabanya del Mir parece que no haya pasado el tiempo. Las vacas siguen pastando donde antes. No sé si se habrán movido.
Eso sí, ahora veo un ternero que no pasta como sus congéneres mayores (aún debe ser lactante) y nos observa desde lejos con curiosidad.
Pasamos por delante del restaurante de camino al coche. No puedo evitar mirar la edificación de la derecha que aún conserva el aire rural que ha perdido el que ahora hace de restaurante.
Una vez pasada la Cabanya del Mir, con el sol más alto tenemos una vista más clara de Santa Maria de Besora y las cimas nevadas del Pirineo detrás.
También tenemos una vista más clara del Castell de Besora.
Por último, antes de entrar en el coche, que dejamos aparcado en Els Pous, un nuevo vistazo al paisaje del Bisaura.
Y hasta aquí este corto recorrido otoñal por tierras de la comarca de Osona. Espero haber despertado tu interés y que te acerques a visitar tanto el Molí del Mir como el Salt del Mir. Y si decides comer en La Cabanya ya me dirás, que yo no he estado.