Revista Insólito

Momento humillante del déspota arrogante

Publicado el 20 noviembre 2020 por Doctor Krapp @Dr_Krapp

Momento humillante del  déspota arrogante
El hombre más arrogante del mundo pasó corriendo a mi lado. Tenía una cita ineludible a las 10.55 en el hoyo 7 de su propio campo de golf "El Cobijo del Pijo" No había nada extraordinario en ello. Al menos para un conejo blanco de ojos rosados y solitario como yo que tiene su madriguera en aquel privilegiado lugar. Tampoco me pareció muy extraño  oír que el tipo,  tras consultar su reloj de bolsillo, soltó un "Dios mío, voy a llegar tarde". Un legendario pariente mío dijo lo mismo en un relato humano antiguo y ahora es un mantra conocido y practicado en toda la comunidad conejil. Además hay que entender que es ineludible ser puntual cuando uno está citado con el presidente de Kaox International (KAIN) en persona. No valen excusas, aún siendo el déspota más arrogante del mundo.

Había venido solo. Tras dejar su carro eléctrico abajo, subió pesadamente hasta la loma coronada por un grupo de acacias. Al llegar, se sacudió el sudor con un pañuelo de seda con sus iniciales y decidió esperar orgulloso a su  interlocutor apoyado en un lujoso palo de titanio, mirando al green. Al segundo, se oyó un ruido procedente del búnker. Se había formado un remolino en la arena. Instantáneamente salió a la superficie una plataforma metálica negra semejante a un ascensor, brillando al sol de la mañana. Se abrió una puerta. Salieron dos moles humanas trajeadas, equipados con AKS-74U, cascos en las orejas y gafas oscuras. Detrás apareció un tipo pequeño y rubio que tras hacer visera con su mano, localizó a su presa con la vista. Luego caminó hacia la loma con andar tranquilo, confiando en los guardaespaldas que iban detrás con sus armas apuntando al cielo.  

Al encontrarse, los dos hombres principales se ajustaron las mascarillas y entrechocaron los codos. Aprovecho para escribir que no entiendo este súbito cambio de costumbres en la especie humana. Llevo mucho tiempo observándolos, estudiando sus gestos y actitudes, y no logro comprender lo que les ha pasado. ¿Se habrán vuelto humildes? Y sobre todo, ¿seguirán cazando y comiéndose a mis desafortunados parientes? Los miembros de la comunidad interconejil no hemos resuelto aún esta vital incógnita. Tendremos que hacer un congreso o seminario sobre el tema.

Tras los saludos de rigor, el hombre más arrogante del mundo le lanzó algún reproche al tipo bajito usando su acostumbrado estilo despótico. Este, ni se inmutó. Miraba al otro, de abajo arriba, con mirada gélida e hiriente, tan mortífera como un balazo de escopeta en el vientre de alguno de mis congéneres. Su respuesta fue corta y hostil. El hombre más arrogante del mundo se puso algo más colorado de lo habitual y tartamudeo al contestarle con tono suplicante. El presidente de Kaox International (KAIN) repitió literalmente su respuesta anterior. El hombre más arrogante del mundo se arrodilló y se convirtió en el hombre más suplicante del mundo. El otro no se mostró conmovido, dio media vuelta y bajó por la loma acompañado de sus matones. El hombre más arrogante del mundo se quedó chillando arriba mientras observaba como los otros se metían en el ascensor y desaparecían bajo la arena del búnker.
Mientras me alimentaba con un poco más de heno, me sientan fatal las zanahorias, vi como el hombre más arrogante del mundo se recomponía el traje, se atusaba el pelo y ponía su tradicional cara de asco antes de bajar  hacia donde tenía el carrito eléctrico. Corrí y llegué antes que él. Aquel tipo no me gustaba nada e hice lo único que está al alcance de un vulnerable conejo frente al déspota más arrogante del mundo.

Momento humillante del  déspota arrogante

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