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Rosalia Lombardo murió en 1920
Mirar a la muerte a la cara produce una mezcla de morbo y repulsión que en ocasiones resulta ser un atractivo irresistible. La marea de visitantes que acuden a contemplar una gigantesca y macabra obra expuesta en la ciudad siciliana de Palermo es buena prueba de ello. Hasta 8.000 cadáveres centenarios, ataviados con toda suerte de trajes de época, adornan las Catacumbas de los Capuchinos, listos para deleitar a quienes se atreven a acercarse hasta allí.
Entres sus más inquietantes secretos está la pequeña Rosalia Lombardo, una niña de dos años, que lleva un siglo mortalmente dormida. ¿Quién lo diría? Rosalia aún conserva la carne tan fresca y sonrosada como el primer día. En 1920, su embalsamador, el doctor Solafia consiguió lo que ningún otro: la muerte pudo llevarse el aliento de la pequeña Rosalia pero no pudo alterar su belleza.
El Octavo Sabio fue a visitar a esta “Bella Durmiente” y pudimos contemplar cómo su expresión de paz y descanso produce un chocante contraste con el resto de los cadáveres que cuelgan de las paredes. También descubrimos que más secretos aguardan la eternidad en los subterráneos de los frailes Franciscanos Menores Capuchinos en Palermo. No falta quien asegura que entre los cadáveres se encuentran los restos de alguien muy especial, los del pintor sevillano Diego Velázquez.
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