Hacía tiempo que teníamos ganas de conocer el complejo de Món Sant Benet y aprovechamos una ocasión muy especial para disfrutarlo durante un fin de semana cultural y gastronómico.Món Sant Benet pertenece al municipio de Sant Fruitós de Bages, a 10km de Manresa y a unos 70km de Barcelona, en el corazón de Catalunya.El nombre no puede ser más acertado ya que se trata de todo un mundo (món, en catalán) que gira alrededor del antiguo Monasterio de Sant Benet. Un espléndido hotel, una oferta gastronómica de primera línea, dos visitas culturales muy interesantes y algunas actividades relacionadas con la Fundación Alícia, que se define como un centro de investigación sobre alimentación y ciencia, donde además de la visita, se pueden realizar talleres de cocina y alimentación.
Monasterio de Sant Benet desde la habitación
La antigua abadía benedictina de Sant Benet fue fundada hacia el año 960 por el Conde Sala y su esposa Ricarda, quienes emprendieron un largo viaje hasta la Santa Sede para solicitar la tutela papal. Del viaje trajeron consigo las reliquias de San Valentín que ya era muy venerado en la zona y esto dio mucho prestigio a la abadía donde los creyentes acudían en peregrinación, dejando unos buenos ingresos. Se construyó una gran iglesia que se consagró en 972 con la presencia de los obispos de Vic, Urgell y Barcelona.En el año 1002 la comarca del Bages y su capital, Manresa, sufrieron los ataques de las tropas de Almanzor, que dañaron de forma importante los edificios de la abadía y quemaron la iglesia.A principios del siglo XII una segunda incursión islámica dejó el lugar devastado y se vieron obligados a construir una nueva iglesia que se finalizó hacia 1212 y es la que podemos ver hoy en día. Durante los siglos XIV y XV, se levantaron nuevas dependencias, pero no alrededor del claustro como se hizo en sus inicios, sino alrededor del patio de entrada.
En el año 1348 sufrió un nuevo ataque, pero en esta ocasión fue la bacteria Yersinia pestis, el microorganismo causante de la llamada peste negra que fulminó entre 1347 y 1353 a un tercio de la población del continente europeo, unos 25 millones de personas. En el Monasterio quedaron tan sólo dos monjes y las instalaciones fueron cayendo en un progresivo deterioro hasta que en 1593 perdió su independencia y se unió a Montserrat. Para los monjes de Montserrat fue un centro de formación artística y también una residencia de retiro para los más ancianos.Durante la desamortización, se suprimieron todas las órdenes religiosas y en 1835 los monjes abandonaron definitivamente el Monasterio.Sant Benet quedó abandonado hasta que en 1908 lo adquirió en subasta Elisa Carbó, madre del pintor modernista Ramon Casas quienes lo rehabilitaron y adaptaron algunas estancias como residencia de verano. La restauración fue llevada a cabo por el arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch quien también era socio de la industria textil de la familia Casas.En el año 2000, los descendientes de Ramon Casas vendieron todo el conjunto a Caixa de Manresa que se hizo cargo de la restauración del conjunto monumental y lo abrió al público en 2007, como un gran proyecto turístico y cultural de primer orden.Estos mil años de historia del Monasterio que he resumido en pocas palabras, se pueden saborear con más detenimiento gracias a las dos visitas guiadas, ambas de gran interés.En la primera de ellas, viajamos al medievo y se visitan las estancias más antiguas del Monasterio. El recorrido empieza en la iglesia donde, gracias a la ayuda de diferentes proyecciones, luz y sonido te transportan a inicios del siglo XII. Se sigue hacia el claustro, un ejemplo del románico de gran interés con elementos de la arquitectura gótica. Tiene cuatro galerías con columnas dobles que suman un total de sesenta y cuatro, con capiteles ricamente decorados. De aquí seguimos hasta la bodega y las galerías de mediodía donde los monjes de Montserrat habilitaron sus celdas.Entrada a la iglesia del Monasterio
Claustro
Claustro
Representación de una celda
Monje en su celda
Galería de mediodía
La segunda visita transcurre por las estancias del sobreclaustro y con el nombre de“Un día en la vida de Ramon Casas” nos adentramos en las habitaciones de una familia burguesa de principios de siglo XX. El recorrido está organizado como si se tratara de una visita a la familia Casas, un día cualquiera del verano de 1924. También con un juego de imágenes y sonidos, escuchamos los relatos de diferentes personajes como el maestro de obras que llevaba a cabo la restauración de los edificios, de la mayordoma o de Julia Peraire, una vendedora de lotería de Barcelona, 22 años más joven que Casas quien se convirtió en su musa y amante y con la que se llegó a casar a pesar de la desaprobación de su familia. Además de muchas obras originales del pintor se pueden admirar diferentes objetos de la familia, unos grandes coleccionistas y amantes de las antigüedades. Las habitaciones están decoradas con rico mobiliario adecuado al rango social de la familia y muchos de los muebles son fragmentos del gran retablo barroco procedente de la iglesia del Monasterio.Entrada al edificio ocupado por la familia Casas - Carbó
Mueble de la sacristía en el comedor de la residencia
El Hotel Món es un hotel de cuatro estrellas, de diseño moderno y buen gusto y con todas las habitaciones orientadas al Monasterio y al Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i la serra de l’Obac.
Exterior del Hotel Món
Edificio del Hotel
Terraza de la habitación
En el edificio se encuentran dos restaurantes: el Restaurante Món y el excelente Restaurante L’Angle, gestionado por el chef Jordi Cruz y que cuenta con una estrella Michelin desde el año 2008.El menú degustación nos encantó, fue una experiencia tan sabrosa como divertida y cada plato que nos presentaban era una pequeña obra de arte que escondía una investigación gastronómica y científica.A pocos pasos del Hotel Món y dentro del mismo recinto, se encuentra la Fundación Alícia,Ali-mentación ycien-cia, que tal como comentaba al inicio, es un centro de investigación dedicado a la innovación tecnológica en cocina, a la mejora de los hábitos alimentarios y a la valoración del patrimonio agroalimentario y gastronómico. Se trata de una fundación privada sin ánimo de lucro, liderada por Ferran Adrià y cuenta también con la colaboración de otros grandes chef y destacados científicos como el cardiólogo Valentí Fuster.
Fundación Alícia
Se pueden realizar visitas guiadas durante las cuales se tiene la posibilidad de experimentar distintas sensaciones. Algunas de estas sensaciones las comprobamos in situ durante la cena degustación, por ejemplo la "sterificación", una técnica de alta cocina que consigue una textura difícil de explicar. Con esta técnica probamos unos ñoquis de salmón con infusión de Tennesse o una falsa yema de huevo con ibéricos. Al lado de la Fundación Alícia, se encuentra el edificio conocido como La Fábrica, con el Restaurante La Fonda que ofrece cocina tradicional catalana y una espléndida tienda especializada en productos gastronómicos de alta calidad, principalmente de la comarca catalana del Bages.
La Fábrica
Tienda
Después de comer, una de dos: una siesta o un paseo. En este caso optamos por la segunda opción.Del Monasterio parte el llamado Camino Paisajístico de Sant Benet, un itinerario histórico que conduce a Sant Fruitós. Con sus aproximadamente 3 kilómetros es el camino que se utilizaba para acceder a Sant Benet y muy frecuentado aún por los payeses y vecinos de la zona.El camino tiene puntos de gran interés como el mirador de Sant Benet, con una espléndida vista sobre el Monasterio y todo el complejo de edificios.
Camino paisajístico de Sant Benet a Sant Fruitós
Mirador sobre el Río Llobregat
Pueblo de Navarcles desde el mirador
Monasterio de Sant Benet desde el mirador
Si nos desviamos un poco del camino, se pueden ver las ruinas de la
ermita de Sant Valentí, documentada desde 1110. Se trata de un edificio gótico con elementos románicos y campanario en espadaña del cual sólo quedan las paredes exteriores.Ermita de Sant Valentí
Ruinas de la Ermita de Sant Valentí
Món Sant Benet es un lugar que merece mucho la pena y me pregunto cómo hemos tardado tanto en ir a conocerlo teniéndolo a poco más de una hora de casa.