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Mónaco, lanzadera de estrellas

Publicado el 01 abril 2014 por Squadraeterna @squadraeterna

Mónaco, lanzadera de estrellas

Paraíso en la Costa Azul entre Francia e Italia, repleto de lujo y excesos, de las mayores fortunas de Europa, con un famoso Casino y hasta su propio gran premio de Formula 1. Hablamos como no del Principado de Mónaco, un lugar por y para ricos en el que quizá sea difícil empezar desde abajo o reemprender el camino hacia el éxito, sin embargo, serviría como trampolín para llegar a la cima del fútbol mundial o volver a la misma.
Esta historia la comienzan dos jugadores totalmente diferentes y quizás por ello tan complementarios. Ambos dieron sus primeros pasos en la élite en las filas monegascas a las órdenes de otro que se dio a conocer en el Principado para llegar a ser leyenda, el actual técnico del Arsenal, Arsene Wenger, luego eligieron caminos opuestos, Paris y Milán, donde ambos serian encumbrados entre los mas grandes de la época.

Mónaco, lanzadera de estrellas
George Weah y Youri Djorkaeff. Weah aterrizó en Mónaco tras curtirse en varios equipos africanos y tras cuatro estupendos años daría el salto al PSG, donde cautivó a toda Europa, incluido el poderoso AC Milán, allí se convirtió en el primer africano en conseguir el Balón de Oro. Por su parte, Djorkaeff llegó tras unas buenas temporadas en la Ligue1 como una de las máximas promesas del fútbol galo. Como Weah, tras pasar cinco grandes años jugando más de 150 partidos y anotando 55 goles, fichó por el PSG y posteriormente por el Inter de Milán, época en la que se convirtió en campeón del Mundo en 1998 con la Francia de Zidane.
Para suplir la marcha del liberiano, aterrizó todo un campeón del mundo como Jürgen Klinsmann. El alemán venía rebotado del Inter por problemas personales y, pese a no ganar ningún título en las dos temporadas que disputó con los del Principado, fue una pieza importante dejando destellos de su gran clase y afinado olfato goleador, lo que le llevó a ser toda una leyenda tanto de la selección germana como de distintos equipos, Bayern, Inter y sobretodo, Tottenham.
Al igual que los dos primeros, otra pareja deleitó a los aficionados monegascos con sus primeros pasos en la élite. Esta vez ambos eran franceses, aunque uno con orígenes argentinos, quien llevo al Mónaco a lo más alto de la Ligue1 y a su selección al cetro mundial y europeo. Henry y Trezeguet. “Titi”, máximo goleador tanto de los Blues como de los Gunners se marchó sin éxito en 1999 a la Juventus, tras su fallido viaje por Italia, se convertiría en un mito del Arsenal para acabar ganándolo todo en su etapa como culé. Davide, que también pasó un lustro en el club, fue curiosamente el sustituto de su amigo en la “Vecchia Signora”, donde pasó casi toda su carrera, ahora juega sus últimos partidos en su argentina natal tras un breve paso por España y Dubái.
Pasaron unos años hasta que el Mónaco volvió a las primeras páginas del panorama continental, pero lo hizo a lo grande de la mano de Giuly y Morientes. El galo, tras una primera etapa en Lyon, fue todo un vendaval de velocidad, movilidad y goles por la banda del Luis II, antes de fichar por el Barça y consagrarse en el equipo de Rijkaard hasta la aparición de Messi, después fichó por el PSG y ahora sigue jugando en un equipo amateur de la cuarta división francesa demostrando su pasión por este deporte.
Mónaco, lanzadera de estrellas

Morientes solo pasó una temporada en la ciudad, pero qué temporada. Tras una etapa en la que perdió su puesto en el Real Madrid de los 'galácticos', la cesión le sirvió para demostrase tanto a él mismo como al resto del mundo que ahí había un gran jugador. Llevó al equipo a la final de la Champions donde además se convirtió en el mejor delantero de la competición, ganándose de nuevo su pase al club de Chamartín. No duró mucho su nueva etapa como merengue, siendo el Liverpool campeón de Europa y el Valencia sus últimos equipos.
Tras los anteriores, el éxito del equipo ya no fue el mismo, pero aun así siguió siendo la puerta hacia un camino plagadao de éxitos y aspiraciones. Otra dupla con las mismas características que la anterior, promesa desconocida y jugador buscando reivindicarse ocupó la delantera. Un tal Adebayor que ya compartió vestuario con los anteriores aunque con escaso protagonismo, pronto se convirtió en la referencia ofensiva hasta su posterior fichaje por el Arsenal de Wenger y Henry, donde se consagraría como uno de los mejores killers del continente, hasta que su traspaso al Man.City y su posterior cesión al Real Madrid y Tottenham frenó su progresión. Mientras, un joven Saviola, cansado de su ostracismo en Barcelona tras llegar como una estrella del River Plate argentino, vio como la oportunidad que le brindaron desde el Principado le daba la oportunidad de volver a sentirse importante. Quizá esa temporada más la siguiente como sevillista fueron las dos mejores del “conejo” en Europa, a pesar de volver nuevamente al Barça y acabar recalando en Real Madrid, Benfica, Málaga y actualmente, Olympiacos griego.
Hubo delanteros que tuvieron un paso más o menos bueno por el club monegasco pero después no pudieron o supieron mejorar sus actuaciones en otras localizaciones, casos como el uruguayo Chevantón, el croata Dado Prso, el italiano Di Vaio o  Kallon. Otros, sin embargo, demostraron mucho más en etapas anteriores, véase los casos de Christian Vieri o el espigado goleador checo, Jan Koller.
Ahora es el turno de los Falcao, James Rodríguez, Berbatov o los jóvenes  franceses Rivière, Martial y Germain. Puede que en unos años se conviertan en mitos del Mónaco u otros clubes, campeones mundiales o simplemente recuperen su mejor nivel -si, eso va por Berbatov, claro- o por desgracia no pasen a la historia, pero para eso nos queda mucho, mientras solo podemos disfrutar.


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