Don Pablo y Doña Irene, Señores de Galapagar, deberían revisar su acendrado republicanismo y se darían cuenta de que en el fondo son monárquicos: viven “a cuerpo de rey” y tiran con “pólvora de rey”, expresiones populares muy significativas.
Lo hacen con dinero público y lo hacen cuando cada euro debe ser sagrado, gastado con sentido y eficacia porque el PIB cae estrepitosamente y las necesidades aumentan para muchos españoles que apenas podrán satisfacerlas.
La joven e irreflexiva ministra paga desde su ministerio 120.000 euros por cambiar el color de unas letras. Ella es feliz en su nube y con su pancarta, nombrando asesores por doquier; pero nos sale muy cara a los españoles. Su residencial mansión está protegida por treinta guardias civiles para que nada pueda alterar su inmerecido descanso. ¿No es un exceso de servilismo por parte del mendaz Marlaska?
