Pintura mural del siglo XVI
Se han recuperado los colores de los frescos, las almagras de las celosías y se ha limpiado la obra para permitir la identificación de las escenas.
El Monasterio de Piedra, enclave singular en la comarca de Calatayud, ha finalizado los trabajos de restauración de la pintura mural situada en la fachada de la capilla del zaguán de la antigua portería. A lo largo de cinco siglos, la pintura se había oscurecido y deteriorado, por lo que se decidió acometer su restauración con el objetivo de recuperar su belleza original. Gracias a una minuciosa labor, los visitantes pueden disfrutar del mural con sus colores naturales e identificar a los personajes: La Virgen María, San Martín, San Benito, San Bernardo y San Jorge con el dragón.
La restauración se ha llevado a cabo en los meses de octubre y noviembre con el objetivo de que estuviera finalizada de cara a la conmemoración del 800 aniversario del Monasterio de Piedra que se celebrará durante el 2018.
`Con estos trabajos de restauración hemos sido capaces de aportar a la obra una perfecta armonía devolviéndole el esplendor que presentaba años atrás, antes de las sucesivas intervenciones agresivas que ha sufrido con el paso del tiempo´ comenta José Pont, director general del Monasterio de Piedra. `Nuestro compromiso por preservar el Monasterio de Piedra implica trabajar por conservar cada uno de sus rincones y obras con el objetivo de continuar perpetuando el legado histórico y cultural para las futuras generaciones´.
Redescubrir la originalidad de la obra:
Con unas medidas de 222 x 523 cm, la obra data del siglo XVI con influencias del estilo gótico internacional pero ya en pleno Renacimiento. La restauración ha seguido los criterios científicos de conservación con el fin de respetar la historia material de la obra y el paso del tiempo. Para ello, se ha atendido principalmente a aspectos estructurales o de fijación de la película pictórica inestable, con reintegraciones cromáticas mínimas para permitir la identificación de las escenas.
El motivo de llevar a cabo esta restauración no fue otro que el estado de conservación gravemente deficitario de la pintura mural. Esta presentaba una gruesa capa de suciedad superficial y barnices oxidados que oscurecían las imágenes y no dejaban apreciar el dibujo o su cromatismo. Asimismo, la obra estaba dañada por grafitis, excrementos de ave, una grieta vertical que recorría parte de la pintura mural y los bordes superiores de la puerta se habían tapado con capas de yeso, ocultando los capiteles resaltados de las pilastras que había a los lados de la puerta.
Gracias a la limpieza mecánica y química, se ha conseguido retirar las capas de suciedad y barnices, devolviendo a la pintura mural sus colores originales. De hecho, la restauración se ha limitado a continuar la imagen que quedaba del original y, en los casos de grandes pérdidas, no se ha reconstruido el dibujo con el fin de no falsear la obra. Para ello, se han aplicado técnicas discernibles de tramas, de rayado o puntillismo según las características de cada zona aportando una restauración adecuada que permite integrar las pérdidas y superficie original, a la vez que sirve para diferenciar la intervención.
En el caso de las celosías, tras la limpieza, aparecieron los colores originales: un tono rosado para la moldura del marco y un tono ocre para las partes caladas en el exterior, y negro para las caras internas.
La iconografía:
Ocupando el espacio central de la superficie, sobre el dintel de la puerta de ingreso, se representó a la Virgen María entronizada, con el niño en su regazo bendiciendo y con el orbe coronado con una cruz, acompañada de los patrones de la orden cistercienses, Santos Benito y San Bernardo en actitud orante. El trono mariano, se remata en la parte superior con una concha venera a la italiana, sostenida por balaustradas a lo plateresco, con cabezas de querubines y cuatro ángeles músicos que tocan flautas. A la derecha de la Virgen, está representado San Jorge, montado sobre un caballo ricamente enjaezado y vestido con la panoplia habitual, matando a un dragón alado, a los pies del caballo. A la izquierda de la Virgen, en una composición totalmente simétrica, se representó a San Martín de Tours, montado igual que San Jorge, sobre un caballo ricamente enjaezado.