"Como la iglesia es nuestra -y así consta en todos los documentos-, ustedes se van de aquí", sigue recordando Julio, el día que los propietarios expulsaron a todos los que acudían a una ceremonia en el monasterio. El sacerdote le comunica al obispado lo sucedido y este lleva el asunto al juzgado.
En el 92 lo registra el obispado. Mal porque ya estaba registrado, mal por el funcionario que lo acepta y mal porque se registra parcialmente: no incluye el claustro y la titularidad llega a metro y medio de la gotera. La sociedad propietaria apela para que se lo devuelvan o les indemnicen. Se lo desestiman.
En Burgos, el clero aporta el documento de la boda celebrada allí y se les vuelve a considerar propietarios al ser lugar de culto. Los propietarios recurren a Estrasburgo, donde consideran que la propiedad es de la iglesia pero obligando a indemnizar a los propietarios por error de inscripción con 600.000€.
Lo más curioso es que el obispado ha estado luchando desde 1988 hasta 2014 para quitarle la titularidad a la empresa que lo heredó y cuando lo consigue, lo abandona. Estas son las palabras literales del obispo: "Como ya no está en manos privadas, si se cae, que se caiga".
Voces autorizadas, ministros, actores e intérpretes han venido a Santa Cruz de la Zarza a visitarlo o a exponer su arte. En 2018 se crea la Asociación Amigos del Monasterio, que tiene como fin velar por su conservación y rehabilitación, cedido finalmente al ayuntamiento de Ribas de Campos por 30 años, que fiel a su compromiso comienza a restaurarlo y promoverlo. En 2017 se repara la torre y en la actualidad se va a restaurar el tejado y se sigue trabajando en el zócalo, un muro que separaba la galería del patio del claustro.
Este viaje me ha dejado exhausto.
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