- Resumen del trabajo remitido desde Roma por el investigador Vicente Basterra y publicado en 2010, en una separata, por la Institución Tello Téllez de Meneses.
Miguel Vicente Basterra Adán
Vestigios medievales de la montaña palentina
(II)
En estos mismos testamentos en los que Dª Elvira dota a la iglesia de San Salvador de Cantamuda, se mencionan también otros dos 'monasterios' dedicados, respectivamente, a San Tirso y a Santa María. Según estos textos, se indica que ambos se ubicaban "en el riachuelo de Obles (in riuulo de Obles)" (año 1037) y "en el alfoz de Tremaya (in alfoze de Tramaia)" (año 1069). El primero de ellos, el de San Tirso, se hallaba muy próximo al actual casco urbano de Tremaya y junto al cauce del río Pisuerga.[18] Con ello se deduce, además, que el curso alto del Pisuerga recibía por aquel entonces el nombre de 'Obles'[19]. Aún hoy se puede apreciar sobre el terreno restos de los mampuestos de sus paredes que afloran sobre el terreno, así como el relieve de su planta. Por lo que se puede deducir que eran un edificio de planta rectangular, de unos nueve metros de largo y cinco metros de ancho, con orientación este-oeste y con la puerta de entrada en el hastial de poniente. Así mismo, se puede observar que esta última pared de poniente y la septentrional fueron continuadas con sendos muros de una veintena de metros hasta alcanzar el río Pisuerga; dando lugar así a un recinto a escuadra, en cuyo vértice estaría el monasterio, y cuyo fondo sería el cauce fluvial.
Son varias las razones que nos llevan a situar aquel 'monasterio' en el lugar que apuntamos:
- a) los vecinos de Tremaya oyeron decir a sus mayores que allí se hallaba la 'capilla' de San Tirso;
- b) en el pago en el que afirmamos que se localizaba el referido monasterio actualmente se denomina 'Santotís', clara evolución del nombre latino Sanctus Tirsus[20];
- c) como señala el último testamento de Dª Elvira, se halla junto a un río, en este caso el Pisuerga.
- d) Como ya se ha dicho, en el sitio en cuestión se aprecian restos de una edificación. Según cuentan los lugareños, el 'monasterio' de San Tirso de Tremaya estuvo en el lugar que apuntamos hasta que lo derrumbó una crecida del Pisuerga. El año de su destrucción es incierto, aunque no parece que fuese excesivamente lejano, puesto que los recuerdos de aquel episodio permanecen aún vivos en la mente de las gentes. De hecho, aún narran los vecinos de Tremaya que, las aguas de la riada no sólo destruyeron el edificio, sino que, además, arrastraron consigo la imagen del santo patrono, lo cual hizo que tuviesen que correr tras la imagen a merced de la corriente. Se cuenta que lograron recuperarla y salvarla de las aguas a la altura de Villanueva de Vañes, el pueblo desaparecido en el año 1934 bajo el pantano de la Requejada. Más aún, se menciona como hecho anecdótico que aquel día una mujer anciana. pensando que sus vecinos corrían junto al río en crecida tras una 'ballena', sin saber que lo hacían tras la imagen de San Tirso, se puso a seguirles, diciendo: «Aunque sea vieja, voy detrás, para tener parte de ella, como los demás».
El otro edificio sacro del alfoz del castro de Tremaya, el monasterio de Santa María, muy probablemente venga a coincidir con el actual templo parroquial de la localidad de Tremaya. Se debe hacer notar que la actual iglesia es una reedificación casi total que se realizó a finales de la Edad Media de una iglesia anterior y más pequeña. Aún hoy se puede apreciar en su espadaña un lienzo de pared de la antigua iglesia. Este fragmento viene a medir unos cinco metros de ancho y casi otro tanto de alto. El hastial del antiguo templo se conservó gracias a que durante la mencionada reedificación se optó por no demolerlo, sino que, para ensanchar el templo, construyeron junto al mismo, en su lateral sur, un muro análogo de 3,40 metros y, a continuación, alzaron ambas paredes a una, hasta conferir al hastial la forma y altura que hoy tiene.
Se observa también en esa fachada un vano a ras de suelo, de unos dos metros de anchura y otro tanto de altura, y rematado en su parte superior por un arco de medio punto. Posteriormente este hueco se condenó con un muro de mampostería en línea con la fachada exterior, y en el que dejaron una pequeña ventana para iluminación del interior del vano. Muy probablemente la finalidad de esta modificación fuese la de albergar en la oquedad la pila bautismal y, por ende, hacer del vano el baptisterio de la parroquia. Al menos, esto es lo que hoy día sucede.
Sin embargo, una observación atenta permite ver que, mientras en el interior de la iglesia las dovelas del arco están perfectamente rasadas con la línea de pared, las de la fachada externa sobresalen irregularmente respecto de la fachada externa. Lo cual induce a pensar que el arco se prolongaba hacia el exterior o, más probablemente, terminaba con una bóveda de horno. Quizá este saliente fuese demolido para construir una escalera de caracol de acceso a la espadaña, la cual perduró hasta tiempos muy recientes. Esta estructura de subida al campanario era muy similar a la que actualmente se conserva en la iglesia de San Salvador de Cantamuda. En un principio parece suponer que este vano correspondería con la puerta de entrada del primitivo templo, puesto que está claramente centrado respecto al lienzo de pared más antiguo. Sin embargo, la calidad de la sillería del arco no coincide con la de los esquinales de la antigua iglesia, sino, más bien, con las piedras angulares del templo reedificado. Cabe la duda de saber si ese vano fue consecuencia de la ampliación de la puerta de entrada del antiguo templo o del vaciamiento de aquella pared. La primera de las opciones es más probable, puesto que, de haber sido un vaciamiento hubiese sido más fácil y menos comprometido haberlo realizarlo en el muro lateral y no así en hastial que sirve de espadaña. Hemos de pensar que ésta es la ubicación del baptisterio en la iglesia del pueblo contiguo de San Juan de Redondo. Aún con todo y en espera de poder halJar nuevos indicios, no sabemos con certeza si el actual baptisterio corresponde con la puerta de entrada al antiguo templo.
Debemos hacer constar que la similitud, cuanto menos parcial, de los monasterios de San Tirso y de Santa María de Tremaya deducida a partir de sus respectivos vestigios. De hecho, las dos iglesias poseían una orientación este oeste y medían unos cinco metros de anchura. En ambos casos las paredes exteriores eran de mampostería. Y, como acabamos de decir, pudiera ser también que ambos monasterios hubiesen tenido también la puerta de entrada en el hastial de poniente.
A raíz de todo ello se puede intuir que la localidad de Tremaya surgiria como un arrabal erigido sobre una llanada próxima al castro de la peña homónima, y a no mucha distancia de dicha fortificación. Esta nueva población, donde se asentaban mayormente la soldadesca o sus allegados, se erigiría junto al monasterio de Santa María y próxima al de San Tirso; todo ello dentro del término de Los Llazos. Este hecho explicaría una serie de cuestiones:
- La vinculación de estos monasterios al arroyo de Obles o al castro de Tremaya, y no a la localidad homónima a esta fortificación, da a entender que la población de Tremaya por aquel entonces no existía o, llegado el caso, aún estaba en ciernes. Hemos de percatarnos que, salvo la iglesia de San Salvador de Cantamuda, que ya ha sido objeto de nuestro estudio, las demás iglesias mencionadas en los testamentos aparecen relacionadas con alguna localidad.
- El hecho de que la proximidad del castro y el referente de los monasterios hayan primado sobre las características del lugar explicaría por qué Tremaya se erigió en un sitio poco resguardado de los fríos vientos del invierno y, algo más significativo, sin manantial de agua en sus proximidades. De hecho, hasta la construcción de la moderna instalación municipal de suministro de agua, siempre han debido surtirse de la misma mediante pozos artesanales o transportándola directamente desde el río.
- La erección de la localidad de Tremaya junto al monasterio de Santa María y en las proximidades del monasterio de San Tirso, explicaría por qué tradicionalmente la fiesta de la localidad se celebra el 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de Nuestra Señora, y que también el día 28 de enero, festividad de San Tirso, revista especial solemnidad en el pueblo.
- La creación del arrabal dentro del castro en el término de Los Llazos explicaría que históricamente ambas localidades hayan compartido el mismo término o, dicho de otro modo, que en dicho término hayan existido dos cascos urbanos: el originario de Los Llazos y el añadido de Tremaya, constituido este último por las gentes advenedizas del castro.
- Al ser Tremaya un arrabal del castro situado en su peña, se puede intuir que la fortificación de esa montaña dio nombre al pueblo, y no el pueblo a la montaña. La talla de Santa María que se venera actualmente en la parroquia de Tremaya es del mismo estilo y época que la imagen anteriormente descrita de San Tirso (Fig. 6). Por lo que se deduce que tampoco fue la talla la que presidió originariamente esa iglesia, sino que comenzó a hacerlo con posterioridad a la Eda Media.
[18] Lat.: 42° 5W 49,6" N; Log.: 04° 27' 32,1" W. [19] No hemos hallado ninguna otra constancia documental de este nombre. Ahora bien. cabe preguntarse:
- a) ¿,no sería éste el nombre, no del río, sino de la comarca geográfica donde se halla.esto es, la vertiente meridional de la cordillera?. De hecho, existen localidades con cierto parecido fonético a Obles: Lores o Camasobres (¿o="Campus de Obles", de modo parecido a Cantamuda, que en su origen era 'Campus de Muga'):
- b) ¿'Obles' no sería sino corrupción del término 'robles'; en tanto que en La Pernía, que es el alto valle del Pisuerga, predominan estos árboles, mientras que en Liébana abundan las hayas, y en el alto Carrión, hasta que los destruyeron durante las Guerras Carlistas, proliferaban los pinos, de ahi el nombre de sus puertos: 'Pineda'?. Dejamos estas cuestiones abiertas en espera de un análisis filológico experto.