Moncho Fernández, durante la entrevista - Foto:Toni Delgado.
Toni Delgado / Santiago de Compostela
Sería como visitar a un profesor días antes de que empiece el curso, aunque Moncho Fernández (Santiago de Compostela, 1969), como es lógico, aparece en el palco de un pabellón de Multiusos Fontes do Sar en el que varios operarios cambian el parqué sin bártulos ni informes ni libretas. El técnico del Rio Natura Monbus Obradoiro, al que le nota más acento gallego en la grabadora que en directo, guarda el material en su despacho, al que nos dirigimos una vez concluida la entrevista. En la sala, donde encuentran acomodo
sus colaboradores, hay pósters de las últimas plantillas, fotografías con mensajes de motivación que ha ido poniendo en el vestuario —"me gustaría que dijesen de mí que soy un GUERRERO/ PROFESIONAL"—, dos camisetas conmemorativas por su 50º partido y el 100º con el equipo de su ciudad... La conversación con Cronómetro de Récords —es de agradecer que queden jefas de prensa como Mayra Porto— es un paréntesis para Moncho Fernández en el frenético trabajo coral de pulir la plantilla. Ese lunes de principios de agosto —lástima que por ser ese día de la semana el museo de la Ciudade da Cultura, a tan sólo unos minutos de Fontes do Sar, estuviese cerrado— acababa de confirmarse la llegada al Obra de Miller, el sexto fichaje del curso tras Triguero, Pozas, Kleber, Cárdenas y Waczynski. Días después se confirmó la firma de Chagoyen, Nankivil y Giannopoulos.
—Hay muchos tipos de líderes. ¿Cuáles buscas para tu equipo? Los naturales suelen ser aquellos cuya opinión o personalidad influyen para el buen camino del grupo, mientras que los líderes negativos pueden conseguir el efecto contrario. Y luego está el líder silencioso, el que impone desde el ejemplo, con su trabajo diario. Los líderes no se pueden fabricar. Hay jugadores que llevan varios años en un equipo y no lo son. La veteranía no siempre es ejemplo de liderazgo. También creo que tienes que localizar al negativo y, en la medida de lo posible, no tenerlo. Y si lo tienes, acotarle.
—¿Al líder negativo se le puede transformar en positivo?Yo creo que no. Nosotros creemos en la máxima de que los mejores equipos los hacen las mejores personas. Aunque los jugadores ni son máquinas ni funcionan siempre igual. Dependen, por ejemplo, de los ímputs que reciban de fuera. —¿Buscas más líderes silenciosos?No. Busco profesionales que quieran venir, que amen su profesión, trabajen y encajen con nuestros valores: gente trabajadora, solidaria, buenas personas y profesionales que entiendan que lo importante es el grupo. Aunque no siempre manejas toda la información sobre ellos. Cuando siete personas, como entrenadores, compañeros..., te hablan bien de otra y la persona se comporta contigo de otra forma, tienes que plantearte en qué te estás equivocando. —Hay quien asegura que a Juanjo Tiguero le falta sangre. En su etapa en Valencia no se puede cuestionar que haya dado un gran golpe de autoridad ante sus detractores. Lo peor del mundo del deporte es que, cuando se hacen análisis, se reduce todo a tópicos. Me da bastante rabia la expresión "no tiene sangre" y conceptos como "juego sólido", "partido farragoso", "partido trabado"... Un encuentro puede ser un desastre táctico, pero si hay acierto a canasta, ya es maravilloso. En cambio, si los jugadores toman buenas decisiones y el juego sin balón es notable, pero los tiros no entran y el resultado es corto, se habla de partido "trabado", "farragoso"... Juanjo Triguero es un tío muy bravo con un nivel de intensidad altísimo. Es muy dificil resumir cómo es alguien. —¿Qué crees que puede aportar al equipo?Intensidad, agresividad, implicación... Triguero ha jugado muchas veces lesionado, con máscaras, vendajes..., en su etapa en Valencia. No se borra nunca. —Salvando las distancias, ¿puede ocupar una figura como la de Oriol Junyent?Otro de los tópicos de los que escapo. Cada vez que una vez tiene un pasado se buscan los nuevos. El nuevo Oriol. —No hablo de que sea el nuevo Oriol, sino de que se convierta en el nuevo emblema del equipo. Oriol, por cómo es, por sus características y experiencia, es insustituible. Cuando me preguntan de qué va a jugar un jugador, si de 3 o de 4, 5... Va a jugar de él. Juanjo Triguero va a jugar de Juanjo Triguero. Cada persona es diferente. lo que tenemos que ver es cómo será el nuevo Obradoiro.
Un operario coloca el parqué en el pabellón - Foto: Toni Delgado.
—¿Y cómo va a ser? ¿Cómo lo estáis fabricando?Lo estamos intentando fabricar para que sea siempre bajo las mismas premisas. De una ya te hablé, y es la más importante. Tiene que estar formado por profesionales que quieran venir, acepten su rol y sepan que Santiago es un buen sitio para desarrollarse profesionalmente. Que nos ayuden nuestros objetivos y consigan los suyos. Somos un equipo humilde que tiene que pelear por cotas que para el gran público puede ser humildes, como mantener la categoría, pero que para nosotros tienen la dignidad de un título. Permanecer en la Liga es un título. Los pasos son hacer una plantilla. Estamos en ello. Tenemos nueve jugadores. Nos faltan tres, pero nunca hablo de los que no están.—¿Las negociaciones están avanzadas?Los timmings no los marcan los clubes, sino el mercado. Generalmente, los jugadores tienen varias ofertas y tenemos ofertas, tienen objetivos personales, a los que podemos llegar o no. De la confección de la plantilla se encarga nuestro director general, con el que hablo todos los días del año. No creemos en juntar cromos, sino en construir un equipo donde los roles y características sean complementarias, y todos estén satisfechos con su rol... No son piezas de un puzzle. La metáfora más adecuada sería el cubo de Rubik: si muevo aquí, se mueven el resto de piezas.
—En la vida, y especialmente en el deporte, se simplifica todo demasiado.
Me da la sensación de que sí. Pero es que el trabajo del público o de la prensa no es analizar como lo hacemos nosotros. Cuando construimos un equipo no estamos pensando, no sólo valoramos habilidades físicas y técnicas. ¿Qué sentido tendría tener cuatro escoltas buenísimos? Al final habría roces, no se sentirían valorados... Los entrenadores y directores deportivos hacemos valoraciones diferentes a la gente porque es nuestro trabajo. —¿Cómo se puede hacer partícipes del grupo a todos los jugadores?Es difícil. Cada uno tiene que poner en valor su rol y aceptarlo, aunque no siempre se consigue. En el caso de Obradoiro ayuda saber dónde estamos y quiénes somos. Somos un club con una afición increíble y los jugadores saben que su labor no sólo es meter un balón de un material sintético por un aro metálico, sino que representan el orgullo de una ciudad. Valga la redundancia, intentamos poner en valor los valores: el compromiso, espíritu de lucha... Como en todas las familias hay discusiones, problemas... Si hay soluciones, las buscamos, y si no existen, separamos nuestros caminos. —¿Has enseñado a algún jugador a ser humilde?Intento fichar a jugadores humildes. Cuando construyes un equipo, intentas hacerlo a partir de valores universales, como la falta de egoísmo, el esfuerzo... Aspectos que figurarían en la punta de la pirámide en cualquier cultura. La humildad no. En la cultura sajona puede ser sinónimo de cobardía o de no ser tú mismo. En la cultura norteamericana la humildad es muchas veces "oye, no dejes que nadie te diga lo que tienes que hacer". Me parece pretencioso. Hay muchas personas de las que puedes aprender y a las que debes escuchar. ¿Enseñar a un jugador a ser humilde? Yo creo que la vida te enseña a ser humilde y que con humildad todo es mucho más fácil. —Pero supongo que alguna vez acabarás fichando a una persona equivocada. Te han pasado unos informes y ha actuado de otra manera. Si mezclas amarillo y azul sale verde siempre, pero con las personas no funciona así: ganan o pierden, cobran o no cobran, su familia puede estar o no a gusto en la ciudad... ¿Que han habido jugadores que no han encajado en nuestra forma de ver las cosas? Claro. Y es cuando tienes que hacerles ver que crees que están equivocado y darles los motivos.Moncho Fernández, en su despacho - Foto: T. Delgado.
—¿Y han recapacitado?Ha habido de todo. El que ha cambiado, el que me ha hecho cambiar de opinión y el que no ha cambiado. —¿Qué relación tienes con los jugadores? ¿Os contáis las cosas?Depende. Los jugadores y entrenadores pasamos muchas horas juntos, más que con nuestras familias. Intento tener con ellos una relación cordial basada en la profesionalidad. —¿Llega a ser íntima?Durante la etapa profesional es muy difícil que sea así, pero después cuando he dejado de ser el entrenador de esos jugadores algunos sí han pasado a ser amigos. —¿Con quién te ha pasado?Con alguno. Porque en el momento que dices uno, se te pueden quedar varios en el camino. Casi siempre ha quedado una relación cordial. —Viajemos en el tiempo, a enero del año pasado. Tras un amago de remontada en Badalona ante el Joventut, rozasteis meteros en la Copa del Rey. El aficionado neutral de la Liga ACB parecía ir con el Obradoiro. Como te puedes imaginar, fue una gran frustración no clasificarnos para el torneo. Hubiese sido un hito histórico para un equipo con mucho recorrido, pero poca historia en la élite. Somos un club simpático para el gran público precisamente por eso. Todos disfrutan del equipo del humilde, del que trabaja... —Esa temporada, como esta última, ganasteis al Barça. Supongo que esas victorias fueron casi títulos para vosotros. En ambas, sobre todo en la del Palau, se destacaron más los errores de ellos que vuestros aciertos. Es normal que la gente se pregunte ¿cómo han podido perder estos tan grandes con estos tan chicos? Para nosotros ganar a un equipo así es una victoria de prestigio, pero cada partido que ganamos es una fiesta. Significa dar un pasito más. Hay que valorar lo que cuesta que un equipo como el Obradoiro esté entre los mejores. Nos basamos en tres pilares: el equipo, la afición y el consejo de administración. Puede que seamos el club de la Liga en el que la afición tiene mayor peso en la confección del equipo. Casi un tercio del presupuesto global del club viene de los abonos. El Obradoiro, en las dos anteriores etapas que estuvo en la élite, subió y bajó, y tardó en volver. En esta última etapa hemos subido, nos hemos mantenido y nuestro reto es asentarnos y seguir creciendo en la Liga Endesa. —¿Qué te pidieron cuando te ficharon para entrenar al Obradoiro? Me ficha el director deportivo de entonces, Chete Pazo, al que he entrenado. —¿Es de esas amistades que surgen después?Sí. Es un amigo íntimo. El equipo acababa de descender, estábamos a principios de julio o primeros de agosto. Había que construir una plantilla entera y se quería hacer un proyecto potente en la LEB Oro. De los que bajan sólo el 7-10% consiguen volver a la máxima categoría al año siguiente. Fue como una refundación del club. Lo que se pretendía era crear una estructura lo suficientemente estable para intentar el asalto a la ACB otra vez. Aunque las primeras palabras no fueron "tenemos que subir el año que viene", sino "vamos a hacer todo lo posible para hacer un equipo potente y ya veremos dónde nos pone la competición". Algo que cambia cuando empezamos 13 victorias consecutivas. Nosotros y Murcia, que subió como campeón [el Obradoiro lo hizo en el playoff], éramos, sin duda, las mejores plantillas. —La clave del éxito fue esa paciencia, el no ponerse límites. Es cierto. Fue que todos teníamos claro cuál era el objetivo y todos remábamos en el mismo camino. No hay que olvidarse del público, que no dejaba de cantar, gritar y animarnos.
Algunos de los mensajes de motivación al equipo - Foto: Toni Delgado.
—El aliento de Fontes do Sar. En la primera vuelta recibís, teóricamente porque esto puede cambiar mucho, a rivales directos: Manresa, Tenerife, Estudiantes, Andorra... Conoces el calendario mejor que yo. Para mí no significa prácticamente nada. Jugaremos contra todos. Además, el problema de marcar fechas en rojo te lleva a que si no ganas esos partidos, tengas una sensación de fracaso. Tenemos un primer partido que es contra el Manresa. Si piensas eso, nunca le ganarías al Barça, al Valencia, al Madrid... Porque, claro, como no son de nuestra Liga... Ése es otro de los tópicos del periodismo deportivo. De lo que se trata es que en mayo estamos donde queremos. —¿Cómo sería tu periodismo deportivo ideal? Se estila rellenar huecos con datos y detalles que no se conocen. No voy a dar lecciones a nadie, pero sí que puedo decir lo que me gusta y lo que no. La crónica descriptiva ha perdido sentido. Que alguien 24 horas después te cuente todas las jugadas, como que desde minuto uno al tal un equipo ganaba por seis puntos y que luego el otro remontó... Prefiero otro tipo de crónica, permíteme que le llame la crónica artística, donde se describen las sensaciones, el ambiente... Hay un periodismo de información inmediata: "fulano ficha a no sé quién". Además, también se puede hablar de las historias de los jugadores, que tienen muchas. —La crónica debe interesar tanto al que ha visto el partido como al que no. Siempre digo que somos unos privilegiados porque nuestra profesión no es tan importante como la de un juez o un cirujano o un ingeniero y tenemos una remuneraciones económicas muy superiores. Eso es gracias al periodismo deportivo, que nos da visibilidad. Aunque también te digo que yo he vivido entre cuatro paredes toda mi vida y no tengo ni idea de arquitectura. Aunque conduzca cada día, no sé de ingeniería mecánica. A buenos entendedores... —¿El cronista de baloncesto tiene que tener algún curso de entrenador? No. Basta con conocer un poco el deporte y no caer en los tópicos. ¿Qué significa que el partido fue "farragoso" o "trabado"? ¿Se perdieron muchos balones, no hubo acierto? También es cierto que hay una vuelta al periodismo de reportaje y a la columna de opinión, que me parecen más agradables e interesantes. A veces te encuentras en Twitter opiniones como "no vi el partido, pero tuvieron que estar mal". Es como el "no leí el libro, pero no me gusta". —¿Qué puede hacer la liga para atraer a más público? ¿Vende el producto bien?En los pabellones veo muchísima gente y los estudios dicen que acude más gente que nunca. No sé por qué pero se ha establecido entre el mundo de la opinión en que todo es una mierda. las cosas repetidas acaban convirtiéndose en dogmas de fe. Siempre hay cosas a mejorar. Recuerdo conversaciones con compañeros que han entrenado en otras ligas y decían "mira, que no estamos tan mal. Esta la mejor liga a nivel de organización de Europa. Pero realmente ni tengo los conocimiento ni me he parado a reflexionar por no sé ni de márketing, ni de comunicación. seguro que hay cosas para mejorar. Seguro. —En su momento hicieron Basket Fever y funcionó. Hay que atraer a los más pequeños. El número de licencias en Santiago ha aumentado de manera exponencial desde que está el Obradoiro, han proliferado los campamentos, te encuentras con un montón de camisetas del equipo... La mejor forma de que siga habiendo básket es que Corbacho continúe metiendo triples, Pumprla siga recuperando balones... Son ídolos inmediatos. ¿Que hay que sacar al equipo fuera de la ciudad en la medida de lo posible? Claro, es muy importante, y lo hacemos. —¿Por qué crees que Alberto Corbacho no ha ido a la selección?No lo sé. Habría que preguntarle a los que han hecho la selección. Yo te voy a responder como gallego que soy. Creo que Alberto tiene calidad para ir y que todos los que están tienen una calidad increíble. Son buenísimos: Ricky, Sergio, Calderón, Llull, Navarro... —¿Qué hecho diferencial aportaría?Es un tirador excepcional. Aportaría lo que es, pero los que están son muy buenos. En España hay 20 tíos con calidad sobrada para estar en la selección. En los pívots no ha ido Mirotic.
El entrevistado posa junto a dos camisetas que recuerdan dos efemérides como entrenador del Obra - Foto: Toni Delgado.
—El año pasado no quiso ir. Pero podría ir, ¿no? Está Ibaka. ¿Mirotic es malo? ¿No tiene nivel para estar en la selección? Y muchos otros. Te podría hablar de Rafa Martínez en su día, de Fernando San Emeterio ahora... Lo que ocurre es que todos tenemos afán de seleccionadores. Los que eligen escogen al equipo que consideran mejor. —¿Cómo vas a seguir el Mundial? ¿Cómo ves a la selección? Lo seguiré por la televisión, porque estaré trabajando. No sólo veré a España, sino a varios equipos. Es una competición muy chula. Ellos aspiran a lo máximo, hablan de ser campeones del mundo. Lo mejor es que se vean capacitados, porque calidad tienen. Están creciendo y ojalá suban a lo más alto. Sería muy bueno para el baloncesto, como lo fue la plata en Los Ángeles, de la que se han cumplido 30 años y que marcó un hito. Hemos visto a la selección campeona del mundo, subcampeona olímpica dos veces más, campeona de Europa... Somos conscientes de lo que han logrado. No se puede decir que sea irrepetible, pero va a ser muy difícil que vengan otros y repitan lo que ha logrado esta generación. —¿Qué jugadores y entrenadores te han marcado? La lista es muy larga. Lo bueno que tiene mi profesión es que aprendes tanto cada día de todos... La primera persona que me enseñó qué es ser un entrenador es Miguel Gómez, que es un entrenador santiagués, en La Salle, en Santiago. A él le debo eso. Y a Moncho López le debo ser entrenador profesional: me dio la oportunidad de ir a Gijón, en ACB, y ser su ayudante. Desde el punto de visto profesional es de la persona de la que más he aprendido. Aprendo mucho de Pedro Martínez, de Aíto... De todos. Son muy buenos. Me obligan a estudiarlos, analizarlos... Hablamos... Eso me hace mejor entrenador, como mi cuerpo técnico, que está formado por personadas muy formadas e inquietas. —Desde tu primera experiencia como asistente, ¿cómo ha evolucionado esta figura? ¿Y cómo es la relación con el tuyo [Dan Petts]?Me gusta el calificativo de entrenador ayudante. Es un entrenador que te ayuda a sacar lo mejor del equipo. Siempre que he sido entrenador ayudante mis jefes han confiado mucho en mi trabajo y me han dado mucha cancha. No creo que haya habido una evolución de ese apel, sino que depende mucho del primer entrenador: puede ser una persona que acapare todo el trabajo, que sea poco dado a compartir o delegar o todo lo contrario. En mi caso delego muchísimo. Ellos me hacen mejor entrenador a mí. —¿Qué crees que les enseñas?Tendrían que responderte ellos. No lo sé. Creo que hay una cosa que ya tienen y que me gustaría que les quedase: la pasión por la profesión y el deporte. —Vivimos en una época cavernícola. Es noticia que Becky Hammon sea nombrada asistente de los San Antonio Spurs. Es la primera contratada de la historia para ese puesto... Es novedad por ese motivo. Si te quieres meter en un tema tan profundo como la igualdad... Es la cultura del mérito. Forma parte del staff de un equipo masculino porque seguro que es una buena entrenadora y seguro que lo es. El mundo está lleno de desigualdades. Hay países en los que se sigue practicando la ablación. —¿Qué es para ti la disciplina?Se asocia con la autoridad impuesta, pero la disciplina es el respeto por las normas y las reglas del juego. Si eres jugador profesional, tienes que cuidarte, respetar las horas de descanso... Si eres entrenador, planificar bien tu trabajo... Además, tienes que tener en cuenta las normas comunes para que el colectivo funcione de manera organizada. —¿Sois de poner sanciones? Y si es así, ¿por qué motivos?Sí. Los casos vienen establecidos en el régimen interno aprobado por la propia competición y la Asociación de Jugadores, y no difieren mucho de los otros ámbitos laborales. Te podría poner un ejemplo escatológico que no viene reflejado en el régimen interno. Si escupes a la pista o te pones a mear en la pista, ¿es sancionable o no? No soy un entrenador que ponga muchas multas. Intentamos funcionar por sentido común. Si llegas tarde a entrenar, afecta a todo el colectivo. La impuntualidad es donde recae el mayor número de multas. En nuestro caso hemos juntado el dinero para montar una cena lo hemos donado a iniciativas solidarias.
—¿Cómo te ayuda a nivel profesional impartir clínics y conferencias?No pienses que me hace gracia hablar en público. Lo hago bastantes veces, pero no es lo que más me gusta. Cuando estoy aquí delante de 6.000 personas [señala al Fontes do Sar] no soy consciente de cuántas personas hay. Estoy haciendo un trabajo, que es dirigir un equipo. Para eso soy un poco tímido. Pero me encanta participar en todo este tipo de actividades porque no son unidireccionales. Van en ambos sentidos.
—Aunque a veces da la impresión de que quien imparte la conferencia se escucha a sí mismo.
A veces notas que has tenido éxito, y otras, que hay personas que no te escuchan... Se trata de no fingir. Debes contar lo que haces. Los clínics suelo acompañarlos de vídeos de mi equipo. Te explico esto y que estés de acuerdo depende de ti. —Háblanos del entrenador como comunicador. La comunicación tiene muchos caminos. No sólo son las palabras, es también el lenguaje no verbal, la coherencia de los actos... Al final tienen un mensaje y si ésta no llega a los actores es absurdo. Nos daría para otra entrevista. —Te pongo un caso concreto. Cuando notas que un jugador no está dando lo que tiene que dar, más allá de cambiarlo, ¿qué le dices para activarlo o despertarlo? Supongo que dependerá de cómo sea el jugador. Cada uno tiene una forma de ser y a unos se lo puedes decir de una forma y a otros, de otra. Primero habría que valorar que no esté al 100% y pasa de todo sólo hay un mensaje posible 'siéntate, y luego ya hablaré contigo' En la comunicación es fundamental la empatía, el ponerte en la piel del otro. ¿Por qué le está pasando esto? A lo mejor está enfermo ya tenido gripe... O tiene un problema personal o está cansado... Y luego la asertividad. —¿Cómo debe ser la relación entre los jugadores y entrenadores y los árbitros? ¿Los colegiados marcan demasiada distancia? En la cancha hay muchos roces, discusiones... Los árbitros lo intentan hacer lo mejor posible y en el momento en el que focalizas en ellos todos tus males cometes un error... En la Liga Endesa si te diriges con corrección, te contestan con educación y normalidad. El caso es que no siempre lo hacemos así. Si me dirijo así [hace una serie de gestos y sube algo la voz], es normal que te digan que te sientes. —¿Llegas a perder la noción de lo que dices? Por muy alto que contestes, no puedes cruzar los límites ni faltar al respeto con insultos ni gestos obscenos. Puedo estar alterado y decir "¡son pasos! ¡son pasos!" y que me piten una técnica o me descalifiquen, como ya me ha ocurrido.