Cansado de perder partidos y jugadores, Billy Beane, director general de los Athletics de Oakland, decide enfrentarse a la junta directiva del equipo para proponer un cambio en el modo de tratar con el "negocio" del béisbol: en lugar de gastarse millones de dólares en comprar jugadores estrellas, opta por basar los fichajes en un rompedor método informático y estadístico. En su empresa, Beane se enfrentará contra directivos, jugadores, el propio entrenador de los Athletics, fantasmas del pasado y hasta con su desestructurada vida personal; pero no estará solo, contará con la ayuda de Peter Brand, el joven que pondrá en práctica sus rompedoras ideas.Basada en hechos reales sucedidos durante la liga de béisbol profesional de 2001, Moneyball no contó con un rodaje demasiado sencillo. En un primer momento, Steven Soderbergh estaba muy interesado en llevar el caso de Billy Bean y los Athletics a la gran pantalla, pero no tardó en abandonarlo debido a los muchos otros proyectos que se acumulaban y a su anunciado retiro. Sin embargo, el actor elegido para interpretar al protagonista, Brad Pitt, mantuvo la confianza en el guión escrito por Steven Zaillian (American Gangster), ejerció de productor y consiguió que el director Bennet Miller (Capote) se atreviera a dirigir Moneyball, trayéndose consigo a su actor predilecto, el gran Philip Seymour Hoffman.
Tras la reescritura del guión por parte de Aaron Sorkin (autor de la brillante La red social), el resultado de Moneyball es impecable. Estamos ante una película densa, que nos adentra en el mundo del béisbol profesional no para aturdirnos con tecnicismos deportivos, sino para sumergirnos en una historia de valores humanos en la que la fuerza de superación, la carga de los errores pasados y las ganas de romper con lo establecido manteniendo unas creencias propias son los rasgos que definen al protagonista. La película se basa en unos diálogos muy ágiles que hacen avanzar la trama y nos descubren a los personajes (en este aspecto se nota bastante el toque de Sorkin). Así, las conversaciones fluyen con naturalidad gracias a la puesta en escena sencilla y nada artificial de Miller, quien filma escenas brillantes como la del partido final. Si a esto le añadimos el uso tan curioso de la música y de los silencios y la fotografía de Wally Pfister (Origen), nos encontramos sin duda ante una película de altura.
Los actores resultan más que creíbles en sus respectivos roles, desde un sorprendente Jonah Hill (alejado de sus papeles en comedias de la casa Apatow) al siempre efectivo Philip Seymour Hoffman (muy comedido en su papel de entrenador), incluyendo los cameos de Robin Wright y Spike Jonze. El protagonista absoluto es Brad Pitt, quien nos tiene acostumbrados a grandes papeles y en Moneyball demuestra su talento como intérprete, siendo capaz de expresar con total naturalidad la lucha interna y externa que atraviesa el personaje de Billy Bean, además de que la complicidad en pantalla con el personaje de Hill resulta más que evidente.
Mucho más que un drama ambientado en el mundo del béisbol, Moneyball es una película intensa y absorbente que cuenta con unos guionistas excepcionales, un director muy hábil y un actor capaz de transmitir emociones con las que todos los espectadores nos sentiremos identificados. No se la pierdan.