Monforte representa un personaje histórico, Guido de Monforte, o Guy de Monfort, un mercenario inglés que estuvo al servicio de Carlos de Anjou pero que nunca fue nombrado gobernador de Sicilia, cargo que sí desempeña en Las vísperas sicilianas. Ya vimos que es el personaje más complejo y más interesante de toda la ópera, quien aparece en primera instancia como un personaje malvado, pero que a partir de que conocemos que es el padre del revolucionario siciliano Arrigo, uno de sus mayores enemigos, vamos asistiendo a un proceso de humanización que se irá desplegando a lo largo de la obra hasta que al final, sin perder del todo la antipatía de los opresores, habrá ganado parte de nuestro afecto, en contraposición al oprimido Procida, quien terminará pareciéndonos un ser despreciable en su obsesión por liberar a su pueblo del yugo francés. Una de las características principales de Monforte es su soledad, rasgo que compartirá, junto con el remordimiento de la conciencia y su necesidad de afecto, con Felipe II en Don Carlos. Monforte, que ha maltratado a la madre de Arrigo, se desvivirá por obtener el afecto de su hijo como si fuera una suerte de redención.
Al comienzo del segundo acto, Monforte, en su gabinete, siendo poseedor de una carta de la madre de Arrigo, medita sobre la manera en que la forzó y sobre la ocultación que hizo ella del hijo de ambos. Después saca el escrito de su pechera, donde lo tiene guardado, y comienza a releerlo con dolor, en él, además de revelarle su paternidad, la madre le pide que proteja a Arrigo. Llega entonces un oficial francés, Bethune, que informa que Arrigo ha tenido que ser conducido hasta allí a la fuerza al haber rechazado la invitación que le había hecho Monforte. Monforte ordena que su hijo sea conducido a su presencia y, mientras espera, canta el aria "In braccio alle dovizie" en la que expresa que a pesar de sus riquezas y el reconocimiento público de que era objeto, su corazón estaba vacío y manifiesta la esperanza de que todo cambie cuando gane el afecto del hijo, quien todavía no sabe nada.
Se requiere dominio de los recursos dramáticos en el recitativo y en el momento del aria una línea de canto refinada que no descuide la ligazón en el fraseo, así como variedad en el uso de las dinámicas y regulación de intensidades. Os dejo tres barítonos italianos y uno norteamericano: