Revista Cultura y Ocio

Monólogo de un canalla: 10 años

Publicado el 08 junio 2012 por José Angel Barrueco
Monólogo de un canalla: 10 años
Se cumplen ahora 10 años desde la aparición de uno de mis primeros libros: Monólogo de un canalla. Lo publicó una editorial de Barcelona y, desde el mismo proceso de la aceptación del manuscrito, me topé con una serie de problemas y decepciones que aprovecho para contar hoy.
La primera decepción la ocasionó el retraso en la salida de la imprenta. Y sospecho que no fue culpa de los impresores, sino de los editores. Recuerdo que, una vez fijaron una fecha en la que el libro estaría disponible, organicé una presentación del mismo en el salón de actos de la Biblioteca Pública de Zamora. Juan Manuel de Prada, con quien por aquel entonces contactaba a menudo, iba a ser el presentador. Él ya vivía en Madrid y lo tuvo difícil para encontrar una fecha libre para desplazarse a Zamora. Pero la encontró. Se imprimieron unas cuantas tarjetas de invitación. Apenas unos días antes del evento, uno de los editores me llamó para decirme que iban con retraso y que la novela no saldría de imprenta a tiempo. Al final cancelamos la presentación con Juan Manuel porque no le quedaban fechas libres y acordamos que lo haríamos en Madrid.
La segunda decepción fue más grave. Más dolorosa. Me llamaron para decir que, por algún error de imprenta, faltaban las tres primeras páginas de mi libro en los ejemplares. Esto es: la dedicatoria, la definición de “canalla” y las citas oportunas. Para subsanar por encima el error y contentarme, hicieron algo efectivo pero cutre: en la mitad de los ejemplares (eso dijeron ellos…) pegaron una página que contenía las palabras perdidas (citas, dedicatoria, definición). Sí, has leído bien: pegaron la página de algún modo. Siempre pensé en la cantidad de lectores que comprarían el libro sin esa página. El libro amputado. O el libro (mal) reconstruido.
La siguiente decepción la conocen ya un montón de escritores de este país: estaba mal distribuido. Para quienes vivían fuera de Zamora (o de Barcelona, cuna de la editorial), era casi imposible encontrar ejemplares.
La cuarta decepción. El editor trataba de organizar una presentación en Madrid (la de Zamora la hice, finalmente, en la Feria del Libro de mi ciudad, sin ayuda de los editores, y con Rufi Velázquez, directora de la Biblioteca Municipal como maestra de ceremonias). Tras varios días de marear la perdiz, y con alguna excusa que no recuerdo, me dejaron colgado. A última hora, y gracias a Nacho Fernández, de Literaturas.com, organizamos una presentación apresurada en la que contamos con Juan Manuel de Prada. Fue en un garito próximo a la Calle de la Madera.
La quinta decepción ya la habrás adivinado. Como no había ejemplares por Madrid y los editores no enviaron una caja a dicha ciudad, tuve que depositar unos cuantos en una mochila (me los cedió Luis González, de la Librería Semuret) y cargar con ella desde Zamora: el viaje de ida y vuelta en autobús, los paseos por Madrid, etcétera. Por supuesto, a mi cargo quedaron todos los gastos.
La sexta decepción. Aunque al acto acudieron bastantes amigos y conocidos, creo que sólo vendí un par de ejemplares. Y me tocó volver como había venido: cargado de libros.
Y la séptima (aunque igual se me olvida alguna) decepción: las erratas de imprenta y los consabidos duendecillos. También, lo reconozco, hubo algunos errores de mi cosecha en el texto.
Pero Monólogo de un canalla también me deparó algunas alegrías: en Zamora se vendió muy bien, lo que significa que tuvo bastantes lectores; el libro solía prestarse entre amigos, y eso, aunque reste ventas, siempre es motivo de satisfacción; algunas personas me dijeron que era mi mejor obra, y otras lo mantienen hasta la fecha (aunque no estoy de acuerdo); algunos lectores me recuerdan aún por esa novela; hubo unas cuantas recensiones en prensa y en revistas digitales, de las que me quedo con la que escribió Alejandro Pérez Prat, de Literaturas.
Diez años después los editores de Nowtilus han querido reeditarlo en digital (ebook y todo eso), con opción a impresión en papel bajo demanda., dentro de su nuevo sello, Tombooktu. Aparte de esa segunda opción, decidieron imprimir 100 ejemplares para tenerlos en la Feria del Libro de Madrid. Dado que parece ser un libro maldito, al salir de imprenta los editores no estuvieron conformes: el cuerpo de letra del texto es muy pequeño y apenas tiene márgenes. Esa edición será descartada en beneficio de otra que saldrá en breve y que contará con otra maquetación, con la letra más grande y márgenes en condiciones. Yo os aconsejo que lo pilléis en digital, si no lo habéis leído. Sobre todo por el precio: en torno a 3 euros.  
Monólogo de un canalla, así, se adapta a los nuevos tiempos. Al soporte digital. Y en una edición en la que, por fin, aparecen las tres páginas que amputaron, limpia de erratas y de errores. Es la oportunidad para hacerse con un libro que sufrí mucho escribiendo (no es un tópico: meterse en la mente de un psicópata y narrar desde ahí acaba fatigando; es más: hubo un punto en el que odié la novela porque odiaba al protagonista). Desde aquí agradezco a los editores de Nowtilus la idea y el esfuerzo: con ellos todo ha ido como la seda. Abajo, algunos enlaces y la cubierta original: 
Amazon / Primeras páginas 
Monólogo de un canalla: 10 años

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