Magazine

Monólogo: los "bailes" de las bodas

Publicado el 24 octubre 2014 por Espe85

LOS “BAILES” DE LAS BODAS
En toda boda que se precie después de la ceremonia de matrimonio y del banquete viene lo que se suele conocer cómo el “baile” o la fiesta posterior…Los que son de la zona de La Mancha saben bien que por allí a la fiesta posterior al banquete se la conoce cómo “el baile”. Bueno, ese “baile” digamos que llega en el momento más oportuno…En el momento más oportuno para que con una probabilidad del noventa y nueve por ciento todos, en un momento u otro, hagamos el ridículo, de una forma que no volverás a ver hasta la próxima boda.
Vamos a ver, sobre todo las tías, llevas desde las 9 de la mañana acicalándote para ir monísima a la boda con el único objetivo de conseguir que todo el mundo te critique…Sobre todo si la boda se desarrolla en un pueblo. Posteriormente vas a la ceremonia de matrimonio, civil, católica o cómo corresponda, de ahí al coctel pre-banquete, que la cosa se empieza a animar con el vino, la sangría y la cerveza…Y si el coctel es en pleno mes de Agosto con cuarenta grados a la sombra prepárate, porque los “beneficios” sobre el estado de ánimo que produce el alcohol se verán intensificados. De ahí pasas a la comida, y sigues sumando, comida y alcohol, que básicamente serán tus ingredientes principales para el ridículo del baile posterior…Y después de unas tres horas de banquete llega el momento del famoso “baile”.
Digamos que el baile empieza de forma seria y sin tacones, porque a esas horas ya no hay pies que aguanten un mísero centímetro de  tacón sin llevar “andares” de avestruz, o directamente caerte al suelo sólo por intentar dar un paso…Y cuando digo de forma sería me refiero a que son los novios bailando un “vals” o cualquier otro tipo de música…Normalmente romanticona, aunque creo que alguno ya se animó con un reggaeton, que con el traje de  novia debe de ser muy cómodo de bailar. Después de eso comienza el despiporre…Normalmente para animar a la gente mayor, porque los jóvenes ya están animados, sobre todo por el alcohol, comienzan con unos pasodobles…Y ese es el momento en el que veras a tus padres, tíos y demás familiares bailando cómo padres, tíos y demás familiares…Todos conocemos cómo es ese famoso pasito  balanceado de un lado al otro mientras intentan mover el cuerpo justamente al contrario del ritmo que marca la música.
Después de unos cuantos pasodobles llega el momento cumbre de los pasodobles…”Paquito el chocolatero”…Ese, justamente ese es el momento en el que todo el mundo comienza a perder a raudales la poca vergüenza que le quedaba. En ese momento todos se abrazan con todos, pero es un abrazo como lateral, y haciendo una fila, al compas de la música se empieza a realizar un movimiento ”sesi” de cadera, todo esto sin olvidar que después del alcohol consumido ese movimiento es capaz de causar una luxación de cadera en tu tío Manolo. Ese movimiento si lo ves en un chaval jovencito y “apañado” te puede resultar “sexy”, bien escrito, y atractivo, pero ver al tío Manolo, agarrado a la tía Manuela bailando “Paquito el chocolatero” es el momento justo en el cual empiezas a sentir vergüenza ajena. Que si el compositor de dicha canción levantara la cabeza y viera como bailan su obra…Se volvía a morir con tal de no ver dicho espectáculo.
Después de un par de cancioncitas más te ponen otra canción con la que terminar de perder la poca vergüenza que quedaba…”Follow de líder”…No es que yo tenga nada en contra de la canción, ni mucho menos, digamos que estoy en contra de como la bailan el tío Manolo y la tía Manuela…Que son de los tiempos del pasodoble, que han bebido mucho alcohol…Para sus costumbres, y que junto con las pastillas del azúcar y la tensión no combina bien. Si a eso le sumamos el reuma y la artritis, la faja, las medias y el vestido de la tía Manuela y el traje que no sabe llevar el tío Manuel, el bailecito es para grabarlo en video.
Primero empieza con ese momento que pone a prueba la coordinación…La coordinación después de siete horas de fiesta…Ya hay que ser muy optimistas…Cuando la canción dice que hay que ir a la izquierda…¡¡Todos para la izquierda!!!…Bueno menos unos cuantos que no saben ni para donde van, y después hay que ir a la derecha, que ocurre lo mismo que con la izquierda pero un poco más intensificado, porque alguno se quedó en la izquierda y no sabe regresar. Luego llega uno de los grandes momentos que es cuando hay que ir para abajo…Entonces miras a la tía Manuela, que no se puede doblar, intentando que al agacharse no se le suba la falda y se le vea la faja, al tío Manuel dándolo todo e intentado bajar se acaba de caer de culo y la vergüenza ajena sube cómo la espuma…Hasta que te miras tú, y te ves con treinta años menos en una situación tan lamentosa como la de la tía Manuela…Y entonces aflora la vergüenza propia, que subsanarás con un par de mojitos o gin-tonic…El remedio va al gusto del consumidor.
Algo que  nunca falta en todos los “bailes” de boda que se precie es el borracho, viene siendo ese familiar de la novia o del novio, que digamos que le sentó el alcohol un poquito peor que al resto…Y el pobre perdió la vergüenza más aún que el resto, la coordinación hasta el punto de no mantenerse de pie, y digamos que la lengua se le suelta a tal punto que empieza a decir todas esas verdades que nadie quiere oír, y a contar esas historias que nadie quiere escuchar.
Otra figura que nunca falta en los “bailes” es precisamente ese o esa que no baila. Esa persona que se queda con su copa en la barra, sentada en una silla o en un rincón y todo el mundo piensa: Pobrecillo/a cómo se tiene que estar aburriendo ahí sin bailar…Sinceramente, no creo que se aburra…Creo que se lo está pasando en grande riéndose de los “bailecitos” que se están marcando el resto…Esa persona debe de ser la única nota de cordura entre tanto “desmelene” post-nupcial.
Cuando tienes que hablar en público y tienes que superar el miedo escénico, siempre te dicen que te imagines a tu público desnudo…Yo creo que tenías que imaginártelos bailando en una boda con tu tío Manuel y tu tía Manuela, es el lugar idóneo para perderle el respeto a cualquiera.
Digamos que en estas cosas pasa como en todo en la vida, una vez que ha pasado toda la tensión del momento, la ceremonia, el banquete y demás, llega la relajación y el momento de disfrutar, y no sé porque en todos los ámbitos de la vida que conozco la relajación y la diversión poco tienen que ver con el “glamour“ y mantener la compostura, la relajación está reñida con el “glamour” y la diversión con mantener la compostura. Pero después de unos momentos tensos todos necesitamos bailar con el tío Manuel y la tía Manuela, es decir, todos necesitamos unos momentos en los que la vergüenza y la compostura importen poco, cómo ese oasis en el desierto o la calma después de la tormenta. Todo el mundo necesitamos desatarnos la melena y disfrutar el momento sin más preocupación que la de ser feliz, sin importar mucho lo que piensen los demás… ¡Oye! Y qué mejor que hacerlo en grupo y rodeado de todos tus mejores amigos, porque todos sabemos que hacer el ridículo en solitario da vergüenza, y mucha, pero cuando haces el ridículo en grupo, lo que no se le ocurre a uno se le ocurre a otro, y ese ridículo comunitario se reparte y se convierte en diversión.
P.D.: Si te gusta la lectura puedes leernos también en: http://www.puntorojolibros.com/todas/Ironias-de-la-vida.htm

Volver a la Portada de Logo Paperblog