La enfermedad del beso, también conocida como mononucleosis infecciosa, es una patología vírica infecciosa producida por un virus llamado Epstein-Barr. Este es un tipo de virus herpes y, además, uno de los más comunes entre los humanos. Hoy en día, se encuentra presente en todo el mundo y se estima que cerca del 95 % de las personas mayores de 30 años ha sufrido, alguna vez, esta enfermedad.
Este virus puede ser causado por el llamado citomegalovirus y también por el toxoplasma gondii, pero este último rara vez lo provoca.
El virus se transmite esencialmente por la boca, a través de la saliva. El virus se encuentra latente en la saliva de la persona que ha sido infectada en la fase intensa de la afección y los meses posteriores. Durante ese tiempo, hay posibilidad de que exista peligro de contagio para las personas que no sean inmunes a este tipo de virus.
Esta enfermedad perjudica especialmente a los niños y jóvenes. Se puede decir que, entre los adultos, casi todos se han visto afectados por este virus. Una vez se ha padecido, lo normal es volverse inmune a esta enfermedad.
¿Qué es la mononucleosis infecciosa?
La mononucleosis infecciosa o fiebre ganglionar es un trastorno del tejido linfático que suele tener una evolución positiva. La infección que se produce por el virus conocido como Epstein-Barr progresa de diferente forma, según la persona infectada. Si se desarrolla en la etapa infantil, no solemos apreciar síntomas. En determinadas ocasiones, los indicios de esta enfermedad son iguales a los de una gripe corriente que viene acompañada de tos, dolor de garganta o angustia.
Esta fiebre puede llegar a ser grave, pero, generalmente, suele durar de dos a cuatro semanas y se resuelve sin complicaciones.
Causas de la enfermedad del beso
La fiebre ganglionar es originada, en la mayoría de los casos, por el virus Epstein-Barr. Es un virus relacionado con la familia de los herpesvirus.
Generalmente, la infección por este tipo de virus se produce en personas deprimidas inmunológicamente. Esta patología se transmite, primordialmente, por el contacto boca a boca (especialmente, por la saliva). Por esta razón, también es conocida como la enfermedad del beso. La transmisión genital es menos frecuente.
En primer lugar, los virus se transportan desde la saliva a las zonas mucosas y la garganta. Si la transmisión se produce por contacto sexual, los virus pueden infectar la vagina y el cuello del útero, por lo que llegan a afectar a diferentes células. Por consiguiente, los virus se extienden y atacan a las células del sistema linfático, llamadas linfocitos B. Los linfocitos B son elementos del sistema inmunitario de nuestro cuerpo y tienen como función producir anticuerpos que combaten contra los patógenos que se introducen en el cuerpo. El virus transforma las propiedades de los linfocitos y ocasiona su división y extensión por los vasos sanguíneos y linfáticos a través de todo nuestro organismo. De esta manera, consiguen llegar a los ganglios linfáticos y órganos internos.
Síntomas de la enfermedad del beso
Los principales síntomas de la mononucleosis infecciosa son la fiebre, que puede llegar a ser permanente; faringitis; e inflamación de los ganglios linfáticos. Sin embargo, pueden llegar a originarse otros síntomas, como, por ejemplo: malestar general, cefalea, dolor abdominal, náuseas, ictericia…
La fase de incubación suele durar entre cuatro y siete semanas, aunque puede llegar a rebasar los cincuenta días. En niños menores de cinco años, la infección no produce síntomas. Sin embargo, cuando afecta a niños de avanzada edad e, incluso, adolescentes, los síntomas aparecen. En los adultos jóvenes, pueden surgir la fiebre y faringitis y estas pueden ocasionar varias enfermedades.
Para resumir, los síntomas principales son:
- Fiebre: se puede padecer fiebre entre 10 y 14 días
- Inflamación de los ganglios linfáticos: al mismo tiempo que la fiebre surge, se inflaman los ganglios linfáticos en diferentes partes del cuerpo. Generalmente, los ganglios de la garganta son los que incrementan su tamaño, aunque no se descartan los del tórax o de la zona abdominal.
- Aumento del bazo: entre la segunda y tercera semana de la enfermedad, se puede originar este síntoma, el cual va desapareciendo de forma progresiva.
- Faringitis: cerca del 85 % de las personas que tienen los ganglios linfáticos inflamados durante el proceso de la enfermedad la padece.
Otros síntomas no tan frecuentes, pero no menos importantes, son:
- Hepatomegalia: es decir, engrandecimiento del hígado. La sensación denota cierta presión en la zona derecha del abdomen, la cual toma, incluso, un color amarillento.
- Sarpullido en la piel: pueden llegar a brotar rojeces pequeñas y moratones.
- Bazo roto: en casos excepcionales, puede llegar a romperse el bazo, por agrandamiento.
Diagnóstico y tratamiento de la enfermedad del beso
El médico puede realizar un diagnóstico eficaz, después de haber llevado a cabo un análisis de sangre. Síntomas como fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos y faringitis dan lugar a que se desarrolle esta enfermedad.
Esta enfermedad cuenta con un determinado tratamiento, como el reposo absoluto, para que la fiebre y los ganglios linfáticos inflamados se curen. Para que la fiebre baje, es necesaria la disposición de medicamentos.
En aquellos casos en los que se aprecie una sobreinfección bacteriana, se precisará la ayuda de antibióticos.
Hoy en día, no hay un tratamiento farmacológico determinado y eficiente capaz de hacer frente a esta alteración viral, sino que existen fármacos que pueden calmar los dolores propios de la mononucleosis infecciosa:
- Los analgésicos y antipiréticos: son los medicamentos para el tratamiento de los síntomas genéricos de la enfermedad, como la fiebre y el dolor.
- Antisépticos y antiinflamatorios: se usan para calmar los dolores de garganta.
Son recomendables la ingestión de líquidos en abundancia y el reposo, para disminuir el riesgo de rotura de bazo.
Prevención
Las personas con déficit inmunitario deberán prestar más atención a la prevención de esta enfermedad. Deben evitar el contacto con las que se padezcan esta enfermedad. Por ello, se debe eludir el contacto con la saliva de la persona afectada, como, por ejemplo, no usando el mismo vaso.
Pese a que se haya superado la enfermedad, una persona puede llegar a transmitirla tras 18 meses después de haberla padecido.
En definitiva, la información es fundamental para curarse y que esta enfermedad no degenere en sus consecuencias más negativas.