Dinosaurios, gatos, espadas grandes y tipos con armadura. Si le pusieran zombis ya lo petaban
Monster Hunter me recuerda mucho a Call of Duty, dos sagas que han encontrado y afinado el tipo de jugabilidad que le quieren ofrecer al usuario. A partir de ahí, todo es añadir contenido. En el caso del producto de Activision: más armas, escenarios nuevos y robots voladores; en el caso de Capcom: más armas, escenarios nuevos y monstruos acuáticos ( y también alguno que otro volador). Los dos funcionan y poco se puede tocar ahí. Sin embargo, en el caso de Monster Hunter, lo que sí se podía mejorar era la consola que lo alojaba.
La PSP, el sistema que lo vio nacer es, de lejos, la consola peor diseñada de la historia. Para emular títulos retro o jugar a títulos en 2D, está fantástica pero cuando ha de ser capaz de permitir al jugador correr en un entorno 3D, pues ya no funciona tan bien. Si quieres rotar la cámara tienes que hacerlo con la cruceta, situada en el punto inmediatamente superior al stick con el que uno se desplaza. Este hecho te obliga a adoptar la postura de la garra, también conocida como "mano muñón" o "pero qué coño estás haciendo con la mano". Con la 3DS, al acoplarle el stick pro duo, la cosa mejora una barbaridad, tanto, que acostumbrado a sufrir las inclemencias de la PSP, ahora hasta el juego me ha parecido hasta fácil, más amable.
Enfrentarse a un juego con el que te vas a tiras chorrocientas horas, sabiendo esta vez que mi salud articular no se verá comprometida, resulta muy satisfactorio. Mucho más cuando las dos pantallas de la portátil me permiten tener todo el HUD ordenadito en la de abajo, mientras que la de arriba me deja matar a placer a mi enemigo. Pero los premios al jugador no terminan ahí, ahora los aldeanos del pueblo hasta me premian, me alaban, quieren hasta ligar conmigo (y eso que mi personaje era chica, aún así sólo coqueteaban conmigo las hembras del lugar) y me dicen que soy increíble. No recordaba yo tantos halagos en los anteriores Monster Hunter de PSP, donde además de nadie decirme que era chachi, acababa con la mano descoyuntada.
Siguiendo con los cambios sustanciales con respecto a las anteriores entregas, me ha sorprendido que la llegada a la portátil de Nintendo suponga que no puedo trinchar a los monstruos que cuentan con parecidos en la realidad. Si me cargo a un ciervo, éste se queda en stunt y luego se larga, si le limpio la barra de vida a un tiburón, éste se marcha y desaparece en las profundidades oceánicas. Porque Nintendo es amor, o mi memoria una mierda y en Sony también ocurría lo mismo, pero creo que no iba la cosa así en PSP... igual el dolor de mi mano al intentar controlar la cámara no me permitía fijarme con claridad en las cosas.
Monster Hunter convence al jugador de que tiene que hacer lo que tiene que hacer sugiriéndonos que es su curro. En títulos como Pokemon la captura de bichos es más una especie de viaje de peregrinación samurai, donde cada nueva criatura que cazamos es un punto más de experiencia y madurez que se aloja en el alma del guerrero. En Dark Souls, asesinar a los demonios es parte de la propia narrativa, para hacer dudar al jugador acerca de la misma naturaleza de matar. En Monster Hunter es tu curro y punto. Matamos por dinero y desollamos para mejorar nuestro equipo, entrando en un círculo vicioso en pos de obtener la armadura más molona de todas.
Para ello, se mantienen las mismas mecánicas que ya vimos en los anteriores títulos. Golpes pesados que cuentan con retardo, combos limitados, barra de stamina que limita nuestras acciones, hostias por parte de los monstruos que nos mandan a Cuba de un guantazo, stats que nos obligan a estar pendientes de nuestro estado psíquico, físico y el de nuestras armas, monstruos que sufren cuando están heridos, que huyen y buscan refugio, que se encabronan cuando les tocamos mucho las narices, con colas que se parten si les damos caña (Hola, Dark Souls) y con la posibilidad no sólo de matarlos, sino también de capturarlos. Todo preparado para que, realmente, sintamos la dureza de la caza, el tener que perseguir al bicho, putearlo y matarlo. Siempre caminando en ese fino hilo que se encuentra entre la simulación y el arcade, entre la seriedad y el humor. Monster Hunter pretende que te sumerjas en su mundo a través de su dureza, que quieras seguir matando (muchas veces, una y otra vez al mismo bicho) para conseguir todas las partes del cuerpo de los animales que te hacen falta para completar tu armadura y que, a continuación, busques una partida online para presumir de equipación y asesinar monstruos en compañía.
Pero ¡ups! la versión de 3DS no cuenta con online, tampoco con ningún sistema via PC, como sí tenía el de PSP para hacerlo. Sin embargo, sí el de Wii U. No quiero ser mal pensado pero no puedo evitar pensar que se trata de una triquiñuela para hacernos comprar la dichosa Wii U, más que nada porque el Monster Hunter 4 sí que contará con online en la portátil. Lamentablemente, esto lastra una barbaridad la versión de 3DS. Aquí, la única compañía que tenemos para cazar son unos bichos simpaticotes que, la verdad, se hacen querer. Nos acompañan llevando máscaras, que equipamos en función de lo que queremos que hagan. Sueltan chistes y, oye, que se nota que están cuando jugamos solos... pero claro, jugar a esto solo, es divertido, pero a partir de las 30 horas pues empieza a perder un poco la gracia.
Mientras que la tipología de las zonas para cazar siguen siendo similares a los de los títulos anteriores, la incorporación de poder nadar le da un punto muy positivo al juego; ya no por el hecho de nadar en sí, sino porque los monstruos grandes resultan mucho más acojonantes sumergidos en las sombras con sus ojos brillantes. De todos modos, el control es un coñazo al bucear. Es muy, muy complicado hacer lo que se desea en estas condiciones, te comerás golpes que ni viste venir y las esquivas son un tanto confusas.
Así, lo mejor que le ha pasado a esta saga es contar con una plataforma que realmente permite al jugador jugar al título como debe ser (segundo stick, bien) . Pocas novedades con respecto a otras entregas salvo que cuenta con mucho más contenido. Personalmente, hubiera reducido éste y le hubiera añadido más comportamientos y rutinas distintas entre los monstruos. No sé qué manía tienen la mayoría de rodar de costado, hasta los acuáticos salen del agua y ruedan de lado a lado. La experiencia global está muy bien conseguida ya que la caza mola y es muy satisfactoria. Ser derrotado duele, ganar te alegra una barbaridad, pero sin online el juego pierde muchos enteros. Con amigos, la rutina de algunos tramos se difumina al querer avanzar para que tu armadura y tu arma luzca más bonita en comparación a la de ellos. Al quitar el componente de "querer dar envidia", la rutina florece demasiado pronto; bueno, a las 40 horas en mi caso. Si podéis haceros con la versión de Wii U, no lo dudéis. Sólo por el online, me atrevo a decir que mi valoración sube un puesto, pero sin él...