Este domingo entregan los premios Goya a 28 categorías del cine español estrenado en 2012 en una ceremonia imitación de los Oscar que a veces termina en delirios que recuerdan los 80 Caprichos del pintor aragonés que retratan la monstruosa España de su época.
La Unión de Actores de Madrid, sindicato que representa a 3.000 de ellos asentados en la capital, ha convocado una protesta contra el Gobierno por la reducción de las ayudas al cine, o por ser de derechas aunque quiera aparecer como socialdemócrata.
¿Pero hubo alguna vez 3.000 actores que deban subvencionar los contribuyentes, y sólo en Madrid, que sólo suelen verse entre sí?
Porque aquí sólo llenan los cines Torrente y Ewan McGregor, Naomi Watts y Tom Holland, protagonistas de Lo Imposible, película en inglés sobre la historia de una familia española en el maremoto de Tailandia, dirigida por el español J. A. Bedoya.
Esta es la gran película española, y los 3.000 supuestos actores convocados a protestar no protestan contra sí mismos porque ninguno valió pare un papel medianamente importante.
Willy Toledo, el mayor activista de estos 3.000, que muchos apoyan porque quien no lo haga es fascista, considera a los hermanos Castro luminarias económicas y sociales, y a sus presos políticos criminales terroristas y, a la vez, como expresó hace unos días, le desea una rápida muerte al reaccionario Rey de España.
Este es el tipo de personajes que parecen dirigir a los actores españoles, entre los que están los de la ceja, y por eso los Goya sólo inspiran morbo, como los aguafuertes del pintor sordo.
Mientras los verdaderos actores, los buenos cineastas y los profesionales respetables no se alejen de personajes así, sólo conseguirán trabajo desnudándose en Interviú y dando saltos de trampolín en Telecinco, compitiendo con la exconcejal zapaterista Olvido Hormigos, cuya carrera televisiva como nueva Princesa del Pueblo ya se anunciaba aquí el pasado 8 de septiembre.
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SALAS