‘Monstruos University’: un pasado canela fina

En medio de una moda me temo que nada pasajera de secuelas, remakes y reboots, la unión de Disney y Pixar ha sabido anotarse un tanto, y uno de los buenos. Hablo de la precuela de Monstruos S.A., aquella película de 2001 que con su lanzamiento hacía las delicias de niños y mayores, y que a nivel mundial consiguió la nada despreciable cifra de 528 millones de dólares. Monstruos University ha arrancado su andadura con 80 millones de dólares en EEUU y 50 millones en el panorama internacional, y sin haberse estrenado aún en todas partes. Estas cifras la convierten en el segundo mejor estreno de la compañía, justo por detrás de Toy Story 3, que recaudó 110 millones en 2010. Y además es el cuarto mejor estreno en lo que va de año y también el cuarto mejor estreno para una película de animación.

Por si fuera poco, Monstruos University se estrenaba en nuestro país con una de las más férreas competencias del verano que podía tocarle, ya que junto a ella se estrenaba El hombre de acero, la versión de Superman de Zack Snyder y Christopher Nolan. Quien les habla ha tenido la oportunidad de ver ambas películas, y no puedo sentir otra cosa que decepción ante la enorme expectativa (eso que los más “cool” llaman el “hype”) que había creado la película de Snyder y el mediocre resultado que durante más de dos horas tuve ante mis ojos. Por ello mi sorpresa fue doblemente grata cuando me acerqué a la propuesta de Pixar, porque no sólo es una película divertídísima en sí, sino que se ha impuesto en calidad a su competidora del fin de semana.

La amistad que Mike Wazowski y James P. Sullivan mostraron al mundo en 2001 era ya algo adorable. El reto para los guionistas de Pixar era grande, porque superar un producto que ya de por sí lo tenía casi todo es complicado. Pero como ellos conocen las ansias del público por saber más sobre los personajes que les embelesan, acertaron ofreciéndonos esta vuelta al pasado, al momento en que Mike Wazowski decide convertirse en un asustador y se matricula en la Monstruos University. Esta línea del guion ha permitido a los diseñadores crear todo un universo de personajes secundarios y de ambientes que recrean a la perfección la imagen del campus universitario que tantas veces Hollywood nos ha restregado en sus películas. No falta ni un detalle: hermandades, pisos de estudiantes, bibliotecas, aulas, competiciones… y no podía faltar la segregación en lo que podríamos denominar como “status de popularidad”. Wazowski entraría dentro de los empollones, y cuando conoce a Sullivan éste podría enmarcarse dentro de los rebeldes, pero también de los enchufados (“¡Soy un Sullivan!”). Lo que comienza siendo una relación de odio acaba convirtiéndose en una fuerte amistad que les llevará a colaborar para enseñarse mutuamente, ganar la competición de monstruos y dar una lección a los que no apostaban un centavo por su equipo (incluida una directora del campus con la misma simpatía que la señorita Rotenmeyer).

La frescura del guion hace de esta película un producto no solo apto para niños, sino para todo adulto que quiera pasar un buen rato. Es más, determinados fragmentos están especialmente diseñados para que sea la mente de un adulto la que la disfrute, debido a la complejidad o velocidad de los gags. Del aspecto técnico destaco el colorido y las texturas que han imprimido sobre todo en los monstruos, y también es digno de alabanza la labor musical de Randy Newman, quien ya participó en la secuela. Muy fuerte se ha inaugurado el verano en lo que a animación se refiere, aunque no se podía esperar menos de los creadores de Toy Story 3, Buscando a Nemo, Wall·E y Up.