La vida es muy parecida a una montaña rusa. Al paso de los años uno puede pasar por altas y bajas.
A veces, cuando estás arriba, las piernas tiemblan de pura adrenalina, sientes las mariposas que revolotean en tu estómago y piensas que en cualquier momento van a romper la red y echaran a volar al cielo. Hasta que llega un momento que, de tanto sentir y sentir, pierdas el suelo y te estampas contra él.
A veces pasa, nos vamos en caída libre y de pronto nos encontramos ante la indiferencia, el sinsabor, la falta de pasión. Vemos como entre las calles se escapa un sueño y corriendo va entre la gente nuestro anhelo, no hay más chistes, no hay más cantos, no hay nada. NADA.
Por alguna razón extraña, a todos nos llega ese momento, el momento de sentirnos huecos, vacíos. ¿Las causas? Muchas: desamor, fracaso, ira. La vida siempre nos orilla a ese lado oscuro, nos reta y acorrala como tratando de ver que tan capaces somos de sobrevivir.
En el fondo creo que la vida nos da unas cuantas bofetadas para ver que tanto somos capaces de agradecer por lo que tenemos, por lo que tuvimos, en lugar de renegar por lo que no tendremos y por lo que perdimos.
Me tocó estar ahí, en ese abismo, donde quería culpar a todos. Ya saben, un poco de leña al fuego y de pronto tenemos un incendio. Pero aquí entra lo importante, al final me di cuenta que lo único que tenía era a mí. Las circunstancias me hicieron saber que al final, al principio y en medio estaba yo.
A veces hace falta una simple taza de té (particularmente prefiero café) para sentir esa sensación de que “todo va a estar bien”. Pasa que un respiro puede brindarle consuelo al alma atormentada, claro que la taza de té no quitara las deudas en el banco, no sanara las heridas de un amor mal correspondido, ni tampoco quitara los achaques de tu cuerpo, pero si te dará tiempo. Tiempo para ti de ti… seguro ayudara a tener un panorama distinto, no digo que sea la cura milagrosa a tus males, pero si creo que a veces nos dejamos llevar tanto por los demás y lo demás que dejamos de escucharnos a nosotros mismos y tengo la loca idea de que en nuestro interior es donde están las armas necesarias para poder “salir del bache”.
Así que ahí te dejo este pequeño consejo si de algo te sirve