Conscientes de la belleza de su pequeño país, los montenegrinos lucen con orgullo la riqueza de su patrimonio natural. En apenas 14.000 km2, acogen una costa Patrimonio de la Humanidad, el tercer lago más grande de Europa y el segundo cañón más profundo del mundo, el del río Tara, que atraviesa las montañas del Parque Nacional de Durmitor.
Viernes 18 de agosto
Nos despertamos con una noticia que nos ha dejado en shock, atentado terrorista en Las Ramblas de Barcelona, nuestra ciudad, nuestro hogar. Algo que, desgraciadamente, todos esperábamos que un día u otro pasaría… Otra vez el caos, la incertidumbre y la muerte de inocentes de familiares, de amigos, de desconocidos, da igual quien sea, gente que no merece morir de esa manera tan cruel o de vivir un momento tan angustioso. De nuevo, en manos de desalmados que dicen matar por su Dios, por su religión, cuando lo cierto es que matan porque están locos, porque son dementes e inhumanos, porque son ignorantes y solo creen en la barbarie. Esa gente no tiene Dios ni religión. Mi desprecio más absoluto.
A penas sin wifi, nos llegan las noticias a trompicones, imágenes que no queremos ver y que no entiendo como alguien puede grabar en lugar de ponerse a ayudar. Noticias falsas que alguien, en momentos de desesperación, de dedica a inventar. Que vida más triste y aburrida tienen que tener esas personas, ¿no? Reírse de la tragedia ajena, reírse del miedo, del caos, ¿Como algo así puede ser divertido para algunos? Indignada y dolida. Asco.
Con todos estos sentimientos, partimos hacia el interior de Montenegro, no sin antes despedirnos de Nicola y Mia, los dueños del OK Koral Kamp. Nos hemos sentido tan a gusto aquí que nos da mucha pena tener que cambiar de camping, seguro que no encontramos uno igual.
El camino es largo hasta Durmitor, bueno lo largo que puede ser en un país que no es más grande que la región de Murcia, pero las carreteras son lentas y hay que estar con mil ojos en ellas si no quieres estamparte con algún coche que adelanta sin contemplaciones.
A medio camino hacemos parada para visitar el monasterio de Ostrog, el más santo de los monumentos religiosos del país. Un monasterio ortodoxo integrado en la roca en la pared vertical de un acantilado que recibe la visita de miles fieles que suben y bajan descalzos cumpliendo alguna promesa hecha, por un camino de piedra empinado que va desde el parking hasta el monasterio. El ambiente que se vive arriba es de auténtica fe y devoción desmesurada, colas para ver los restos del santo envueltos en tela o para beber de la fuente adyacente, conjunto al que se le confieren poderes mágicos y excepcionales.
De nuevo de camino, el paisaje se va transformando y pasamos de una costa desordenada y caótica a un paisaje que recuerda más a Suiza o Austria con altas montañas salpicadas de pequeñas casitas de madera y tejados inclinados, típicos de zonas de nieve casi perpetua.
Llegamos a Zabljak, pequeña población que se encuentra a las puertas del Parque Nacional de Durmitor y donde nos alojaremos en el Autokamp Kod Boće, una zona de acampada sin sombra pero con servicios bastante mejores de los de la costa y de precio muy asequible.
Acampamos, comemos un picnic rápido y antes de que baje más el sol (con las altas montañas el sol se esconde antes) hacemos una pequeña exploración de la zona con una excursión al Crno Jezero o Lago Negro, el más importante del parque y de un azul turquesa que no le hace honor a su nombre. El acceso hasta él es fácil, desde la entrada del parque, donde hay que abonar 3€ por la visita de un día o 6€ por un abono de tres días que sirve para todo el parque, hay un camino peatonal asfaltado que conduce hasta él. Una vez aquí se puede alquilar un kayac, nadar en su aguas cristalinas o hacer una excursión bordeando al lago por un sendero que dura aproximadamente una hora u hora y media si nos vamos deteniendo a admirar el paisaje y a hacer fotos.
Atardece en el lago y la gente acude para ver el panorama, mientras van bajando las temperaturas. Esta noche hay que sacar la estufa y taparse bien con los sacos de dormir. Se agradece después de tanta calor.
Sábado 19 de agosto
El Parque Nacional de Durmitor comprende veintitrés cumbres que superan los 2.300 metros de altura, diecisiete lagos glaciares y el cañón del Tara, el más profundo de Europa, además de infinitas posibilidades para la práctica de deportes alpinos y de senderismo.
A pocos kilómetros al sur de Zabljak, desde la estación de esquí de Durmitor, un telesilla asciende hasta la cima del Savin Kuk a 2.313 metros de altitud, desde donde hay unas vistas impresionantes y vertiginosas del parque y del Crno Jezero. Es recomendable subir algo de abrigo, las temperaturas a estas altitudes no son las mismas y las nubes crecen por momentos.
Ya de nuevo abajo, cogemos la carretera que va hasta el cañón del Tara. Con 1.300 metros de profundidad en algunos tramos y una longitud de 140 kilómetros ha ido erosionando la piedra caliza de las montañas creando una garganta de 82 kilómetros que la convierten en la segunda más larga después de la del Colorado
Primera parada, el most na Tara, un puente de 365 metros de largo y 150 metros de alto. Este es el punto donde paran todos los turistas para ver el cañón y donde se contratan la mayoría de actividades de la zona como rafting, canoying o ziplining, una enorme tirolina que atraviesa el cañón desde una altura trepidante. La carretera serpenteante que sigue el curso del río por el cañón hasta Mojkovac, a penas está transitada por lo que recorrerla resulta muy agradable y las vistas en algunos tramos son increíbles.
Aprovechando la proximidad con el Parque Natural de Biogradska Gore, nos acercamos para ver y dar un paseo por el Biogradska Jezero, el lago glacial más grande de todo el parque. Considerado una de las últimas junglas de Europa, el 80% de su superficie está ocupado por bosque con árboles de una antigüedad de 500 años, en algunos casos, y hasta 40 o 50 metros de altura. Ademas de árboles, cuenta con un gran número de especies de plantas, aves y mamíferos, suponiendo un elevado valor ecológico.
Volvemos recorriendo la misma carretera que bordea el río Tara hasta el camping. De nuevo caen las temperaturas, tendremos que abrigarnos otra vez esta noche y tomar un caldo caliente antes de ir a dormir.
Domingo 20 de agosto
Hoy ha sido día de descanso para unos, Scott y yo nos hemos quedado relajados en el camping, y de deportes de aventura para otros, Jose y Ariadna han ido a hacer rafting por el Tara, una de mejores maneras de ver el cañón en toda su plenitud por las zonas donde la carretera no llega.
Hay diferentes modalidades: la más básica, apta para todos los públicos, dura medio día y recorre unos 15 kilómetros desde Splavište, al sur del Tara Bridge, por una zona donde la corriente del río es bastante tranquila, al menos en la época estival. Hay otra modalidad de un día y otra de dos días enteros hasta Šćepan Polje, en la frontera con Bosnia Herzegovina. Los precios van desde los 50€, con comida incluida, hasta los 180€ por los dos días enteros.
Al atardecer, cuando los aventureros ya han vuelto de su descenso nos hemos acercado a uno de los miradores cercanos a Žabljak para admirar desde lo alto las montañas de Durmitor y el cañón por la carretera que se dirige hacia Mala Crna Gora.Llegamos hasta aquí un poco por casualidad siguiendo a unas furgonetas de unas empresas turísticas que se dedican a hacer excursiones por la zona, y aunque las nubes y la lluvia que empezaba a caer en ese momento no nos dejaron apreciar los paisajes en su plenitud, descubrimos matas de riquísimas frambuesas silvestres.
Por la noche volvemos a cambiar el ventilador por la estufa. Las temperaturas llegan a los 9º.
Lunes 21 de agosto
Frío, frío… nos hemos levantado con 7,5º. Hemos pasado de 40º, en la costa, a unas temperaturas invernales de un día para otro.
Pero los paisajes que hemos visto hoy y la vida puramente rural de Montenegro bien valen la pena. A lo largo de la carretera R14 se atraviesa todo Durmitor con unas vistas a ambos lados que son para quitar el hipo, altas montañas rocosas sin a penas vegetación, lagos glaciales, nubes que se mueven a una gran velocidad y que casi puedes tocarlas con las manos y una vida, la de los aldeanos, que si en verano ya es dura en invierno debe ser extrema.
La carretera se encuentra en buenas condiciones y es suficientemente ancha. En el último tramo, antes de llegar al río Piva, una serie de curvas cerradas preceden a la carretera que bordea el cañón del mismo río. En 1975 se construyó una presa que inundó gran parte del cañón creando un lago artificial de un precioso azul turquesa y que tiene en algunas zonas hasta 180 metros de profundidad.
Desde Pluzine, una tortuosa carretera sigue el curso del río hasta Šćepan Polje (Bosnia Herzegovina) donde se une al Tara. Las vistas son increíbles, tanto como atravesar los 56 túneles numerados excavados en la roca que atraviesan las montañas.
Volvemos a Žabljak, esta vez por otra carretera que bordea Durmitor por el norte. Desde Trsa, seguimos hacia Mala Crna Gora, en lugar de seguir por la R14. Vistas de vértigo por tramos súper estrechos en no muy buenas condiciones con acantilados que mejor no mirar abajo. NO APTA (bajo ningún concepto!!) para autocaravanas ni furgonetas excesivamente anchas y mucho menos para caravanas, ya que no permite maniobrar y los desprendimientos de rocas son habituales. El peor tramo es la bajada y subida del cañón del Sušica, desearemos no encontrarnos con otro vehículo de cara, os lo aseguro. Después de este tramo, la carretera se suaviza un poco y atraviesa zonas más boscosas donde se pueden encontrar ricas frambuesas y pequeñas fresas silvestres.
Ha sido un día de carretera pero con vistas espectaculares. El frío y el viento tampoco nos ha permitido salir mucho del coche, así que esta noche saldremos a cenar algo por el pueblo. Žabljak es la capital del turismo invernal y montañero de Montenegro, por ello, aunque no es muy grande, concentra un gran número de apartamentos, hoteles y restaurantes. El restaurante Zlatni Papagaj, con una decoración de estilo pirata, ofrece comida italiana, carnes y trucha al grill a precios asequibles. El servicio no derrocha simpatía.
De postre, nuestra cosecha del día, las frutas del bosque que hemos cogido esta tarde. Y esperemos sea la última noche que necesitemos la estufa.
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