Cangas do Morrazo. Pontevedra
Ascender por su antiguo camino, ese maravilloso entorno natural que lo protege, hasta alcanzar la croa de la colina donde se localiza el santuario y contemplar desde su altura los restos del viejo castro y las espectaculares vistas al mar… eso sí que no tiene precio. Hoy pasamos a narrar la historia de Monte do Facho y la de un dios, su protector, que en el asentamiento castreño se veneró incluso con el transcurso de los siglos.
Según se extrae de los estudios realizados en Monte do Facho, en un momento avanzado del Bronce Final (comprenderían los siglos IX y VII a.C.) se construye un primer asentamiento que llegó a ocupar la ladera Este desde la cima del mismo hasta sus pies. Este poblado primitivo quedará finalmente abandonado, por lo que, aun siendo de interés, tampoco resulta demasiado relevante para la historia que os quiero contar.
Viejo camino de acceso a Monte do Facho y de peregrinación a su Santuario. Cangas do Morrazo, Pontevedra.
Por los hallazgos localizados en las pocas excavaciones que se han practicado, también queda constatada la presencia humana en la zona desde el siglo V a.C., un periodo castreño relativamente antiguo que viviría su máximo esplendor entre los siglos IV y II a.C.
A diferencia del poblado originario del Bronce, el asentamiento castreño típico de la Edad del Hierro elegirá la ladera Norte para construir las típicas viviendas de estructuras curvas y definir su urbanismo intramuros del recinto. Parece que no hubo superposición entre las dos edades, sino que se ocupará la cima en distintas fases y se desplegarán las edificaciones sobre unas laderas adaptadas a modo de terrazas.
Viejo camino extramuros del castro. Monte do facho.
El asentamiento castreño de Monte do Facho podríamos considerarlo como aquel poblado característico de la Edad del Hierro construido en altura, sobre colinas o promontorios, desde el cual se disponía de una mayor visibilidad, defensa y control sobre el territorio que dominaba. Escondido entre la naturaleza, oculto de cualquier amenaza, aunque próximo a los terrenos dedicados al cultivo y pastoreo, se concluye que esta localización tan estratégica pudiera deberse a una planificación globalizada de los diferentes asentamientos que ocuparon la zona en el mismo periodo y, por tanto, su necesidad de quedar comunicados entre sí a modo de señales (fuego o humo). De hecho, los vestigios que perduran hoy día en la parte más alta del monte, correspondientes ya a periodos contemporáneos y orientados al control costero, fueron construidos con esa misma finalidad. También resulta llamativo que la palabra facho en gallego venga a significar Antorcha.
Garita militar del vigilancia, siglo XVIII, en mirador de Monte do Facho. Cangas do Morrazo, Pontevedra.
Según las evidencias arqueológicas analizadas, durante el proceso de romanización el viejo poblado castreño continuó habitado hasta la primera mitad del siglo I d.C., momento a partir del cual, presumiblemente, quedaría abandonado. Y decimos presumiblemente porque tampoco se han hallado evidencias contundentes que demuestren lo contrario.
En cambio, sí ha quedado constatado que en la croa, la parte más alta del monte que lo encumbra, sobre la confluencia de los dos asentamientos preexistentes de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, perduró el culto a una divinidad protectora local. Esta práctica ritual se llevó a cabo en el denominado como Santuario, bajo una influencia claramente romana de tipo material.
Santuario en la cima del Monte do Facho. Cangas do Morrazo, Pontevedra.
Una de las grandes cuestiones que encierra el yacimiento es si este santuario, dedicado al dios del lugar, fuera erigido y utilizado en periodos prerromanos o, por el contrario, su construcción fuera fruto del proceso romanizador.
Aunque actualmente tampoco exista prueba de ello, lo más lógico es pensar que el edificio cultual efectivamente existiese antes de la llegada de Roma y estuviese consagrado a una deidad autóctona. Tal vez en él sólo se llevaran a cabo manifestaciones de tipo ritual distintas a las adoptadas a partir de la nueva cultura colonial.
Restos de vivienda castreña. Monte do Facho. Cangas do Morrazo, Pontevedra.
Tengamos bien presente que, para la cultura celta, era en la propia Naturaleza donde se hallaba el sentido de la cotidianidad de su pueblo y, al mismo tiempo, el de su religión y creencias. Era el elemento natural que, desde su perspectiva e interpretación nativa, unía lo sagrado con lo profano, lo venerable e intangible con lo real. De esta forma, los pueblos galaicos prerromanos no tuvieron necesidad de representar físicamente a sus dioses, pues consideraban que, las divinidades a las que adoraban, se encontraban bajo la profundidad de los bosques, en la propia vegetación cerrada que los cobijaba y los protegía, o en los mismos caminos que partían de sus poblados. Esta forma de entender la religión chocará frontalmente con la que el pueblo romano traiga a estas tierras.
Restos de viviendas, propias de la cultura castreña, junto al Santuario situado en la cima del Monte do Facho. Cangas do Morrazo, Pontevedra.
Otra de las grandes cuestiones que se plantean sobre Monte do Facho es el nombre de la divinidad a la que veneraban sus antiguos pobladores. Como ya hemos comentado, cuando los romanos ocuparon el territorio galaico, trajeron consigo su cultura, su forma de entender tanto la vida terrenal, como la espiritual. En este sentido, el santuario quedó transformado en un auténtico lararium (entendiendo como lares al conjunto de dioses de un determinado pueblo o lugar habitado), donde fueron depositadas unas aras con inscripciones en latín. Se han localizado en torno a un centenar de estos altares votivos, en su mayoría con inscripción, y se especula que todos pudieron elaborarse en algún taller ubicado en el área suroccidental de la Gallaecia siguiendo algún modelo específico.
A la derecha de la image, Ara siglo IV d.C. Deo La-Rio Breo-O Bro[s]an(c)to. Museo de Pontevedra.
Actualmente, todos los autores comparten la teoría que se trató de una divinidad única. La interpretación propuesta inicialmente por varios de ellos fue que su nombre respondería a la fórmula LARI BERO BREO (DEO LARIS BERO BREO). Para otros, en cambio, sería LARIBERO BREO. Con el paso de los años, ambas hipótesis quedarán unificadas hasta identificar al dios, quizás erróneamente, con la denominación de BEROBREO.
Pero las inscripciones encontradas más recientemente han permitido dar un giro radical a estas primeras interpretaciones sobre el nombre del dios galaico. Según defienden hoy algunos autores, la divinidad pudo reconocerse con el nombre de LAR y la forma BEROBREUS pudo hacer referencia a algún epíteto de tipo local o étnico. De ahí que muchos hayan querido ver en estas inscripciones latinas el nombre del poblado BEROBRIGA. Si fuese correcta esta última interpretación, que no afirmo que lo sea, tendríamos al dios LAR de BEROBRIGA, divinidad protectora de Monte do Facho o del castro y sus habitantes (la palabra Bero sigue teniendo un significado desconocido en el presente y Bri, por el contrario, pudiera referirse al concepto de colina o castro).
Viviendas del poblado castreño en la parte alta de Monte do Facho. Cangas do Morrazo, Pontevedra.
En este lugar de culto dedicado a dicha divinidad, una piedra para sacrificios (lacus), tallada en granito grueso y brillante, presidiría el espacio sagrado. Alrededor de él, hincados en la tierra en algunos de los casos o soportados con piedras en otros, se dispusieron los altares. Muy probablemente, las libaciones con agua formaran parte del ritual a la hora de fijar verticalmente las aras en el terreno. Puede, incluso, que durante el transcurso de estas ceremonias el fuego jugase un papel destacado.
Se sabe, por ejemplo, que el primer conjunto de aras, aquellas que correspondieron a los siglos I a.C. y I d.C., eran de una calidad mucho mayor que las utilizadas en la segunda etapa, es decir, entre los siglos III y IV d.C. Las primeras aparecieron esparcidas a lo largo de las faldas del monte o reutilizadas como apoyo de las utilizadas durante los últimos siglos de uso de un santuario que, hoy visto a cielo descubierto, pudo contar con una techumbre vegetal propia de la cultura castreña.
Viviendas del poblado castreño. Monte do Facho. Cangas do Morrazo, Pontevedra.
De esta segunda etapa del santuario se sabe que el antiguo castro estaba deshabitado y, por lo tanto, el rito para rendir culto al dios de Monte do Facho se realizaría a modo de peregrinación o procesión, ascendiendo por su viejo camino hasta alcanzar la parte más alta de la colina.
Tramo de viejo camino de peregrinación a Monte do Facho.
También que la transmisión oral de esta práctica ancestral indígena, como ocurriera en muchos otros pueblos de la antigüedad en la Península, jugó un papel fundamental con el paso de los años. Se respetaron los altares del primer periodo que, aun siendo anónimos, los nuevos donantes conocían a la perfección a qué clan o familia pertenecía una determinada ofrenda sólo por el lugar que ocupaba. Algunas de estas aras fueron colocadas intencionadamente, otras formando círculos. Por último, el santuario será objeto de una remodelación y ampliación, reorganizando su espacio con una zona donde se concentraron los altares votivos y otra segunda que pudiera tratarse de una simple ampliación del área sacra.
¿Cuál pudo ser el destino final de este primitivo santuario? Nuevamente la coincidencia cronológica nos revela que la imposición del cristianismo, como religión oficial en todo el imperio, y la prohibición de cualquier culto considerado como pagano, fueran la causa de ello. Hasta el momento no se han encontrado indicios o señales de una agresión de tipo cristiano, pero podríamos concluir que nuestro dios nativo (llámese Lar, Laribero o Berobreo, como quieran nombrarlo) continuó protegiendo al Monte do Facho con el paso de los siglos y a su santuario oculto entre la vegetación.
Vista del Santuario desde el interior de vivienda castreña. Monte do Facho. Cangas do Morrazo, Pontevedra.
De esta forma, cuando desciendas el camino tras abandonar el yacimiento castreño, ya conociendo la historia del dios que protegió el Monte do Facho, sentirás que en todo momento has sido vigilado y, a la vez, agradecido por tu considerable ritual de peregrinación.
Autor: Javier Nero.
Bibliografía:
- Monte do Facho, Donón 2003. Informe sobre las excavaciones en el santuario de Berobreo (Thomas G. Schattner, José Suárez Otero y Michael Koch)
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