Fecha del Viaje: Abril 2013
Extracto de Mi Diario de Viajes:
Nada más bajarnos del autobús viniendo desde Budva, nos
encontramos con un gran cartel que dice “Dobro Dosli” que significa
“Bienvenidos”.
Nunca pensábamos que en Kotor íbamos a caer en el alojamiento más
barato de todos, siendo este el lugar más turístico de nuestro viaje a los
Balcanes. No por ello es menos bonito pues el pequeño hostal es una casa
particular donde sólo hay cuatro habitaciones y dos baños más una pequeña
terraza que da a una plaza.
Nuestra habitación está en las golfas con baño compartido y
tan sólo nos cuesta 22 euros la noche. Además estamos solos y lo mejor de todo
es que se encuentra en el corazón de Kotor, en pleno casco antiguo.
Kotor era un lugar de comerciantes y navegantes, fue construida en estilo veneciano entre los siglos XII y XIV pues fue ocupada durante más de cuatrocientos años (antes era conocida como Cattaro).Sus habitantes hablaban el veneciano, como la mayoría de la población de la costa del Adriático. Kotor fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979. Muchos de sus edificios fueron reconstruidos por el gran terremoto ocurrido en 1978.
Después de dejar
nuestro equipaje entusiasmados recorremos un poco el centro, nos apetece
perdernos entre sus calles, sus recovecos y descubrir plazas, iglesias y nos
dejamos llevar sin rumbo.
Pero al cabo de un rato, como vemos que acaban de llegar hordas de turistas, preferimos emprender la subida por una de sus puertas y dejar el casco antiguo para la tarde.
Es un
ascenso con algo más de 1350 escalones
que nos llevará hasta la fortaleza, a unos 1200 metros sobre el
nivel del mar.
Vamos subiendo y
a medida que lo hacemos paramos para ver las vistas de los tejados rojos de las
casas, sus iglesias y con muchas ganas de llegar a la cima para ver la
impresionante Boka Kotorska y para
descansar un poco del calor.
La vista desde la cima se percibe con forma
de fiordo, es decir, este es el único fiordo que existe del Mediterráneo, por
lo que la bahía se encuentra situada entre montañas.
Bajamos hacia el
casco antiguo, parece que todo se encuentra más calmado y visitamos la Catedral de San Trifón, una verdadera joya que ha sido reconstruida varias veces por los terremotos.
Un último paseo nos lleva por rincones preciosos, sin apenas gente, sentimos que Kotor es para nosotros, escuchando el silencio, que se rompe en algún instante por el sonido de algún que otro paseante en busca de paz y sosiego.
Los restaurantes de Kotor ofrecen en su mayoría gastronomía italiana, pero también hay tabernas con platos nacionales. Nos apetece cenar en una pizzeria, elegimos una pizza para dos pues es enorme, lleva el queso típico del país.
Los pueblos que
visitaremos mañana alrededor de la bahía son Perast y Herzeg Novi.