Montesa, municipio emplazado a unos 60 kilómetros de la capital de Valencia, tiene un notable castillo del siglo XIV que el viajero debería visitar siquiera porque dio nombre a una de las órdenes militares españolas que heredaron miembros y las posesiones de los templarios tras su disolución por parte del Papa Clemente V en 1317. Por de pronto le apetece al viajero llevar a cabo una escapada de fin de semana en la provincia de Valencia, en este pequeño reducto de poso histórico.
La Orden de Montesa surgió de los rescoldos del Temple. Fue impulsada por Jaime II, producto de un pacto con el papa Juan XXII. El monarca, rey de Aragón, de Valencia y conde de Barcelona, le hizo entrega de los territorios que la orden tenía en el Reino de Valencia, para que pudieran ejercer la labor defensiva que realizaban antes los caballeros templarios, haciendo frente a las incursiones de las tropas musulmanas que intentaban recuperar espacios. Como ocurría en la mayoría de las órdenes militares, para entrar en los monteses había que tener sangre noble y lo que después se llamaría ‘cristiano viejo’.
El espectacular castillo de Montesa.
Para cumplir con sus fines, se dotó a la Orden de Montesa de una sólida base patrimonial compuesta con los bienes que los templarios habían poseído en la región, además de una gran parte de las propiedades que los hospitalarios tenían también por allí. Aun así, el rey aragonés se sintió un tanto defraudado porque las expectativas que había depositado en la nueva orden fueron menores a las previstas inicialmente, aunque se trató sin duda de un eficaz instrumento de su política expansionista por todo el levante peninsular.
La inicial dependencia que tuvo con la Orden de Calatrava, representada por el nexo común de la regla cisterciense, no impidió que los caballeros de la de Montesa desarrollasen sus misiones de vigilancia y custodia con cierta autonomía, aunque estrechamente controlados desde la corona a la que debían servir.
Pese a los escasos restos prehistóricos aparecidos en la zona, sí que existen vestigios de un asentamiento ibérico en Montesa como cerámicas, pequeñas esculturas y sillares reutilizados en los paramentos del castillo que se remontan a la época de dominio romano. No mucho tiempo atrás a la llegada de los cristianos y las órdenes militares, fueron los árabes quienes otorgaron impronta a Montesa. Durante la conquista cristiana ocupó una situación fronteriza y en ella se refugió el caudillo musulmán Al-Azraq en guerra con Jaime I.
Ruinas de la fortaleza de Montesa.
El castillo de Montesa parece pintiparado para ambientar en él una novela: enorme, visible desde la lontananza como un gendarme de la zona, bello en su ruina (ya que un terremoto lo afectó bastante en 1748), sus románticos vestigios, con murallas de hasta 30 metros de altura, permiten imaginar lo que fue en su día: una potente fortaleza a la que no le faltó un perejil: residencias de freires, cuadras, almacenes, talleres, dependencias administrativas, capilla… todo un espectacular conjunto asomado un paisaje evocador.
El recinto religioso se halla separado del militar por un pasillo, llamado ‘de los conversos’, que cruza la fortaleza de norte a sur. Tras la puerta de acceso, un arco de medio punto con reja de hierro, el viajero encuentra el patio de armas, con un aljibe y restos de habitaciones con escaleras. En la zona del convento se encuentra el claustro con la iglesia adosada a la muralla, la sala capitular y otras dependencias nobles. El viajero que muestre su interés por visitar tal insigne fortaleza, o lo que queda de ella, debe saber que tiene que pedir las llaves del recinto en el Ayuntamiento del pueblo.
El castillo controla el paso y el acceso por la localidad valenciana./Fev
Aunque el patrimonio de la localidad valenciana no sea muy abundante, le merecerá la pena al viajero, además de conocer el castillo, hacer lo propio con la iglesia parroquial del pueblo. Tiene por titular a Nuestra Señora de la Asunción y se trata de un edificio de piedra muy grande de sillería construida a principios del siglo XVIII. La Casa de la Vila (del siglo XVII), actual sede del Ayuntamiento de Montesa, tiene un atrio porticado de sillares y conserva una maza de plata fechada en 1605.
Frente al campanario de la iglesia se encuentra el Museu Parroquial. Construido durante el primer tercio del siglo XVII, en él se exponen elementos arquitectónicos procedentes, en origen, del castillo, lienzos de temática religiosa de los siglos XVII y XVIII y algunos grabados. Otros lugares de interés en el pueblo son la Casa Abadía (s. XVI), la Casa de la Marquesa (s. XIX), la Casa dels frares (s. XVIII), la ermita de San Sebastián (s. XVI), la de la Santa Cruz (s. XVI) o la del Calvari (s. XVIII).
Antes que la Orden de Montesa, el Temple habitó la península ibérica durante la Edad Media y dejó su impronta en destacados edificios y lugares que prevalecen para el recuerdo de la memoria del viajero. Quizás, su posesión más destacada haya sido el castillo de Ponferrada (León), que presenta un excelente estado de conservación. ¿Fueron también templarios quienes levantaron la magnífica iglesia de la Vera Cruz en Segovia? De lo que no hay duda es de su legado transmitido en el alcarreño Fuerte de San Francisco.
Dónde dormir: Hotel Portal del Caroig; Crta. Enguera Km. 51; Enguera (Valencia); teléfono: 962226090.
Dónde comer: Restaurante Gran Maestre; C/ Silverio Perfecto, 80; 46692 Montesa (Valencia); teléfonos: 962299023 y 649492318.