Alguna vez escribí en este blog que el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín, no es un bloguero al uso, a pesar de que tiene blog personal desde hace años. Lo explicó él mismo durante el acto de entrega de la 3ª Edición de los Premios Enrique Padrós.
Sin embargo, por circunstancias que tiene la vida, ahora, cuando ya inicia el camino de retirada de la actualidad municipal, Monteseirín se está viendo en una situación que para él puede suponer algo excepcional, no lo dudo, pero que, para los blogueros que nos dedicamos a tratar de informar desde nuestras páginas de cuanto acontece a nuestro alrededor, forma parte de la cotidianeidad: la ignorancia permanente de los medios tradicionales.
La mala suerte que Monteseirín ha tenido es que a él le está ocurriendo con su proyecto estrella, las setas de la Encarnación, que ya ha alcanzado el rango de apuesta personal determinante y en el que se ha quedado más sólo que la una.
La cosa no es tan difícil de comprender, basta con haber estudiado un poco de Estructura de la Información y no perder de vista ese viejo dicho de que a cada cerdo le llega tarde o temprano su San Martín.
El alcalde hace ya un tiempo que es un cadáver político que se arrastra pesadamente por una realidad que se le revela. Él no será quien mueva las grandes inversiones en publicidad institucional durante los próximos años, ni siquiera está garantizado que sea su mismo partido quien lo haga. En términos de rentabilidad mediática está más que muerto.
A pesar de que todavía puede ser bastante útil para ganarse alguna que otra simpatía en el bando mejor posicionado de cara al banderazo de salida de las municipales. Incluso hasta los medios más afines al partido en el poder se ceban ahora con el alcalde en sus horas más bajas. La ley del mercado manda, aunque sea el mercado de los votos.
Así que a Monteseirín no le ha quedado otra que tirar de su blog personal para defender a capa y espada y en solitario un proyecto sobre el que rehuyen pronunciarse tanto su socio de gobierno, IU, como los integrantes de su propio partido político. Las setas se han convertido en un marrón capaz de envenenar la carrera política del más pintado. Bienvenido al mundo real, alcalde.
Ahora bien, en su ímpetu blogueril el alcalde se ha pasado por el forro de los caprichos algunas normas básicas de este mundo virtual, sin las cuales las cosas no rozan nunca el fútil estado de la verosimilitud. Por citar un ejemplo, alguien debería explicarle al alcalde que los comentarios de lectores anónimos en un blog no son precisamente ejemplos de veracidad de contenidos, ni siquiera de autenticidad. Tal vez sólo lo sean de peloteo y poco más. Pero él los usa a conveniencia, quizás porque las predicciones sobre la inminente batalla no pueden ser más desastrosas y ha llegado el momento de agarrarse a un clavo ardiendo.
Con toda la prensa local tirando a degüello es complicado mantener la compostura. Quizá ahora comprenda de una vez todo lo que pasó José Luis Alonso, el trabajador de Tussam que se quitó la vida ante el acoso mediático al que lo tuvieron sometido desde la dirección de la empresa. Aunque dado el grado de obsesión que lo embarga, no creo que esté para comprender nada que no sea su sacrosanto deseo, aunque sea por encima de todos los demás.
Con el tiempo, Monteseirín se ha fabricado de manera inconsciente una cárcel a medida de palabras. Primero fue la construcción de un sueño que acabó por tornarse al poco tiempo en pesadilla. Luego la ciudad de las personas, pero sólo de las que él consideraba como tales, bien por afinidad bien por pleitesía, nunca de “todas las personas sevillanas”.
Como muestra un botón; en los más de cincuenta años de Tussam no se ha conocido nunca una ola de represión y de gestión dictatorial peor que la que se ha encargado de instaurar ese césar de vocación llamado Arizaga. Sólo la justicia, con su lentitud y su sobre coste incluidos, está siendo capaz de poner poco a poco las cosas en su sitio. Y todo ello se ha realizado siempre con el beneplácito de Monteseirín, un político de izquierdas de los de toda la vida que se jactaba en público de haber colocado al frente de una empresa gobernada por él a un gerente de derechas.
Ahora le ha tocado a las setas, que amenazan con convertirse en champiñones envenenados y arrastrar a la ciénaga a una ciudad entera, que tendrá que sufragar con su esfuerzo y su trabajo los desmanes de este megalómano que la ha dejado adormecida en una ecuación difícil, cuando no imposible, de responder:
33 + 17, 6 + 30 = 89,6 millones de euros
Tal vez el alcalde haría mejor en tratar de explicar a los sevillanos a través de su blog personal de dónde vamos a sacar esa ingente cantidad de dinero en un ayuntamiento que lleva ya años habitando en la más absoluta de las ruinas.
Lo dicho, bienvenido a los predios de los que claman en el desierto, alcalde.