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La ciudad tiene ciertas zonas que son muy atractivas. La sección más antigua es la Ciudad Vieja. Aquí vimos reliquias de la era colonial, tiendas de artículos exclusivos tanto para los turistas como para el consumidor local. Al final de la Ciudad Vieja, próximo a los muelles de la bahía de Montevideo, está el alegre Mercado del Puerto donde debe de ir a almorzar un sábado. Es preferible, después que se haya orientado, que estacione el auto y recorra esta área a pie. Trate de no estar muy tarde aquí, después que cierran las oficinas y las tiendas se desaparece todo el mundo y esta área se vuelve bastante solitaria. La Ciudad Vieja antes era llamada la Ciudadela y era protegida por una muralla. También tenía fuertes y otras edificaciones militares, pero de eso ya queda poco. En realidad, a pesar que las construcciones que vemos en esa zona son antiguas, ya es la segunda o tercera generación en el desarrollo de Montevideo.
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El Centro se desenvuelve a lo largo de la Avenida 18 de Julio. Los edificios en esta calle representan todas las épocas del siglo XX. Los uruguayos son muy cuidadosos y han sabido proteger estas construcciones. Según nos vamos alejando de la Ciudad Vieja es como si fuéramos avanzando a través del tiempo. Para aquellos que les interesa más lo que hay adentro que afuera, en esta zona podrá hacer todo tipo de compras. Entre los artículos que más nos llamaron la atención vimos unas chaquetas de cuero excelentes. También notamos gran cantidad de cuarzo trabajado en esferas, pirámides y otras formas.
Esta avenida es una de esas calles que nos encanta caminar, desde la Plaza Independencia hasta el Obelisco. Cada vez que visitamos Montevideo hacemos este recorrido al menos una vez. Es que a lo largo de la avenida hay varios parques o plazas no muy grandes. Cada uno de ellos es único y todos tienen donde sentarse y disfrutar el momento. Es maravilloso después de un rato pararse y caminar hasta el próximo porque es un cambio de ambiente radical. Como si estuviésemos viajando de una ciudad a otra en cosa de minutos. Claro si de verdad quiere ir al parque continúe caminando pasado el Obelisco o vaya al parque Rodó donde encontrará todo tipo de actividades propias de un parque elegante dentro de una ciudad.
A lo largo de la Avenida 18 de Julio también encontramos la Biblioteca Nacional y la Universidad - o Facultad como le llaman allí - de Leyes, grandes bancos y la Intendencia Municipal de Montevideo. Los domingos frente a la Biblioteca, se extiende unas cuadras por una de esas calles hacia abajo, tienen una feria (un mercado de pulga) donde puede encontrar todo tipo de novedades; desde antigüedades hasta canarios.
En esta zona hay toda clase de restaurantes. Desde las hamburguesas americanas hasta las abundantes parrilladas. Un detalle que nos sorprendió fue la atención en los restaurantes. En Montevideo la gente no sólo va a comer, también van a conversar y con un refresco o alguna otra bebida y unos bocadillos se pasan un buen rato, mucho más de lo que se toma consumir lo ordenado. Y los camareros siguen tan atentos como lo eran cuando lo recibieron.
Bordeando la orilla del Río de la Plata se encuentra la ribera uruguaya. Próxima a la ribera encontramos una amplia avenida llamada La Rambla. A este nombre le agregan calificativos según la sección de la ciudad, pero sigue siendo La Rambla a todo lo largo. Aquí es donde es la cosa. Los edificios continúan creciendo, no aparenta quedar espacio disponible, pero de alguna manera, siguen multiplicándose de forma increíble. Cada vez más modernos y pintorescos. La impresión que nos llevamos es que aquí es donde la mayoría de los residentes de la ciudad quisieran vivir, y con razón.
Por su mayor parte hay una acera entre La Rambla y las aguas del Río de la Plata, y un parque o playa entre la acera y el agua. En esa acera, parque y playa es donde vimos a los uruguayos disfrutando de lo lindo. Le recomendamos que cuando ya esté saciado de todo tipo de actividad, tómese un descanso. Nada más relajante, y agradable con la apropiada compañía, que ver el sol ponerse desde Punta Gorda. Hay un restaurante allí, sobre la loma, donde sirven café con leche y “esconts” - tipo de panecillo de bizcocho - que no debe ignorar a esta hora del día.
Con respecto a las otras actividades, le sugerimos que vaya y no averigüe mucho que tal son. Los uruguayos son muy modestos y no les gusta presumir de lo que tienen. El parque zoológico se halla dentro de la ciudad, no muy lejos de las avenidas que hemos mencionado. Es un zoológico con sabor antiguo, va a ver ciertas jaulas y rejas pero también va a pasar un buen rato si le gustan los animales. Al otro lado de la bahía, sobre el Cerro de Montevideo, hay un fuerte al que le llaman Museo Militar Fortaleza General Artigas. Tiene una buena colección de armas y la vista de la capital es magnífica.
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Todos los folletos que hemos visto hacen mención de las actividades nocturnas ser limitadas. Nosotros no lo estimamos así. Los nightclubs abundan. Estuvimos en algunos que tocan tango y el público es quien lo baila, ¡espectacular! Visitamos otros de rock and roll, otros algo brasileños, y otros donde predominaba de música tropical. Por cierto, allí la música sí dura hasta el amanecer y según nos contaron, en tiempo de carnaval, no para. También existe la posibilidad de ir a un boliche, (lugar donde sirven tragos, algo así como un bar sociable) donde por seguro va a hacer amistades. Los precios son módicos. No se les puede llamar caros pero tampoco son regalados. La vestimenta en invierno es lujosa, un buen traje y abrigo es lo adecuado. Aunque a las discotecas se debe llevar ropa casual.
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Montevideo se encuentra dividido en barrios. Lo cual el visitante tal vez no note, y si es como nosotros que siempre andamos medios perdidos aun menos. Mas hacemos esta mención porque uno de esos barrios, el cual es uno de los más afluentes en el presente, tiene una playa que a mediados del siglo XX fue uno de los balnearios más famosos de América del Sur; en sus tiempos habiendo sido su nombre tan mencionado como el de Río de Janeiro. Hoy en día esa popularidad se ha trasladado a Punta del Este, sin embargo si algún día visita a Montevideo trate de darse una vuelta por Carrasco. No se apresure, observe los detalles, aspire el aroma de las flores, y permítale a su personalidad captar lo que Montevideo fue, es y será. En nuestro primer viaje así lo hicimos y desde entonces con una gran sonrisa decimos: en Montevideo hemos bailado, y el resto, es negociable.
Esta es nuestra primera página en Caminando sin rumbo. En ella deseamos reconocer las impresiones de otras personas que, al igual que nosotros, han tenido la suerte de visitar Montevideo.
"Montevideo con el Río de la Plata de rodillas a sus pies como implorando que nunca cambien sus sonrisas de amor y carinho que sólo los uruguayos y las simpáticas uruguayas tienen. Espero no morirme muy pronto porque quiero volver a ese Paraíso"
"...palabras que salieron espontáneas de un corazón llenito de recuerdos..."
Agostinho I. Montemor, Portugal, 72 años. Enero, 2002.
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