Revista Cultura y Ocio

Montjuïc o el despiste de los españoles

Por Ireneu @ireneuc

Montjuïc o el despiste de los españoles

Si hay algo que detesto profundamente son los ejércitos y cuerpos armados de todo tipo, ya que soy de la opinión que todo este tipo de organizaciones no dejan de ser más que cuerpos que simplemente están al mando del poder establecido. Soy pacifista convencido y las armas, excepto para hacer diana en una feria, creo que no debieran ni de existir y ni mucho menos los ejércitos de cualquier país y adscripción. Si a eso añadimos que en este país, el ejército ha dado más disgustos que motivos de orgullo, y que es más conocido en todo el mundo por sus soberanas cagadas, que por sus mínimos éxitos, comprenderán que no pueda por menos que esbozar una sonrisa cuando escucho a algún exacerbado aquello de "glorioso ejército español".
Y es que si para algo sirve la memoria histórica es para ser conscientes de lo bueno, de lo malo y de lo curioso de nuestras raíces, y una de estas cosas, por poco conocida, es la batalla de Montjuïc de 1641 en que los españoles, superiores en número, fueron derrotados por las tropas catalanas y francesas. Los historiadores aún no se explican la chapucería demostrada por las fuerzas españolas en aquella batalla.

Montjuïc o el despiste de los españoles

Conde-duque de Olivares

26 de enero de 1641, la conocida como Guerra dels Segadors, ya hacía 7 meses que funcionaba como respuesta a los excesos de las tropas españolas en las tierras catalanas con la excusa de atacar a los franceses. El Conde-duque de Olivares, con sus tropas, había decidido "allanar" Catalunya para gozo del rey de España, Felipe IV, y se había dirigido de forma sangrienta desde Tortosa  hacia Barcelona avanzando de forma sangrienta con sus 23000 infantes, 3100 caballos y 24 piezas de artillería. La cosa no pintaba bien.
En vistas de la merienda de negros que se avecinaba, las Cortes Catalanas y el Consell de Cent, astutamente aconsejadas por los asesores franceses, habían decidido ceder la soberanía de Catalunya al rey francés Luis XIII el cual había prometido el mantenimiento de todos los fueros, usos y privilegios del principado.
Catalunya se había convertido de facto en una república al repudiar la soberanía del rey de España, pero sus fuerzas militares no eran suficiente para parar el rodillo del Conde-duque de Olivares, por lo que el ofrecimiento francés de refuerzos por soberanía era en aquellos momentos un mal menor. El hecho de que Portugal, simultáneamente, se hubiera revuelto contra España, dio confianza a los resistentes catalanes para seguir adelante con la separación de España y su adscripción al reino de Francia.

Montjuïc o el despiste de los españoles

Pau Claris

Francia envió sus refuerzos y las tropas españolas llegaron a Barcelona, donde la población se preparó a resistir con la ayuda de tropas de caballería francesas apostadas en el interior de las murallas de la ciudad. A partir de aquí los historiadores no se explican la táctica que utilizaron los españoles, porque no tiene ni pies ni cabeza.
Las tropas españolas atacaron con la caballería las murallas de Barcelona con el Duque de San Jorge al frente pero, incomprensiblemente, se apostaron demasiado cerca de las murallas y los resistentes -con Pau Claris a la cabeza- les dieron más que lentejas dan por un euro. La caballería española sufrió muchísimas bajas, entre ellas el mismo Duque de San Jorge, y se tuvo que batir en retirada debido al acoso de la caballería franco-catalana. Pero no se relaje, aún hay más.

Montjuïc o el despiste de los españoles

Castillo de Montjuïc

Por su parte, el marqués de Torrecusa (padre del deceso Duque de San Jorge) se encargaba de tomar la fortaleza de Montjuïc, donde se apostaban unos 500 soldados entre catalanes y veteranos franceses. En un momento dado, Torrecusa envía a sus tropas al asalto del castillo y cuando, después de un penoso avance con muchísimas bajas, los españoles llegan al pie de las murallas, resulta que... ¡se habían olvidado las escalas! En esa situación, las tropas de Olivares se tenían que esperar a que llegaran las escaleras, en desventaja y apostados bajo un auténtico avispero de fuego de los defensores, los cuales aprovecharon para hacerlos batir en retirada mientras llegaban los refuerzos desde la ciudad.
Después de esta chapuza militar, las tropas del Conde-duque de Olivares se retiraron a Sants, donde tenían su cuartel general, y de aquí retrocedieron hasta Tarragona. No se sabe porqué se hicieron tan mal las cosas, pero se especula que la prepotencia y el exceso de confianza en su potencia militar les hicieron bajar la guardia a los Torrecusa y atacar auténticamente a lo loco, con el resultado obtenido.
Sea por lo uno o por lo otro, quedó muy patente que unos ineptos vestidos de profesionales pueden hacer arruinar la vida al más potente de las tropas, dejando muy evidente que para mandar no todo el mundo sirve so pena de encontrarte vendido por los mismos que han de gestionar tu vida.
¡Ah! ¿Que como acaba la cosa? Pues mire...la guerra continuó por 11 años. Catalunya vio que Francia no se diferenciaba en nada de los españoles y acabó haciendo las paces -momentáneamente- con España. España, por su parte, hizo las paces con Francia y firmaron el Tratado de los Pirineos. ¿De qué sirvió toda esta movida? Para nada: se volvió a la misma situación de antes de la guerra (para este viaje no hacían falta alforjas, realmente), el país arruinado y Catalunya perdió el Rosellón y la Alta Cerdanya por el "santa rita, rita..." de los franceses.
¿Me comprende ahora porqué soy pacifista?

Montjuïc o el despiste de los españoles

La Batalla de Montjuic de 1641, por Pandolfo Reschi


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