Montoro

Es difícil sustraerse a la posibilidad de meter una mano en el cajón de los euros, con la casi seguridad de quedar impune tras la apropiación de fondos públicos que, como decía la famos ministra socialista, no son de nadie. La fuerte carga impositiva que soporta la ciudadanía de este país, con unos servicios que no están a la altura y un coste de los mismos netamente inferior al que tienen otras naciones de nuestro entorno, unido a la complejidad de nuestro ordenamiento jurídico y el caos autonómico, suponen un caldo de cultivo extraordinario para la corrupción institucionalizada. Cambiar los nombres -la viñeta de Montoro es genial- no implica una modificación de los principios, no suponiendo además, presunción de inocencia alguna, mientras la política sea el refugio de los ladrones de guante no tan blanco como se presumía. La gente de a pie estamos hartos de la impunidad con que se ha venido actuando en este sentido, y como la gran mayoría se diluye en el olvido sin siquiera reponer lo sustraido, que es lo peor. Todo esto es una inagotable fuente de votos para Podemos, formación de cuyas verdaderas intenciones democráticas tengo mis dudas mientras su discurso se centre en modelos como Venezuela o Cuba; Europa no es buen caldo de cultivo para repúblicas bananeras, pero eso, es ya otra historia.