Revista Arquitectura
Edificio "Le Monolithe", Lyon, Francia. Arq: MVRDV
En proyectosinergias, he tratado de abrir un debate que ha dado ciertos resultados y reflexiones interesantes. Tomando como contexto algunos ejemplos de la arquitectura que realiza el estudio holandés MVRDV, hemos hablado de la tendencia monumental a la hora de proyectar vivienda protegida.
Como podemos ver en algunos de los nuevos desarrollos urbanísticos de nuestras ciudades, las viviendas protegidas han supuesto el escaparate y laboratorio de la arquitectura contemporánea. Parece que al acudir a concurso, los estudio se expresan con más libertad y esto se ve respaldado por el fallo de los jurados. ¿Pero es esta arquitectura la más idónea?
Hace unos años, el MOMA de Nueva York dedicó una exposición a la arquitectura contemporánea española, seleccionando una gran cantidad de edificios que en nuestro país se habían o estaban construyendo, entre los que encontramos viviendas protegidas. El director del museo señaló que su interés era lógico, ya que hoy en día España es el laboratorio de la arquitectura mundial. Pero parece que los inquilinos "agraciados", o tal vez "torturados" con estas viviendas tan modernas, no tienen la misma opinión como se han empeñado en demostrar en diferentes reportajes de televisión o prensa escrita: "No queremos que experimenten con nosotros", decía uno de los vecinos en Vallecas.
Lo cierto es que muchos de los edificios que hoy edificamos, parecen el resultado de un proceso escultórico, buscando en ocasiones la monumentalidad, más que la comodidad, el puro-visualismo, antes que la auténtica experimentación y búsqueda de la vivienda más óptima. Encontramos muchos voladizos, pero pocas habitaciones modificables; existen grandes conexiones visuales, pero escasos espacios comunes resultado de una verdadera reflexión.
El caso del edificio que arriba muestro, resulta paradójico. MVRDV planteó toda la manzana con la disposición volumétrica que hoy tiene, dividiendo esta en cinco partes que repartió entre cuatro estudios y ellos mismos. Con esto conseguiría un diseño completamente diferente y el eclecticismo que quería imprimir al proyecto. Pero sin embargo, al enfrentarse a él Gautrand descubre un gran problema, la fachada de su sector que vuelca al patio interior, quedará siempre en sombra y bajo la amenazante presencia de un gran cuerpo puente. Para paliar este gran incoveniente, plantea dicho cuerpo revestido de metal, para tratar en lo posible de crear un efecto espejo que mejore las vistas de los vecinos afectados... sin mucho éxito parece ser.
Como decía el amigo Manu: un buen profesor mío dijo una vez, que el valor de este tipo de arquitecturas dura lo que dura la sorpresa.