La adaptación cinematográfica es una de las peores producciones de la saga Bond, ofreciendo secuencias muy espectaculares, como la del salto en avión sin paracaídas, en contraste con otras realmente ridículas e infantiles, como la mayoría de las intervenciones de Tiburón, un secuaz del villano que tenía potencial para convertirse en uno de los más siniestros, pero que acaba transformado en una parodia de sí mismo. En su último tercio la película se convierte en un puro delirio que quiere acercarse al reciente éxito de Star Wars, pero queda muy por debajo de ésta en emoción y en efectos especiales. No obstante se puede romper una lanza a favor de Moonraker en el sentido de pura diversión cinematográfica, sin más pretensiones que pasar un buen rato delante de la pantalla. Así sí funciona bastante bien la película de Lewis Gilbert, sobre todo cuando va mostrando la investigación de 007 por diversas partes del mundo. A destacar la presencia de Corinne Cléry, la chica Bond que probablemente tiene la muerte más cruel por parte del villano. Y es que no había chica que pudiera resistirse a una noche de pasión con el Bond de Roger Moore, que solo con mirarlas ya las seducía y las ponía en disposición de contarle todos los secretos de su jefe.
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