Morimos un poco

Morimos un poco
cuando agolpamos cadáveres
en las retinas indolentes de las pantallas.
Unos se mueren y los otros hablan y hablan.
Morimos un poco
cuando nace una niña con estigma de metralla
y no vomitamos la cena y la rabia.
Y cada vez que aumenta la cifra de machos
disimulando suicidar su repugnante patriarcado.
Y cuando decimos que al menos tenemos trabajo
también morimos un poco.
Y la vida se nos enquista y envenena
y somos el puto ejército de las tinieblas rutinarias.
Morimos un poco
cuando concedemos el don de la invisibilidad
al hombre que grita hambre y frío con los ojos.
Y cada vez que pronunciamos competitividad y mercados.
Nos morimos un poco
también los poetas limpiando un rato nuestras mierdas.
Dejando un rato a secar la conciencia en un tendedero de letras.
Con nuestro ego de pollas y coños.
Como yo ahora que me asalta insistente el enésimo verso
que diga que la manera más hermosa de morirse un poco
es descalabrarnos orgasmos hasta que reviente el mundo.
Y sería cierto, por supuesto.
Pero hoy quiero decir que nos morimos un poco más
mientras ellos viven rezongados sobre nuestras tumbas.
como cerdos genocidas bailando sobre un cementerio.