Anteanoche me llamaron los compañeros del diario colombiano El Tiempo a los que conocí en mi viaje a Bogotá hace ya unos años. Al hilo de lo que publico sobre el laboratorio GlaxoSmithKline (GSK) querían hacer un reportaje sobre las prácticas irregulares de muchas multinacionales farmacéuticas. El resultado es Los pecados de la industria farmacéutica. Lo más escandaloso de todo, y ya es difícil elegir con tanta variedad y calidad de prácticas escandalosas, es que continúe permitiéndose vender en el mercado fármacos que son mortales.
El reportaje del Tiempo recoge el caso del antidiabético Avandia, uno de los tres fármacos involucrados en el escándalo de GSK esta semana. Una serie de estudios relaciona su uso con infartos o fallecimientos de más 50.000 pacientes con diabetes en todo el mundo, pero el laboratorio lo publicitó y comercializó sin alertar a los consumidores sobre sus potenciales efectos adversos.
En Colombia y en España y Europa, este medicamento fue retirado del mercado en el año 2010, pese a que años antes ya varios investigadores médicos habían advertido sobre los riesgos que implicaba su uso continuo. El ocultamiento de los efectos secundarios de los medicamentos es norma y no me cansaré de repetirlo, en el mercado hay más fármacos peligrosos de los que imaginamos pese a ello España es un país consumista de medicamentos, el segundo consumidor mundial.
Es necesario redoblar esfuerzos en farmacovigilancia. En recursos públicos para la formación del personal sanitario y que su aprendizaje no recaiga en la industria. Las administraciones han de invertir en investigación básica y controlar con mayor rigor los ensayos clínicos pues es evidente que la medicina basada en la evidencia está tocada al basarse en la “evidencia” que les interesa dar a conocer a los fabricantes. Todo ello en plena crisis sí, porque el desastre humano que resulta de morir buscando la salud no es permisible en una sociedad civilizada. Las fiscalías han de actuar de oficio pues conocer que un medicamento puede causar daños e incluso la muerte y aun así continuar vendiéndolo es un crimen.
Por cierto, a los compañeros del diario colombiano les ha quedado muy bien el gráfico donde se explica la composición del mercado farmacéutico, cuales son los medicamentos más vendidos y el aumento constante del gasto en fármacos.