Las experiencias que el ser humano acumula a lo largo del día o de la semana son el origen de las imágenes que se generan en la cabeza mientras se duerme. Cuáles son los mecanismos que nos permiten construir dichas imágenes o si estas imágenes tienen alguna relación psicológica con la formación de nuestra memoria son misterios todavía sin respuesta. “Los sueños son un campo de estudio muy complicado”, admite el doctor Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño.
Durante años se ha discutido mucho sobre este tema. Pero sin una base científica reproducible “los ensueños son imposible de estudiar”. Recuerdos de gente que suena familiar, lugares comunes, actividades que realizamos o emociones que sentimos se reflejan en nuestros sueños, pero suele ser de una manera tan fragmentaria que no se puede predecir cómo van a aparecer.
Con un ritmo de vida frenético, cada vez más gente intenta sacar el máximo provecho a cada minuto del día. ¿Es tan necesario dormir para poder vivir, o es un tiempo perdido? Aunque el tiempo óptimo es dormir entre siete u ocho horas por la noche, el tiempo necesario puede variar según el individuo. Pero para todos es fundamental cumplir con su horario biológico.
Según la teoría que baraja el doctor García-Borreguero, las horas de sueño están directamente relacionadas con la regeneración cerebral. Por eso los bebés pueden llegar a dormir hasta 16 horas en un día. “La regeneración cerebral es máxima en los neonatos, y también alta en los niños”. A lo largo de la vida, va lentamente disminuyendo. Sin siesta “se puede vivir perfectamente” porque simplemente cumple una función sociológica. Una función intrínsicamente relacionada con el sueño es regular la temperatura corporal. “Mantiene la temperatura que el organismo necesita en cada momento en función de las actividades que se llevan a cabo en él para facilitar procesos metabólicos y hormonales. Sin este termostato, el organismo moriría”. A lo largo de la vida, la estructura del sueño se modifica. Conforme el individuo envejece la cantidad total de tiempo que se invierte en el sueño lento se reduce y en consecuencia aumenta el tiempo de sueño ligero.
El sueño es una necesidad
El ser humano duerme para poder estar despierto durante el día, y está despierto porque necesita dormir. Los experimentos de privación de sueño total se ha probado en ratones. Gracias a estas pruebas se puede explicar que cuando se elimina “completamente” la posibilidad de dormir en un organismo, “sobreviene la muerte por un desajuste hormonal y metabólico”. Así que el sueño es una necesidad, no un lujo. No se ha comprobado en humanos cuánto tiempo aguantarían sin dormir. De las ratas en experimentación se conoce que a partir de los 4 ó 5 días sin dormir “absolutamente nada” se produce un desajuste metabólico: “incremento de procesos catabólicos -destrucción de proteínas para obtener calorías de ellas- y pérdidas de energía, al mismo tiempo que aparecen las primeras alteraciones inmunológicas”. El animal empieza a tener dificultades para defenderse del entorno y no responde ante infecciones que, en algunos casos, desembocan en muerte.
Si a alguien se le priva de sueño temporalmente (no se le deja dormir un día o no se le permite tener alguna fase concreta del sueño), el propio organismo responde aumentando la fase que se ha anulado. A medida que aumenta la supresión del sueño, “se produce un claro deterioro en el funcionamiento: disminuye el rendimiento intelectual, hay dificultades de concentración, utilización de la memoria, así como la capacidad de abstracción y razonamiento lógico”. Disminuyen los reflejos aumentando el tiempo necesario para reaccionar a un estímulo. También es más probable que se desarrollen trastornos psiquiátricos, ya que se producen alteraciones en el estado de ánimo aumentando los niveles de ansiedad e irritabilidad.
Los efectos más a largo plazo de la privación de sueño repercuten directamente en la salud de la persona. El doctor García-Borreguero relaciona la falta de sueño con enfermedades cardiovasculares, un aumento del riesgo de accidentes cardiovasculares, enfermedades neurológicas e inmunológicas. Una relación que aparece con el tiempo. “Se sabe que el sueño es un regulador de la secreción de hormonas, que desempeña un papel importante en la regulación de la glucosa en la sangre”. La privación severa del sueño puede precipitar la aparición de alucinaciones, confundiendo imágenes resultantes de la imaginación con la realidad, alteraciones neurológicas y ataques epilépticos.
El mundo de los sueños es tan amplio como desconocido. Ahora, los esfuerzos se centran en la relación entre sueño y salud. En concreto, “qué le ocurre al sistema cardiovascular cuando no se duerme bien; qué oc urre durante el sueño para que se produzca un agotamiento de las reservas de insulina y qué tiene que ver el sueño para que aparezcan neuropatologías”. Se sabe también que cada sujeto responde de forma diferente a la falta de sueño, pero las razones biológicas no se han resuelto todavía.