Revista Cultura y Ocio

Morir en vida

Por Jcbarona


Ya es lástima que justo el homenajeado sea el que menos se entere de todos los que asisten a su funeral y de todas las lindezas que en esos casos se dicen. Como probablemente sean fruto de la emoción casi mejor ahorrarse semejante ejercicio de hipocresía. Mentira, que en muchos casos será completamente cierto lo mucho que admirabas a mengano y lo agradecido que le estabas por tal o cual cuestión, solo que no encontraste ni el momento, ni la manera… La vida es un eterno reprimir lo que debería estar ocurriendo.

Morir en vida
La misa de funeral de mi padre tuvo lugar en la Basílica de Begoña nada menos, solo que con otros dos difuntos que no sabíamos quienes eran, dos extraños compañeros de viaje, como en la vida. Juntando a los familiares y amigos de los tres llenóse semejante edificio, no está del todo mal pensado, que a veces cantidad es sinónimo de calidad hasta que se demuestre lo contrario.Deberíamos hacer simulacros de deceso para ver lo que ocurría. Vinieron a este funeral familiares que no conocía, primos carnales de aquí de allá. Cuánto se distancian las familias y cómo aciertan a acudir cuando las cosas no tienen ya remedio.Me gustan a mí esos funerales a la americana en los que amigos y familiares salen al estrado a despedir públicamente al finado. Aquí no pudo ser, ni cantar me dejaron; es lo que tienen las iglesias y las cosas en general, que cuanto mas grandes pretenden ser menos lugar ofrecen a los detalles, por más hermosos que sean. Y lo que hubiesen agradecido aquellos desconocidos, compañeros forzosos de funeral, un Ave María bien cantado y un Panis angelicus… nunca lo sabrán. Con la iglesia hemos topado.
Hay que dejar las cosas bien atadas para acontecimientos tan ineludibles como este, e ir provocando en vida loas y pésames que ocurran a tiempo de ser agradecidos.

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