Un hombre aparece ahorcado en un pinar a las afueras de Madrid, con los ojos arrancados de cuajo. En uno de sus bolsillos se halla un papel con el nombre y la dirección de una mujer: Sara Azcárraga, que vive a pocos kilómetros del escenario del crimen. Frágil, solitaria, bebedora de vodka en soledad, Sara rehúye cualquier contacto con las personas y trabaja desde casa. El teniente de la Guardia Civil Julián Tresser se hace cargo del caso, asistido por el joven cabo Coira, que se enfrenta por vez primera a una investigación criminal, una investigación difícil, sin apenas pistas, con demasiados enigmas. A medida que el teniente Tresser avance en sus indagaciones, descubrirá unos hechos que darán un trágico vuelco a su existencia y le conducirán a un viaje a los infiernos que marcará su vida para siempre.
Extraordinaria novela con una trama hipnótica encajada como un puzle y unos personajes con alma que se debaten entre el bien y el mal.
Editorial: Espasa (2018)
Nº de páginas: 448
Formato: Tapa dura / Versión Kindle
ISBN: 978-8467051490
Precio: 5,95 € / 7,12 €
La verdad es que, tras la lectura de este libro, me entran unas ganas tremendas de abordar otros títulos de la autora, a la que más adelante intentaremos cazar para la causa. Y no realizo la presente afirmación en vano, no. Es completamente cierto que he disfrutado de esta novela en la que me han sido presentados unos personajes interesantes que estoy seguro de que se seguirán definiendo en distintas entregas.
Todo comienza con el hallazgo de un cadáver ahorcado al que le han arrancado los ojos. Los globos oculares aparecen en la nevera de Sara, que entra en shock. La madeja está concentrada y se irá desenredando de un modo cadencioso en el que iremos descubriendo qué relación puede tener Víctor García Huete con la desamparada niña que sigue siendo aquella que una vez cruzó su camino con él.
El grupo de policías encargados de la investigación, todos alineados según su jerarquía, grado de competencia e implicación en el caso, constituirán un refrescante plato con el que ir paladeando una trama que se sirve fría en forma de entremeses que salen de cocina poco a poco, para no atragantar al lector. Mientras tanto, Gastón, el mercenario, el español, el francés intentará redimirse de un pasado que no deja indiferente, como tampoco dejarán vacío los del resto de protagonistas de una historia en la que el pretérito posee la llave que encaja en la cerradura del cuarto en el que se esconden las respuestas.
Buen planteamiento y ejecución para una Inés Plana que se ha ganado un hueco en el panorama literario nacional y a la que muchos lectores aclaman. Ella saldrá al estrado y se defenderá, os lo aseguro, y nos permitirá comprender los motivos que la llevaron a componer una sinfonía en tres partes de las que sólo nos regana, por ahora, el primer movimiento.
Incluso cuando la trama parece estar dibujada e incluso coloreada, surgen interrogantes que permiten alcanzar un final con garantías de sorpresa y, por ello, será un libro que se lea hasta el final, puede que incluso de una sentada.
Relaciones entretejidas con el gusto por lo sencillo, armonizado con hilos de complejidad que resultan sumamente interesantes. Historia que recuerda a otras en las que se recurre a la memoria para traer al presente los pecados que aún crean eco en él y un objetivo no menos importante: la redención. Muertes, claro que las habrá, y amor, pues...
Un libro que sin cumplir del todo los clichés del verano seguro que resulta sumamente refrescante durante este que se nos presenta caluroso. Eso sí, la novela desprende un intenso calor...
Reseñado por Francisco Javier Torres Gómez
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