Lucía Méndez, también el sábado en El Mundo, sobre su infancia premoderna en Palacios: “En mi pueblo, las familias eran extensas y vivían como tales. Abuelos, padres, madres, nietos, tíos y tías solterones -que se decía entonces-, todos juntos. Si un vecino enfermaba, al minuto lo sabía todo el pueblo. Era inconcebible de todo punto que un vecino muriera y los limítrofes tardaran cuatro días en echarle de menos. Por entonces, casi nadie vivía ni moría solo”.
Aquel mundo…